sábado, 28 de abril de 2012

Reflexiones Para Vivir Bien En La Tercera Edad


Cada época en la vida humana tiene características distintivas. La juventud, es una etapa, la vejez es otra. Son diferentes la una de la otra. Como personas de la tercera edad, apreciemos la nobleza de la vida que transitamos, así como lo hicimos en los tiempos de la juventud.

Nada de comparaciones, nada de competencias vanas, cada época goza de sus características, sus ventajas, sus limitaciones.

La juventud es tiempo de promesa; la tercera edad es tiempo de realizaciones.

La juventud es el atleta corredor en el punto de salida; la tercera edad es el atleta corredor que va aproximándose a la meta.

La juventud es la semilla; la tercera edad es el árbol completo con flores y frutos.

La juventud es la maqueta de la construcción futura; la tercera edad es el edificio ya construido.

En la juventud nos alegramos con los sueños y los proyectos; en la tercera edad disfrutemos de los logros, los hechos, las memorias.

En la juventud mirábamos hacia adelante a ver qué nos ofrecía el futuro; en la tercera edad miremos hacia atrás para valorar lo que nos dejó el pasado.

En la juventud nos sobraba fuerza física y buscábamos disciplina; en la tercera edad nos falta energía física pero nos sobra experiencia y madurez.

Palabras claves de la juventud son sueños, acción, fuego, rapidez, ilusión. Palabras claves de la tercera edad son sabiduría, equilibrio, fidelidad, profundidad.

Le preguntaron al General Douglas McArthur si se sentía viejo al cumplir sus setenta años y respondió: "La vejez no es simplemente una edad cronológica de la vida, sino un estado del espíritu humano. Se es viejo cuando se deja de soñar".

Es necesario los que ya pasamos de 55ymás, entender que muchas de nuestras facultades se verán disminuidas al paso del tiempo y no andar presumiendo o criticando a otros similares a nosotros, pueda ser que les pase lo de la siguiente anécdota:

Dos ancianos, hablando sobre el envejecimiento, y uno le dice al otro:

- La peor parte se la llevan nuestras mujeres y además ellas se niegan a admitir que envejecen y tratan siempre de esconder sus achaques.

-Tienes mucha razón, pero he encontrado un buen truco para hacerles ver sus discapacidades a través de un sencillo juego: Así, si quieres saber si tu mujer empieza a quedarse sorda, cuando esté de espaldas, para que no te vea mover la boca, colócate a 10 metros de ella y hazle una pregunta. Después, cuando veas que no te responde, acércate a 5 metros. Después a 2 metros y después a 1 metro . Y entonces no le quedará mas remedio que darse cuenta que está sorda.

El anciano encuentra que la idea es muy buena y cuando vuelve a casa se coloca a 10 metros de su mujer y le pregunta con voz fuerte:

-Cariño, ¿que hay de cena?
No recibe respuesta. Entonces se acerca a 5 metros y le pregunta de nuevo:

-Cariño, ¿que hay de cena?
No recibe respuesta, por lo que se acerca a 2 metros y le pregunta:

-Cariño, ¿que hay de cena?
No recibe respuesta. El tipo totalmente asombrado, se aproxima a 1 metro y grita:

-Cariño, ¿que hay de cena?

Su mujer se gira y le dice, con cara de exasperación:

Te lo digo por cuarta vez, ¡¡¡POLLO CON PATATAS FRITAS!!!

Muchas veces y a muchas personas les ha pasado que no logran entender al adulto mayor, platicando con un hermano de la congregación, Salvador Marenco de 85 años, reflexionaba: "Tenía 50 años, mi madre 80. Íbamos caminando yo al compás de los lentos pasos de ella. Le pregunte, si no podía caminar más rápidamente. Me contesta que no lo cree, pero hace el intento y da unos  pocos pasos más grandes y para diciendo que no puede más. En aquel entonces me dije, no lo entiendo, es sólo abrir algo más las piernas para dar los pasos. Ahora 30 años más tarde hago lentos mis pasos al caminar...  ¿Que pasó? ¿No era solamente abrir algo más las piernas para dar los pasos? Hay experiencias en la vida que si uno no las vive personalmente no las puede entender. Y una de ellas es el de envejecer."

La mayoría de las personas le huyen a la vejez como a la peste. Buscan una cantidad de excusas o pretexto artificiosos, comenzando por no decir la edad. Se sacan de encima unos kilos de años o coquetamente preguntan: ¿y cuánto me calcula?. Yo, para evitarme problemas y porque no me gusta mentir por cortesía, prefiero no preguntar y hurgar en un punto tan neurálgico, prefiero no arriesgarme

Debemos aceptar con alegría nuestro envejecimiento, es una oportunidad a la que muchos no logran llegar y Dios en su infinito amor a cada viejo lo colma de sus mimos.

Usted puede envejecer triste o alegremente, Dios le deja esa decisión a tomar cada mañana al levantarse... para empezar póngase en su cama al despertarse a pensar: Estas son mis posibilidades: puedo pasarme el día en cama enumerando las dificultades que tengo con las partes de mi cuerpo que ya no funcionan o puedo levantarme de la cama y agradecer por las que si funcionan. ¿Qué decide?

Siempre piense y acepte que cada día es un regalo de Dios y por el tiempo que mis o sus  ojos se abran, debemos agradecer el nuevo día y traer a nuestro pensamiento las memorias felices que he guardado en mi mente... sólo para dar gracias a Dios por ellas.

No olvide y tenga presente siempre que la vejez es como una cuenta bancaria... uno extrae de lo que había depositado en ella... Entonces, mi consejo para ti sería que deposites gran cantidad de momentos de felicidad en la cuenta bancaria de tus recuerdos.

El problema no es que ya no puedo correr subiendo una escalera. Ahora los escalones los subo pausadamente uno a uno. Tampoco no corro más detrás de un bus para poder alcanzarlo. Ahora me digo filosóficamente "el siguiente no va a tardar".

En realidad después de los 55, debemos de mirarnos como una obra de arte, que en ningún momento deja de funcionar.

A veces lo que me molesta es que las partes de mi cuerpo están gastadas. Tomemos por ejemplo la vejiga. Ya los músculos no tienen la elasticidad para cerrarla y contenerla por mucho tiempo, pero se aprende a ir al baño con los primeros síntomas, a no reírse ni toser ni estornudar, a no tomar nada de líquido cuando se sabe que se va a salir y adonde va no hay baño cerca. Es un aprendizaje que se hace habito con el tiempo. Trata de no usar pañales, aunque creo que es necio, ya que uno nace usándolos y debería ser normal morir con ellos.

Pero el problema menor es el cuerpo y sus menudos como en el pollo. Lo más importante es la mente. Hay muchos humanos sanos, jóvenes, que la mente la tienen según parece para dañar o de adorno para rellenar una cavidad que también podría haber sido llenada con zacate. Podremos tener cuerpos deformes, que tienen que ser llevados de un lado a otro, pero una mente brillantemente activa. El caso más notorio es del físico y profesor británico Stephen Hawkins* que hace 40 años está condenado a una silla de ruedas sin poder moverse. De él se puede decir que es "una mente sobre silla de ruedas".

Por lo tanto la vejez es algo muy subjetivo. No es una enfermedad sino parte de la vida. El final de una vida que cada cual vive según le parece. No se debe escapar de ella, ni negarla, por más cirugías plásticas, mejor o peor hechas, según el bolsillo de cada uno.

A mi me ha tomado 63 años llegar al punto en el cual estoy ahora, todavía firmemente parado sobre mis dos pies, aunque debo confesar que a veces me canso y me siento. Mi mente trabaja todavía, prueba de ello este estudio. Trato de vivir la vida aprendiendo todo lo que puedo, haciendo las cosas, más lentamente, es verdad, pero no dejándolas de hacer y agradeciéndole a Dios todos los días que me despierto porque es una nueva aventura que vamos a emprender conjuntamente, en donde el aprender y vivir depende solamente de mí. ¡¡¡DE NADIE MAS!!!

*Stephen William Hawking (Oxford, 8 de enero de 1942) es un físico, cosmólogo y divulgador científico británico. Sus trabajos más importantes hasta la fecha han consistido en aportar, junto con Roger Penrose, teoremas respecto a las singularidades gravitacionales en el marco de la relatividad general, y la predicción teórica de que los agujeros negros emitirían radiación, lo que se conoce hoy en día como radiación de Hawking (o a veces radiación Bekenstein-Hawking).

Es miembro de la Real Sociedad de Londres, de la Academia Pontificia de las Ciencias y de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos. Fue titular de la Cátedra Lucasiana de Matemáticas (Lucasian Chair of Mathematics) de la Universidad de Cambridge hasta su jubilación en 2009.1 Entre las numerosas distinciones que le han sido concedidas, Hawking ha sido honrado con doce doctorados honoris causa y ha sido galardonado con la Orden del Imperio Británico (grado CBE) en 1982, con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1989, con la Medalla Copley en 2006 y con la Medalla de la Libertad en 2009.2

Hawking padece una enfermedad motoneuronal relacionada con la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que ha ido agravando su estado con el paso de los años, hasta dejarlo casi completamente paralizado, y lo ha forzado a comunicarse a través de un aparato generador de voz. Ha estado casado dos veces y ha tenido tres hijos. Por su parte, ha alcanzado éxitos de ventas con sus trabajos divulgativos sobre Ciencia, en los que discute sobre sus propias teorías y la cosmología en general; estos incluyen A Brief History of Time, que estuvo en la lista de best-sellers del British Sunday Times durante 237 semanas.

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