La
Biblia habla de la muerte como un sueño, se refiere a resurrecciones, el alma y
el espíritu en la muerte, y la inmortalidad.
Un Sueño: En
Juan 11:11…14 Jesús compara la muerte con un sueño. “Dicho esto, añadió:
—Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo. —Señor —respondieron sus
discípulos—, si duerme, es que va a recuperarse. Jesús les hablaba de la muerte
de Lázaro, pero sus discípulos pensaron que se refería al sueño natural. Por
eso les dijo claramente: —Lázaro ha muerto” NVI. La Biblia compara la muerte
con un sueño más de cincuenta veces.
Se nos
dice en 1º Tesalonicenses 4:15…16 que aquellos que duermen en Jesús resucitarán
en su Segunda Venida. “Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que
nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no
precederemos a los que durmieron. Porque el Señor mismo con voz de mando, con
voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero.”
Quizás,
el adiós más difícil de asimilar es el que nunca llega a decirse. En nuestro
proceso educativo, nos preparan para llorar a los abuelos cuando parten a su
viaje eterno. Y ahora, con la pandemia, nos damos cuenta que para lo que no nos
preparan, es para no poder ir a despedirlos y darles un adiós. Esta es la
triste realidad del momento, por desgracia, un triste patrón que se replica
estos días en toda su crudeza.
Esa es
la historia de aquellos que, sin saberlo, han tenido (y tienen) que alojar su
dolor a marchas forzadas, sin reencuentros curativos, ni abrazos en que refugiarse.
Porque no queda más remedio. Porque el virus es tan mortal que hasta las
despedidas de vida se han modificado.
Según
los psicólogos, el momento de la despedida es un instante "esencial"
para los dolientes, pues permite cerrar una etapa a nivel emocional y empezar
el camino de la elaboración del duelo. Cuando esto no se permite, la despedida
queda suspendida y da pie a que se puedan crear lo que se conocen como asuntos
pendientes. Es entonces cuando empiezan a aflorar las preguntas sin respuesta.
Cuando los ¿y si...? y los ¿por qué? comienzan a hacer acto de presencia. Y así
las dudas cabalgan en nuestros pensamientos.
Surgen
las reacciones emocionales intensas y cambiantes, irritabilidad, rabia,
tristeza, bloqueo, así como pensamientos negativos y repetitivos sobre la
situación o sobre la persona fallecida son también consecuencia de un duelo no
resuelto.
En
ningún momento es recomendable ocultar sentimientos, negar emocional y
psicológicamente lo que está ocurriendo.
El
dolor es inherente en el ser humano y el proceso de duelo hay que vivirlo como
cada uno sienta. Este periodo facilita que, poco a poco, se asuma y se asimile
la pérdida, haciéndola compatible con el desarrollo de una rutina normalizada
en todos los ámbitos. Así, la vida se irá colando entre nuestras manos de
manera progresiva.
No
despedirse de los seres queridos puede dar lugar a un duelo patológico que
podría quedarse enquistado durante años, dando lugar a trastornos del estado de
ánimo, ya que deja a las personas instaladas en la rabia que conlleva la
negación de la pérdida, aunque el dolor sea individual, saberse arropado por
los demás ayuda a asimilar la ausencia y es aquí en debe surgir las expresiones
de solidaridad especialmente entre nosotros los cristianos.
De ahí
que verse privado de tal abrigo incremente la sensación de aislamiento y
soledad que consigo lleva aparejada la pérdida.
Como
mecanismo de protección, a menudo, el dolor que provoca una pérdida en estas
circunstancias queda, aparentemente, instalado en una nebulosa, pues carecemos
de los detalles finales. Autoprotegernos es algo que hacemos naturalmente
cuando peligra nuestra integridad física o psíquica. Lo hacemos como mejor
sabemos con la finalidad de escapar del peligro.
La
situación que vivimos, meses atrás, éramos incapaces de imaginarla o
conceptualizarla y esa sensación de irrealidad puede deberse al impacto que ha
provocado en nosotros. La realidad de forma intempestiva, la tenemos aquí y
seguimos sin saber muy bien cómo manejarla, porque cuando nos sentimos
rebasados y nos da miedo. Porque miramos hacia atrás en busca de algún
precedente similar, pero no lo encontramos"; no olvidemos que estamos
viviendo días inéditos.
José
Carlos Bermejo, (doctor en
Teología pastoral sanitaria, máster en Counselling y en Bioética y autor de El
duelo),
recuerda que el dolor no se pospone. "Se vive, se atraviesa, se elabora,
se integra. Se pueden posponer algunos ritos presenciales que permitan dar
visibilidad a la dimensión social del duelo, laicos o religiosos, íntimos o más
abiertos. Cuando las normas lo permitan, será conveniente recuperar encuentros
en esta clave".
Esta es
la realidad cruda de nuestros días… y nuestros niños… y nuestros jóvenes, aun
nuestros adultos, nadie absolutamente nadie, incluyendo nuestra generación de
viejos, estaba preparado para no ver e ir a despedirse de aquel que emprende el
viaje hacia la mansión de Dios.
Es
importante poder crear puentes que nos unan con la persona fallecida y que
devuelvan el vínculo de otra manera para ayudar a la elaboración de la perdida.
Necesitamos poner lo perdido en un buen lugar, que nos alumbre para seguir
caminando, de ahí que ahora muchos encuentran valedero el encender velas o
crear álbumes fotográficos como acciones que ayudan a rememorar el difunto, a
expresar emociones y a honrar su memoria.
Y así
en esta realidad y dejándonos un embrollo de emociones, han partido cientos de
abuelos en el mundo.
Si, Los
Abuelos Se Fueron Sin Decir Adiós, han partido, han iniciado el viaje hacia
una nueva vida y han dado el primer paso para recorrer ese trayecto, de seguro
algunos van sorprendidos, porque ahora ya miran cosas que nuestros ojos no ven…
no conocían físicamente (porque hasta ahora nadie conoce a Dios), no saben quien
es la persona o entidad que los acompaña, pero esta bonita, da seguridad, emana
amor, ellos se sienten bien, ya no hay tristeza, ya no hay dolor y algunos
perciben de seguro que ya van más allá del sol.
Se
fueron los abuelos y aun se siguen marchando y no nos dicen adiós, nada,
absolutamente nada pasa si no es por la voluntad de Dios… ¿Qué querrá Dios de
nosotros? O ¿Sera que Dios está forjando nuevos hombres para el futuro?... lo
que sea estoy seguro que es bueno porque es la voluntad de Él. Lo habíamos
apuntado meses atrás, después de estos días muchas cosas en el mundo cambiaran,
estamos viendo el surgir de un mundo distinto… valedero es decir estamos
viviendo los dolores del nacimiento de una nueva generación humana.
Nuestro
Dios, es un Dios de oportunidades y nos esta dando una nueva oportunidad… Aprovéchala.
S.A.G. 11
– SEP – 2020
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