miércoles, 5 de agosto de 2020

Recapacitemos Cristianamente El Distanciamiento Social Por Saúl Guevara


Si una cosa sobra en esta época de confinamientos, es tiempo y eso es bueno y a su vez peligroso, alguien puede extraviarse en el tiempo, pero también podemos usarlo sanamente para investigar y reflexionar el momento actual junto con nuestro compromiso como cristiano.

No había reflexionado en el hecho de que el pueblo de Dios, no solo tuvo que hacer cuarentena para evitar el contagio de ciertas enfermedades, sino que además le fue impuesto un distanciamiento social. En el libro de Levítico, en el capítulo trece se hablan de estos temas.

Leyendo calmadamente, nos percatamos que no somos los primeros, ni los últimos, los que tenemos que guardar cierta distancia social por el bien de la comunidad toda.  

Pensar en estas cosas, me llevó a recordar a los diez leprosos que se mencionan en Lucas 17. El evangelio lo relata del siguiente modo: “Al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez leprosos, los cuales se quedaron a cierta distancia de él, y levantando la voz le dijeron: ¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!” La distancia a la que tenían que estar los leprosos era de unos cincuenta largos del pie, Aproximadamente dos metros como se recomienda en nuestros días. 

En este tiempo, muchos pasajes de las Escrituras están tomando una mayor dimensión, vamos comprendiéndolos con una perspectiva más amplia. Podemos entender un poco mejor, por ejemplo, la situación que vivían aquellos que eran aislados por razones de salud y conocer los aspectos negativos del estar aislados.

Leer o escuchar el clamor de estas personas: “ten compasión de nosotros”, ahora es diferente que antes de esta pandemia, cuarentena y aislamiento. Hay quienes, al verse aislados, empiezan a entender los sentimientos que entran en juego de alguien que vive un “aislamiento” o de aquellos que están “privados de la libertad”, sin importar las razones. 

Doy gracias a Dios por el descubrimiento que muchos estamos haciendo en este tiempo de cuarentena y aislamiento, en los muchos y diversos aspectos de nuestra vida en comunidad y a partir de la Palabra de Dios. 

Debemos de entender que, si vivimos tiempos extraordinarios o anormales, debemos de hacer cosas diferentes para sacarle un verdadero provecho al momento, algunos lo están encontrando en los chats tan de moda hoy día y lastimosamente por varios mal usados, otros no, otros siguen en las mismas, en las calles, visitando personas, hasta en paseos y no digamos a quienes en su necedad se siguen reuniendo presencialmente.

Escucho en las noticias que en un hospital está internado parte del personal de la salud infectados del virus, por estar atendiendo y tratando de salvar vidas a esos necios. Una funeraria se vio obligada a cerrar sus puertas porque los administradores y empleados de la misma están contagiados del Covid; uno de los fallecidos por el virus, fue llevado allí. Ese enemigo, invisible, que hasta hace unas semanas atrás parecía distante, ahora está más cerca, alguien diría: “a la vuelta de la esquina”. No pretendo con esto, causar ningún tipo de alarma, ni para mí, ni para nadie. Esta realidad, más o menos cercana, me lleva a reconocer que tiene sentido el aislamiento para proteger y cuidar a las personas. 

Ciertamente que el meditar a partir de la Palabra de Dios, no resuelve el problema del coronavirus, ni de la cuarentena y el aislamiento. Pero nos permite vivirlo de otra manera: en primer lugar, poniendo nuestra confianza en el Señor; en segundo lugar, clamar a Él por compasión para el mundo que padece por estas causas. Sabemos de la misericordia y de la compasión del Señor, que lo llevó a morir por ti y por mí; a resucitar para que tu y yo tengamos la certeza de que Él venció todo mal y que su victoria sobre el enemigo, es nuestra victoria; en tercer lugar, armarnos de coraje, refugiándonos en el Señor, para enfrentar lo que haya que enfrentar.

Seguramente esperamos con ansias el momento de conocer la noticia de que se “flexibilizará” un poco más la cuarentena y el aislamiento... pero no debemos olvidar que ese enemigo seguirá ahí, en las calles, siendo portado por el hombre. Quizás esto no ocurra, aún, en los grandes centros urbanos. Por ello pidamos que el Señor nos haga pacientes por medio del Espíritu Santo, y nos lleve a buscar más que nunca este fruto espiritual. Que el Señor nos ayude a comprender que mantener las distancias, hoy, es para el bien de toda la comunidad.

Para mientras el día llega, tratemos de hacer vida preceptos como:
·         Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Romanos 12:12 NVI
·         Siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Efesios 4:2 NVI
·         Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Romanos 8:25 NVI

Llegará ese día en que podamos, una vez más, estrechar las manos, abrazar al otro, como habrán hecho aquellos diez hombres enfermos de lepra, una vez que la autoridad determinó que estaban limpios y que podían dejar el aislamiento y la distancia social.

No dudo en que El Señor hará que de todo esto salgamos fortalecidos. Que así sea. 

“Pues no tengo dudas de que las aflicciones del tiempo presente en nada se comparan con la gloria venidera que habrá de revelarse en nosotros… Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor”. (Romanos 8.18, 38…39).
S.A.G. 05 AGO 2020















                                                                                                                

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