viernes, 4 de junio de 2021

Dios, El Estrés Y El Anciano Por Saúl Guevara

 


Se ha puesto en alguna ocasión a pensar ¿Cuánto pesa un vaso de agua?

 Cuentan que una psicóloga daba vueltas por una sala mientras impartía una charla de cómo manejar el estrés. De repente tomó un vaso de agua entre sus manos y lo levantó para que los asistentes a su charla pudieran verlo bien, fue en ese momento, que todos pensaron:

 – Ahora nos preguntará si el vaso está medio lleno o medio vacío.

 Pero no fue así, la psicóloga preguntó:

 – ¿Cuánto pensáis que pesa este vaso con agua? y lo hizo con la mejor de sus sonrisas.

 Todos empezaron a lanzar posibles respuestas, que iban desde los 100 a los 500 gramos. Y la psicóloga entonces dijo:

 – El peso absoluto no tiene realmente ninguna importancia, porque depende simplemente de cuánto tiempo sostengo el vaso. Veréis: si lo sostengo durante un minuto no hay ningún problema. Si lo sujeto durante una hora, seguramente me empiece a doler el brazo. Si lo sostengo durante un día entero, entonces mi brazo se quedará entumecido y paralizado.

 En cada uno de esos casos, el peso del vaso no varía, sigue siendo el mismo, pero cuanto más tiempo lo sostengamos, más pesado lo sentiremos.

 Luego de eso, ella continuó diciendo:

 – El estrés y la preocupación son como este vaso de agua. Si pensamos en lo que nos preocupa un rato, no pasa nada, si pensamos en eso un poco más, comenzará a hacernos daño. Si pensamos en eso todos los días, nos sentiremos paralizados, incapaces de hacer nada. Es importante tener en cuenta que caer en eso es lo que te estresa, así que, tan pronto como puedas, suelta toda esa carga. No continúes esa espiral de pensamientos ni te los lleves a casa o a la cama. ¡Recuerda soltar el vaso de agua! Y como aconseja la Biblia: Efesios 4:26 RV "Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo" que parafraseado podemos decir: "Preocupaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestra preocupación"

 En otras palabras, no cargues con tus preocupaciones demasiado tiempo, porque es entonces cuando te comenzarán a pesar.

 Cuando enfrentamos una dificultad o prueba. Santiago 1:2…4 aconseja, "Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna". Cuando enfrentamos dificultades, podemos sucumbir ante el estrés, o podemos verlo como un medio por el cual Dios puede fortalecer nuestra fe y moldear nuestro carácter

 La vida nos lleva a correr, a llenar nuestros minutos sin descanso, a querer dar más incluso de lo que podemos. El estrés nos agota, nos hace daño. Y esta fantástica metáfora es ideal para pararnos a pensar en ello:

 – El estrés no es malo si dura un instante. Empieza a dañar cuando pesa: La comparación del tiempo nos ayuda a darnos cuenta de que el estrés en sí no es malo, sino que en realidad nos daña por la cantidad de tiempo que tenemos que aguantarlo. De hecho, el estrés puede ser activador en un primer momento. El problema llega cuando se convierte en una carga.

 – Es cuestión de tiempo: Cuando tenemos una preocupación, dice esta psicóloga, podemos darle vueltas durante un minuto. De hecho, es algo positivo. Reflexionamos sobre lo que nos preocupa y aceptamos si existen o no soluciones. Pero si seguimos dando vueltas a esta preocupación, terminará por minarnos y agotarnos. El truco está en no dedicar más tiempo a esa preocupación. Solo el justo y necesario.

¿Por qué los adultos mayores son más vulnerables en estas situaciones de estrés? Esto se debe a que una de las cosas que ocurren en nuestro organismo cuando envejecemos es que perdemos la capacidad de enfrentarnos correctamente a situaciones inesperadas. Cuando un adulto mayor debe enfrentarse a situaciones de estrés físico o psicológico, su organismo no responde tan bien como cuando era más joven. No solo eso, sino que además el organismo de un adulto mayor tarda más tiempo en volver a la normalidad una vez que ese estímulo estresante ha desaparecido.

 – Destruye los pensamientos negativos: Pero… ¿cómo deshacernos de esa preocupación que nos agota? No queda otra que practicar el pensamiento positivo. Y aunque al principio cueste hacerlo, con dedicación puede conseguirse.

 Existen muchas técnicas que ayudan a pensar en positivo: desde la meditación hasta juegos como la construcción de un frasco de la felicidad, en donde cada día introducimos pensamientos positivos escritos en un trozo de papel. Potencia el pensamiento positivo. No se trata de pintar todo de rosa, pero sí en no olvidar que a lo largo del día nos pasan cosas muy positivas y que tendemos a olvidarlas con facilidad. No las olvides.

 Todo tipo de estrés es una parte natural de la vida (Job 5:7; 14:1; 1 Pedro 4:12; 1 Corintios 10:13). Pero, la forma como lidiemos con el estrés, depende de nosotros. Si decidimos intentar hacerlo por nuestra propia cuenta, no vamos a encontrar un alivio duradero. La única manera en que podemos tratar con el estrés de manera consistente y exitosa, es con Jesucristo. En primer lugar, debemos creer en Él. Segundo, tenemos que confiar en Él y obedecerle. Debemos confiar en Él para hacer lo que es correcto, porque Sus caminos son siempre los mejores para nosotros. La desobediencia y el pecado pueden producir estrés y nos separa del único medio de paz y gozo. Al obedecer Sus mandamientos, cosechamos las bendiciones del verdadero gozo de parte de un Dios amoroso. Por último, necesitamos buscar Su paz diariamente llenando nuestras mentes con Su Palabra, entregándole todas las cosas en oración, y sentándonos a Sus pies maravillados y en reverencia. Es solo por Su gracia, misericordia y amor que podemos manejar el estrés en nuestras vidas.

S.A.G. – 04 – JUN – 2021

 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario