viernes, 15 de octubre de 2021

Por Qué Siempre Lo Mismo Por Saúl Guevara

 

El proceso de envejecimiento produce diferentes crisis: de identidad, de autonomía, de pertenencia, etc. Para afrontar la crisis de identidad muchas personas mayores disponen del recurso de retornar al pasado o lo que conocemos también como reminiscencia. “Cuando yo vivía en el barrio...”, “Cuando yo estudie en.…”, “Cuando trabajaba en.…” Así comienzan muchas personas mayores a narrar trozos de su historia, entre nostalgia e ilusión por encontrar alguien que los escuche. Pero a veces no es fácil, porque la historia se repite una y otra vez y terminan por contar siempre lo mismo.

 ¿Por qué cuentan siempre lo mismo?

 Aristóteles decía que “los ancianos viven más de la memoria que de la esperanza, porque el tiempo que les queda por vivir es muy corto en comparación con su largo pasado. Esta es la causa de su locuacidad. Hablan continuamente del pasado, porque gustan de acordarse”.

 Pero según la creencia popular, que no es la más acertada, la tendencia que tiene la gente mayor a recordar su vida pasada no es más que una manía o un signo de deterioro cognitivo.

 De la reminiscencia debemos comprender su función y a utilizarla bien en la relación de ayuda con la persona mayor. Aun admitiendo que en ocasiones puede ser señal de deterioro cognitivo y en otras una huida al pasado. La reminiscencia (tendencia a recordar la vida pasada) puede considerarse como una actividad de la vida corriente de las personas de edad, útil e incluso necesaria para el equilibrio psicológico y afectivo.

 Las crisis propias de esta etapa de la vida explican que el presente se le aparezca a la persona mayor como algo extraño, vacío de personas que una vez fueron significativas. A veces el presente es vivido como un momento impregnado por el dolor producido por numerosas pérdidas acumulativas, con sabor de soledad aún en medio de otras personas, acechado de la amenaza de un futuro en el que el deterioro será más progresivo.

 ¿Entonces, por qué extrañarse de que la persona mayor busque en el pasado motivos y recuerdos para autoafirmarse y mantener su identidad y autoestima?

 Al recordar el anciano comunica que está vivo, que tiene historia, que su identidad no viene definida únicamente por el presente o la necesidad de ser cuidado, sino por demostrar tener en su historia lo que otros tienen en el presente.

 Vivir los recuerdos, sin connotación enfermiza, puede ser una oportunidad de crecimiento. Es un modo de vivir hasta el final, de luchar contra la soledad, de pacificarse consigo mismo y de culminar la obra de arte de la propia historia con los últimos retoques en sus partes más delicadas. Detrás de lo que se recuerda, con frecuencia suele haber un hilo conductor que permite sentirse vivo y en continuidad con el pasado. De este modo, busca ser reconocido y seguir siendo el que fue, digno de consideración, respeto y escucha.

En el pasado que se recuerda, los mayores reviven a veces acontecimientos penosos, experiencias negativas o no asimiladas. Narrarlas constituye entonces una oportunidad de reconciliarse con su vida. Revisar la propia vida es una actividad universal que puede permitir sanar la memoria o amargar una existencia.

 Manejar los recuerdos no siempre resulta fácil. Es frecuente escuchar expresiones que invitan a dejar de repetir siempre lo mismo, exhortaciones a olvidar el pasado o descalificaciones por repetir otra vez lo que ya ha sido contado. Si es cierto que lo que es olvidado no puede ser sanado y que el pasado y la memoria constituyen el mayor tesoro de los mayores, aprender a escuchar el significado de estas repetidas narraciones, a hacer la paz en los conflictos no resueltos y a evitar refugiarse exclusivamente en el pasado, constituyen importantes retos para el que desea acompañar y ayudar a la persona mayor.

 Escuchar la narración repetida una y otra vez, no significa oír la misma historia, hemos de ser capaces de captar cada vez un mensaje nuevo: “hoy, ahora, contigo, contándote lo que ya sabes, me siento vivo y reconocido por ti, pongo orden en mi vida, me autoafirmo, me reconcilio y te considero importante para mí equilibrio afectivo”. Este mensaje me parece está en cada persona mayor que se repite.

 Algunos estudiosos han comprendido la importancia del recuerdo y lo estimulan, invitando en sus sesiones individuales o de grupo a recordar viejos cantos, viejas anécdotas, historias que circulaban en los tiempos jóvenes, lugares y situaciones relevantes.

 El mensaje es claro: el pasado es importante. Su evocación constituye una consideración respetuosa y en él se puede encontrar sentido. La experiencia puede convertirse en fuente de esperanza.

 La escasez de tiempo de los profesionales de la salud, agentes sociales, pastores eclesiásticos, consejeros, familiares o cuidadores informales, no será nunca una razón suficiente para abandonar al mayor a una soledad afectiva que le llevara a seguir vivo sin sentirlo, a morir antes de morir.

 Para darnos un ejemplo de como Dios considera y da importancia a los viejos, le invito a reflexionar lo siguiente: La Biblia en Génesis 21 habla de la edad avanzada de Abrahán y agrega que él tenía "cien años" cuando nació Isaac su hijo (versículos 2,5). Sara ex­clamó: "¿Quién dijera a Abrahán que Sara habría de dar de mamar a hijos? Pues le he dado un hijo en su vejez" (versículo 7). Para ese tiempo, Sara tenía 90 años según (Génesis 17:17).

 Por ello es que estamos obligados, léase bien “obligados” a dar oído a la misma historia, para hallar el sentido de lo que en su fondo está expresando aquella persona mayor, no olvidemos Salmos 92:14 «Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes».

S.A.G. – 15 – OCT – 2021

 

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