2
Timoteo 4:9 “Procura venir pronto a verme”
Las
personas de más de 65 años son más vulnerables al contagio y a padecer síntomas
más graves
En
medio de la pandemia de Covid-19, las personas mayores de 65 años se han
convertido en uno de los segmentos poblacionales más vulnerables y más
afectados por el coronavirus. Los datos recopilados por los diferentes países
no son definitivos, ya que la metodología cambia de un país a otro. Además, al
inicio de la pandemia apenas se realizaron test a las personas con síntomas y
tampoco entre los fallecidos, por lo que se desconoce la causa de la muerte.
También
en sus inicios existió cierta confusión sobre qué tratamientos aplicar a los
pacientes mayores con coronavirus. Ante el aumento incesante de casos, las
autoridades sanitarias de algunos países optaron por priorizar a los pacientes
más jóvenes, que tenían más posibilidades de sobrevivir, lo que provocó
numerosas críticas por parte de la opinión pública. Esto porque: Nadie tiene el
derecho a decidir si un ser humano puede vivir o no. Solo Dios.
La
actuación de los gobiernos ante los contagios entre personas mayores ha sido
diferente de un país a otro. Bélgica es el país de la Unión Europea con la
cifra más alta de ancianos fallecidos con coronavirus: más del 50% de los
fallecidos vivía en residencias para mayores. Estas cifras tan altas pueden
deberse a que, a diferencia de la mayoría de los europeos, el gobierno belga sí
incluye los casos sospechosos en las estadísticas oficiales, aunque no se les
haya realizado el test.
Aun
así, este método tampoco acaba de convencer a la comunidad científica porque
puede que se contabilicen muertes por causas ajenas al coronavirus.
El
envejecimiento de la población es un problema grave, un mundo actual, donde los
mayores de 65 años representan una quinta parte de la población total, según
datos de 2019. Este fenómeno afecta especialmente a países de Europa.
El
aumento de edad de la población se explica por varios factores, como el
descenso de la tasa de natalidad (número de nacimientos) y el aumento de la
esperanza de vida. Según algunas previsiones, el porcentaje de personas mayores
de 80 años se duplicará entre 2018 y 2100 en el mundo.
Uno de
los principales focos de contagio y mortalidad son las residencias de ancianos
o asilos para ancianos. Es importante destacar que, en estos lugares, la
mayoría de espacios son comunes: la sala de estar, el comedor, los servicios… e
incluso a veces también las habitaciones ya que éstas no suelen ser
individuales.
Además
de convivir en los mismos espacios, las personas que allí residen suelen ser ya
muy mayores y presentan enfermedades y patologías graves, lo que supone un
riesgo añadido ante el contagio de Covid-19.
Según
los expertos, la falta de personal sanitario y de material asistencial
(mascarillas, guantes, geles desinfectantes…) han agravado el número de
contagios y, también, las muertes.
Quedarse
en casa ha sido una de las medidas impulsadas por los gobiernos de todo el
mundo para frenar la pandemia, además de restringir las salidas al exterior y
cualquier tipo de contacto con otras personas potencialmente contagiosas y esto
ha causado que muchas personas mayores estén pasando la cuarentena totalmente
solas en sus hogares.
La
experiencia de la soledad, que puede ser física o emocional, acompaña a muchos
ancianos, se ha agravado por el coronavirus. Por eso, numerosas entidades
sociales han lanzado campañas de sensibilización para seguir acompañando a las
personas mayores en estos momentos, aunque sea en la distancia.
También
se están llevando a cabo otro tipo de iniciativas solidarias para ayudar a las
personas mayores, con una gran implicación por parte de las comunidades de
vecinos. Porque, parafraseando al escritor y periodista Gabriel García Márquez,
no hay ningún lugar más triste que una casa vacía.
La
soledad es una realidad de los ancianos del día de hoy. Los psicólogos
especializados en el tema sostienen dos causas principales que explican su
aislamiento y soledad: el concepto capitalista de la sociedad, según el cual,
“lo que no sirve se tira” y el aspecto individualista de las sociedades
contemporáneas que enfatiza los propios logros e intereses y no el bien de
todos.
La
Biblia no trata específicamente el tema de la soledad, pero hace énfasis en la
necesidad de tener comunión con Dios y con los otros. Menciona a personajes que
sintieron soledad, como Moisés, Job, Nehemías, Elías, Jeremías, David, Pablo y
Jesús. En el Salmo 25:16, David clama: “Mírame y ten misericordia de mí porque
estoy solo y afligido”. Pablo, estando en la cárcel, le suplica a su amado
amigo Timoteo: “Procura venir pronto a verme” (2 Timoteo 4,9…11).
La
Biblia deja constancia de la unidad de Dios con los ancianos. En la zarza
ardiente, Dios se presenta ante Moisés diciéndole: “Yo soy el Dios de tu padre,
el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Éxodo 3:6). El Salmo
44:1 afirma: “Nuestros antepasados nos contaron la obra que realizaste en sus
días, en los tiempos antiguos”.
Hebreos
13:7 nos dice: “Acuérdense de quienes los dirigían, porque ellos les anunciaron
la Palabra de Dios: consideren cómo terminó su vida e imiten su fe”.
Es
preocupante que, en la sociedad, en sus hogares actualmente los ancianos no
cuentan, son descartados, molestan. Se nos olvida que ellos son los que nos
traen la historia, nos traen la doctrina, nos traen la fe y nos la dejan en
herencia. Son los que, como el buen vino envejecido, tienen esa fuerza dentro
para darnos una herencia noble.
Los
abuelos son un tesoro y aquel pueblo que no los respeta es un pueblo sin
memoria y por tanto sin futuro. Nos haría bien pensar en tantos ancianos y
ancianas, los que están en los asilos y los tantos abandonados por los suyos.
La vejez muchas veces es un poco fea por las enfermedades que trae y todo eso,
pero la sabiduría que tienen nuestros abuelos es la herencia que nosotros
debemos recibir.
Como
un grito de protesta o como la voz de desamparados repito el Salmo 71:9: “No me
deseches en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando mi fuerza se acabe.
Aún en la vejez y en las canas, no me desampares, oh Dios, hasta que proclame a
la posteridad las proezas de tu brazo, tu poderío a todos los que han de
venir”.
S.A.G.
28 AGO 2020
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