viernes, 11 de septiembre de 2020

Los Abuelos Se Fueron Sin Decir Adiós Por Saúl Guevara


La Biblia habla de la muerte como un sueño, se refiere a resurrecciones, el alma y el espíritu en la muerte, y la inmortalidad.

Un Sueño: En Juan 11:11…14 Jesús compara la muerte con un sueño. “Dicho esto, añadió: —Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo. —Señor —respondieron sus discípulos—, si duerme, es que va a recuperarse. Jesús les hablaba de la muerte de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se refería al sueño natural. Por eso les dijo claramente: —Lázaro ha muerto” NVI. La Biblia compara la muerte con un sueño más de cincuenta veces.

Se nos dice en 1º Tesalonicenses 4:15…16 que aquellos que duermen en Jesús resucitarán en su Segunda Venida. “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.”

Quizás, el adiós más difícil de asimilar es el que nunca llega a decirse. En nuestro proceso educativo, nos preparan para llorar a los abuelos cuando parten a su viaje eterno. Y ahora, con la pandemia, nos damos cuenta que para lo que no nos preparan, es para no poder ir a despedirlos y darles un adiós. Esta es la triste realidad del momento, por desgracia, un triste patrón que se replica estos días en toda su crudeza.

Esa es la historia de aquellos que, sin saberlo, han tenido (y tienen) que alojar su dolor a marchas forzadas, sin reencuentros curativos, ni abrazos en que refugiarse. Porque no queda más remedio. Porque el virus es tan mortal que hasta las despedidas de vida se han modificado.

Según los psicólogos, el momento de la despedida es un instante "esencial" para los dolientes, pues permite cerrar una etapa a nivel emocional y empezar el camino de la elaboración del duelo. Cuando esto no se permite, la despedida queda suspendida y da pie a que se puedan crear lo que se conocen como asuntos pendientes. Es entonces cuando empiezan a aflorar las preguntas sin respuesta. Cuando los ¿y si...? y los ¿por qué? comienzan a hacer acto de presencia. Y así las dudas cabalgan en nuestros pensamientos.

Surgen las reacciones emocionales intensas y cambiantes, irritabilidad, rabia, tristeza, bloqueo, así como pensamientos negativos y repetitivos sobre la situación o sobre la persona fallecida son también consecuencia de un duelo no resuelto.

En ningún momento es recomendable ocultar sentimientos, negar emocional y psicológicamente lo que está ocurriendo.

El dolor es inherente en el ser humano y el proceso de duelo hay que vivirlo como cada uno sienta. Este periodo facilita que, poco a poco, se asuma y se asimile la pérdida, haciéndola compatible con el desarrollo de una rutina normalizada en todos los ámbitos. Así, la vida se irá colando entre nuestras manos de manera progresiva.

No despedirse de los seres queridos puede dar lugar a un duelo patológico que podría quedarse enquistado durante años, dando lugar a trastornos del estado de ánimo, ya que deja a las personas instaladas en la rabia que conlleva la negación de la pérdida, aunque el dolor sea individual, saberse arropado por los demás ayuda a asimilar la ausencia y es aquí en debe surgir las expresiones de solidaridad especialmente entre nosotros los cristianos.

De ahí que verse privado de tal abrigo incremente la sensación de aislamiento y soledad que consigo lleva aparejada la pérdida.

Como mecanismo de protección, a menudo, el dolor que provoca una pérdida en estas circunstancias queda, aparentemente, instalado en una nebulosa, pues carecemos de los detalles finales. Autoprotegernos es algo que hacemos naturalmente cuando peligra nuestra integridad física o psíquica. Lo hacemos como mejor sabemos con la finalidad de escapar del peligro.

La situación que vivimos, meses atrás, éramos incapaces de imaginarla o conceptualizarla y esa sensación de irrealidad puede deberse al impacto que ha provocado en nosotros. La realidad de forma intempestiva, la tenemos aquí y seguimos sin saber muy bien cómo manejarla, porque cuando nos sentimos rebasados y nos da miedo. Porque miramos hacia atrás en busca de algún precedente similar, pero no lo encontramos"; no olvidemos que estamos viviendo días inéditos.

José Carlos Bermejo, (doctor en Teología pastoral sanitaria, máster en Counselling y en Bioética y autor de El duelo), recuerda que el dolor no se pospone. "Se vive, se atraviesa, se elabora, se integra. Se pueden posponer algunos ritos presenciales que permitan dar visibilidad a la dimensión social del duelo, laicos o religiosos, íntimos o más abiertos. Cuando las normas lo permitan, será conveniente recuperar encuentros en esta clave".

Esta es la realidad cruda de nuestros días… y nuestros niños… y nuestros jóvenes, aun nuestros adultos, nadie absolutamente nadie, incluyendo nuestra generación de viejos, estaba preparado para no ver e ir a despedirse de aquel que emprende el viaje hacia la mansión de Dios.

Es importante poder crear puentes que nos unan con la persona fallecida y que devuelvan el vínculo de otra manera para ayudar a la elaboración de la perdida. Necesitamos poner lo perdido en un buen lugar, que nos alumbre para seguir caminando, de ahí que ahora muchos encuentran valedero el encender velas o crear álbumes fotográficos como acciones que ayudan a rememorar el difunto, a expresar emociones y a honrar su memoria.


Y así en esta realidad y dejándonos un embrollo de emociones, han partido cientos de abuelos en el mundo.

Si, Los Abuelos Se Fueron Sin Decir Adiós, han partido, han iniciado el viaje hacia una nueva vida y han dado el primer paso para recorrer ese trayecto, de seguro algunos van sorprendidos, porque ahora ya miran cosas que nuestros ojos no ven… no conocían físicamente (porque hasta ahora nadie conoce a Dios), no saben quien es la persona o entidad que los acompaña, pero esta bonita, da seguridad, emana amor, ellos se sienten bien, ya no hay tristeza, ya no hay dolor y algunos perciben de seguro que ya van más allá del sol.

Se fueron los abuelos y aun se siguen marchando y no nos dicen adiós, nada, absolutamente nada pasa si no es por la voluntad de Dios… ¿Qué querrá Dios de nosotros? O ¿Sera que Dios está forjando nuevos hombres para el futuro?... lo que sea estoy seguro que es bueno porque es la voluntad de Él. Lo habíamos apuntado meses atrás, después de estos días muchas cosas en el mundo cambiaran, estamos viendo el surgir de un mundo distinto… valedero es decir estamos viviendo los dolores del nacimiento de una nueva generación humana.

Nuestro Dios, es un Dios de oportunidades y nos esta dando una nueva oportunidad… Aprovéchala.
S.A.G. 11 – SEP – 2020


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