viernes, 26 de marzo de 2021

Los Ancianos Han De Dar Frutos Por Saúl Guevara

 


La ancianidad es una etapa vital de fecundidad y de servicio maduro, especialmente ayudando y enseñando a niños y jóvenes.

 Las Escrituras, como la Iglesia, por lo general no hablan mucho de la vejez como época de descanso, sino que más bien exhortan una y otra vez a que sea época de productividad, de maduración, de enseñar, de compartir y de oración.

 La Iglesia debe preocuparse por los mayores, muchos de ellos, por lo general son presas de la soledad interior. Las políticas nacionales para este segmento poblacional, no afrontan debidamente el problema por su complejidad, pero, aun así, con las deficiencias de las organizaciones sociales, los retrasos de la legislación oficial y las incomprensiones de una sociedad egoísta, los mayores no hemos de sentirnos y menos situarnos, al margen de la vida de la Iglesia, o creer que somos elementos pasivos en un mundo en excesivo movimiento, hemos de ser sujetos activos y espiritualmente fecundo. Dios no trajo hasta esta edad para haraganear, tenemos todavía una misión que cumplir.

 En el Antiguo Testamento se considera al anciano sobre todo como un maestro de vida, su sabiduría era muy respetada y aprovechada. Además, de que el anciano era transmisor de la sabiduría de Dios: Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos.” Salmo 44:1

 El anciano está llamado a cultivar la semilla de la fe a los niños y jóvenes, a guiarlos en el temor a Dios para que ellos fructifiquen en cristianos comprometidos con el desarrollo humano de su prójimo. “Aun en la vejez fructificarán; Estarán vigorosos y verdes, Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto. Y que en él no hay injusticia.” Salmo 92:14…15

 La palabra de Dios, nos demanda a respetar y escuchar a los ancianos: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová” Levítico 19:32, “…Pregunta a tu padre, y él te declarará; A tus ancianos, y ellos te dirán.” Deuteronomio 32:7

 Los ancianos representan, desde el punto de vista bíblico, al menos siete enseñanzas positivas si se saben vivir desde la sabiduría de la Palabra de Dios:

 

1)    Hay que respetar al anciano

Levítico 19:32 “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová”

 Es una exhortación potente, que hoy en día sea desvalorizado ante el culto que la sociedad de consumo rinde a la juventud. Las Iglesias están llamadas a profundizar en las enseñanzas relativas al tema.

 

2)    Los ancianos nos unen al pasado:

Dios se presenta ante Moisés remitiéndose a una relación previa: “Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob…” Éxodo 3:6. El niño y el joven van a encontrar su identidad con Dios a través de los padres, los abuelos y demás antecesores.

 

3)    En la ancianidad hay fecundidad y servicio

“En la vejez seguirán dando fruto”, dice el salmista. Del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abraham nace todo un pueblo para Dios (como recuerda Romanos 4:18…20). Del vientre estéril de Isabel y de un padre mayor, Zacarías, nace Juan el Bautista, precursor de Cristo. Hay mucho por ver y por hacer en la ancianidad.

 

4)    La ancianidad enseña a todos que esta vida es fugaz

Eclesiastés nos recuerda: “Ten en cuenta a tu Creador en los días de tu juventud, antes de que lleguen los días malos” Eclesiastés 12:1 El salmista recuerda con todo realismo que la vida pasa rápido: “Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos.” Salmo 90:10. Por eso la Escritura propone mirar a Dios y no a las cosas mundanas.

 

5)    La ancianidad prepara para morir con visión sagrada

“Abraham murió en buena vejez, colmado de años, y fue a reunirse con sus antepasados” Genesis 25:7. Esta escena muestra una muerte serena que redondea una vida plena. Cristo, que promete la Resurrección y la ejemplifica, da aún más esperanza y hace más sagrado el morir, que no es mera biología. “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo el que está vivo y crea en mí, jamás morirá” Juan 11:25…26

 

6)    La ancianidad es tiempo de verdadera sabiduría vital

“Enséñanos a calcular nuestros días para que adquiramos un corazón sabio”, dice el Salmo 90. No basta con cumplir años para crecer en sabiduría: hay que reflexionar sobre ellos bajo la enseñanza de Dios “enséñanos a calcular nuestros días” significa “enséñanos a aprender de lo que vivimos y de lo que nos queda por vivir”.

 

7)    La ancianidad enseña a confiar en Dios:

Un anciano ora en el Salmo: “En ti, oh Jehová, me he refugiado; No sea yo avergonzado jamás.” Salmo 71:1. La ancianidad es una época para desengañarse finalmente de muchas vanidades y propagandas falsas y confiar en el Creador de la vida.

 Todas estas enseñanzas preparan al anciano cristiano para dar fruto fecundo, alegre y sereno en sus últimos años.

 Ahora entendamos que ser anciano es mantener la capacidad de dar frutos, solo es cuestión de ponernos a trabajar.

S.A.G. – MAR – 26 – 2021

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