viernes, 4 de septiembre de 2020

¿Y Los Derechos De Los Adultos Mayores? Por Saúl Guevara


El Salvador, si en este país que el Señor me escogió para que viviese, es quizás en el mundo, el único en donde la reapertura económica después del “Quédate En Casa” (que sigue siendo válido), en donde dicha reapertura no se ha realizado apoyada o dirigida dentro de un marco de ley.

Así como lo ha leído es.

Sucede que en este país, los partidos políticos han prácticamente secuestrado el Órgano Legislativo, es en este país en donde la legendaria izquierda guerrillera a llegado a unirse con el tradicional capital inhumano de derecha y todo porque la presidencia de la republica no es de sus partidos. Lo anterior parece simplista, ciertamente así es, pero agréguele usted a su gusto, todos los detalles de sus pro y contras.

Pero es valedero reflexionar dentro de esta problemática, como la de todas las problemáticas del continente, es válido preguntarse: ¿Y Los Derechos De Los Adultos Mayores? ¿Dónde están?

Pero no es solo El Salvador el carente, estamos próximos (noviembre) al 72º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ¿sabías que no existe una declaración universal de los derechos de los adultos mayores, como sí la hay en el caso de los niños y de los pueblos indígenas? Lo que sí existe en las Naciones Unidas es un espacio de discusión formal sobre cuáles son los derechos más relevantes para esta población. Y solo en 1991, cuando se adoptaron los Principios de las Naciones Unidas en favor de las personas de edad mayor

Las Naciones Unidas ha reconocido que hacen falta esfuerzos específicos para mejorar las condiciones de vida de los adultos mayores, incluyendo el acceso a los servicios de salud y de atención a la dependencia. Este último punto es particularmente relevante, pues los adultos mayores son más propensos que otras poblaciones a requerir de apoyo para realizar tareas básicas que la mayoría consideramos como algo muy cotidiano y personal. Por ejemplo, tomar decisiones sobre las finanzas personales o el tratamiento médico a recibir o realizar actividades sumamente privadas como utilizar el baño y ducharse. De acuerdo a estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el 11% de las personas adultas mayores (60+) en América Latina y el Caribe tiene dificultad para realizar al menos alguna de esas actividades. Dicha proporción aumenta considerablemente en los grupos de mayor edad y afecta más a las mujeres que a los hombres.

La discusión técnica más reciente sobre envejecimiento abordó, entre otras, el papel de la autonomía en los servicios de apoyo a la dependencia. Entendió la autonomía como la habilidad de elegir y tomar decisiones de acuerdo con la conciencia, los valores, la voluntad y las preferencias propias.

En un principio, podría parecer difícil conciliar el concepto de autonomía con la idea de necesitar la ayuda de alguien más para realizar actividades de la vida diaria. Sin embargo, mantener en la brújula dicho principio es fundamental para que los servicios sociales y de salud de largo plazo dirigidos a los adultos mayores en situación de dependencia sean de alta calidad.

La pandemia a causa del Covid-19, no ha demostrado que esto no es una tarea sencilla porque implica dilemas complejos como:
·         ¿Qué es más importante, respetar la voluntad del adulto mayor o su seguridad? Por ejemplo, cuando una persona insiste en vivir sola, pero ya ha sufrido algunas caídas (¡por suerte no se ha fracturado la cadera!), y además olvida tomar sus medicamentos y no sigue la dieta adecuada para controlar la diabetes que padece.
·         ¿Qué deben priorizar las personas que atienden a los adultos mayores, las capacidades del adulto mayor para realizar actividades o el tiempo y costos de la atención? Por ejemplo, cuando la opción de asistir parcialmente a un adulto mayor para vestirse toma mucho más tiempo que hacerlo por ellos.
·         ¿Los cuidadores de adultos mayores entienden, viven y responden conscientemente a su rol? La mortandad de adultos mayores en esta pandemia a sido en Hogares de Ancianos o ancianos abandonados.

Frecuentemente, las personas que toman estas decisiones son los familiares y los cuidadores, privando a los adultos mayores del control y opinión para decidir lo que es mejor para sí mismos.

La colectividad de los Adultos Mayores como otro grupo vulnerable muy importante consiste en personas con edades arriba de los 65-70 años, en su mayoría con afecciones de salud subyacentes como enfermedades cardíacas, diabetes y obesidad, hipertensión, insuficiencia urinaria, etc., que “son particularmente susceptibles a hospitalización, enfermedad grave y muerte debido a Covid-19” y enfrentan interrupciones en el tratamiento de sus enfermedades porque los sistemas de salud están abrumados. Este grupo de riesgo representa alrededor de 221 millones de personas en las Américas.  

Es solo cuando se garantizan los derechos humanos para todos, cuando todos los pueblos tienen acceso universal a la salud y sus determinantes socioeconómicos, cuando garantizamos la protección social de los vulnerables y cuando nuestro desarrollo económico aborda la erradicación de la pobreza y el logro del desarrollo sostenible objetivos solo entonces el mundo estará preparado para enfrentar futuras pandemias. Pero tenemos que comenzar este trabajo ahora.

En América Latina y el Caribe hay algunos avances. Cada vez más países incorporan los servicios de atención a la dependencia a sus marcos legales en materia de envejecimiento y discapacidad, y algunos se plantean implementar sistemas integrales de cuidado. Muchos de ellos en esta pandemia han retornado a la actividad, pero han legislado en favorecer la protección de adultos mayores, de 60 a más años, los han dejado en su casa, les retribuyen sus salarios, sus medicinas les llegan a sus domicilios, etc.

Y ¿los cristianos qué?

La vida a veces es dura y no está llena de placeres. Pero nuestros viejos estoy seguro, ellos siempre miraron al Señor y dejaron que fuera y siga siendo su guía. Creo que ellos abrazaron el evangelio de tal manera que la recomendación de Pablo a Timoteo fue una constante en sus vidas: “Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” 1 Timoteo 4:12.

Muchas veces usamos ese versículo para alentar a nuestros hijos, a los jóvenes en general, para que sigan una conducta irreprensible delante de Dios y los hombres. Sin embargo, creo más alentador recordarlo al mirar las vidas de que siendo ancianos siguen sirviendo al Señor. Por supuesto que en el camino hubo luchas, a veces angustias, frustraciones y tristezas. Lo especial es que siguen amando a su Señor, amándose entre ellos, amando a la familia que formaron y sirviendo según sus fuerzas todos los días. ¡No hay excusas! La manera en que servimos puede variar, pero la fuerza e intención del corazón de quien ama a Dios con todas sus fuerzas, con toda su alma y con toda su mente hace la diferencia.

Quizás le temas a la vejez… quizás ya eres una persona mayor… quizás ni se te cruce por la cabeza que llegarás a serlo. No importa cuál sea tu situación, honra hoy a un anciano y da gracias por su vida hoy.
S.A.G. 04 – SEP - 2020



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