Muchos de los ancianos que están muriendo a causa del Coronavirus han sido los forjadores anónimos demuestra sociedad actual. Son personas que nacieron en una sociedad azotada por la falta de humanidad, sin recursos y luchando por sobrevivir y encima ahora mueren por culpa de una pandemia, solos, sin una mano familiar que les arrope. No se debe minimizar la muerte de nuestros ancianos.
Me pregunto, donde ha quedado aquella ley de Moisés que cita: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” Levítico 19:32. ¿Que honra estamos dando a nuestros ancianos que mueren por cientos a diario por causa de esta pandemia?
Vivimos en una etapa en que todos tenemos miedo y los ancianos también lo tienen. Ellos no quieren morir, tienen pánico de contraer la enfermedad como tú lo tienes de padecerla o de que tus seres queridos se contagien.
Desgraciadamente en estos días de miedo y semanas de incertidumbre, somos testigos de cómo la mayoría de los medios de comunicación intentan calmar a la población diciendo que no se deben alarmar mucho ya que el virus solo ataca y es más mortal en los ancianos.
¡“Solo mata a los ancianos”!
Si… pero esos son los mismos ancianos que han luchado toda su vida para que tú, yo y todos los que ahora tenemos hijos estemos vivos y con derechos porque ellos nos protegieron y ahora nos darían la vida si hiciese falta para que estemos siempre bien. En mi país, a igual que en el tuyo, todos los días los muertos por coronavirus son en su gran mayoría ancianos.
Te has puesto a pensar en… ¿y si fuese al revés?
Es necesario pararse a reflexionar porque si fuese al revés, si fuesen solo adultos o los jóvenes los vulnerables, esos mismos ancianos, nuestros padres, estarían pensando mil maneras para protegernos y cuidarnos diariamente. Jamás se les ocurriría minimizar nuestra muerte porque ellos pudiesen estar fuera de peligro.
Ellos se merecen ese mismo respeto. Se merecen nuestro cuidado y protección y es por ellos que debemos quedarnos en casa, es por ellos que debemos resistir ante esta crisis de salud pública y económica que nos azota con fuerza. Es a ellos que debemos cuidar.
Las sociedades que minimizan la vida de los ancianos y que se prioriza la vida de una persona más joven… está claro que han entrado en un período de crisis muy grande. Solo se podrá parar si nos mantenemos en casa y salimos lo estrictamente necesario; si salimos, tomemos las medidas necesarias de protección, asistámoslos a domicilio con nuestras oraciones, llamemos por teléfono a los ancianos que conocemos y motivémosle a que este ahí resguardado por Dios en su casa., porque el daño colateral es mucho mayor de lo que las personas piensan. No tengamos miedo vacunarnos y vacunarlos.
Sabías que las arrugas son sabiduría del alma
Vivimos en una sociedad donde las personas se centran en intentar aparentar ser jóvenes todo el tiempo sin pensar en que envejecer con afabilidad es la mejor manera de hacerse mayor. Las personas que solo se preocupan por las canas o por sus arrugas porque quieren parecer perfectos, siempre estarán expuestos a que sus almas vayan en caída libre hacia el abismo de la ignorancia, de lo superfluo.
Tomemos muy en cuenta que las personas no huyen de las canas y las arrugas únicamente, huyen de lo que viene con ellas: la vejez. Esa vejez que de joven aprendió a despreciar o que no sentía como algo cercano. Pero todos y cada uno de nosotros, si tenemos la bendición de Dios, llegaremos a la vejez. Llegar a la vejez es una bendición a la que no todos llegan.
Y ahora, pero ya, los ancianos nos necesitan
Los ancianos de nuestra sociedad nos necesitan y no debemos olvidar que somos lo que somos hoy gracias a ellos, gracias a lo que ellos construyeron con su esfuerzo cuando nosotros éramos dependientes.
Hoy nuestros mayores urgen que la sociedad vele por ellos, que no les dejen morir, ellos también tienen miedo al virus, ellos también necesitan que luches contra esto.
Ha habido días en los que nos hemos sentido falsamente seguros pensando que este virus no iba con nosotros. Pero de repente eso ha cambiado cuando en las estadísticas han empezado a aparecer números de contagiados graves y fallecidos sin patologías previas.
Que nuestros ancianos por el coronavirus estén muriendo, no es ley de vida… mueren a causa de que este virus ha aparecido en sociedad.
Están muriendo por culpa de un virus que, si no existiese, ellos seguirían respirando y seguirían a nuestro lado. No importa el tiempo que hayan vivido, su vida es igual de importante. No podemos dejar que una sociedad avance cuando importa más el dinero que la vida o la salud humana.
Esta lucha es de todos, no es algo individual… es supervivencia colectiva. El sufrimiento también es de todos. Dejemos de pensar de manera egoísta por una vez y pensemos en todos nosotros como en una unidad… solo así tendremos la fuerza necesaria para luchar contra esta pandemia.
“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” 1 Timoteo 4:12.
Muchas veces usamos ese versículo para alentar a los jóvenes en general, a tener una conducta irreprensible delante de Dios y los hombres. Ahora, creo alentador recordarlo al mirar las vidas de los jovencitos que llegando a ancianos y siguen sirviendo al Señor. Por supuesto que en el camino hubo luchas, a veces angustias, frustraciones y tristezas. Lo especial de nuestros viejitos es que siguen amando a su Señor, amándose entre ellos, amando a la familia que formaron y sirviendo según sus fuerzas todos los días. ¡No hay excusas! La manera en que servimos puede variar, pero la fuerza e intención del corazón de quien ama a Dios con todas sus fuerzas, con toda su alma y con toda su mente hace la diferencia.
Quizás le temas a la vejez… quizás ya eres una persona mayor… quizás ni se te cruce por la cabeza que llegarás a serlo. No importa cuál sea tu situación, honra hoy a un anciano y da gracias por su vida hoy.
S.A.G. – 12 – FEB – 2021
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