Nuestros mayores merecen ser tratados con
veneración y que tengamos, hacia ellos, una actitud filial. Las iglesias deberíamos
impulsar un compromiso mayor, empezando por las familias y las instituciones
públicas, para que los ancianos puedan estar dignamente en sus hogares.
1
Timoteo 5:8 NVI: "El que no provee para los suyos, y sobre todo para los
de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo."
Dios
nos manda al respeto, la inclusión y cuidado de nuestros ancianos y eso nos
impone una tarea que debemos desarrollar con agrado para que sea del
beneplácito del creador. No es fácil, pero hay que hacerlo, de ahí este
artículo, con el que pretendo dar una sugerencia para esa tarea.
Los
expertos recomiendan planificar las tareas del día, la comunicación con
familiares y evitar una exposición excesiva a la información para evitar la
angustia y la depresión
El
confinamiento por coronavirus puede provocar ansiedad y depresión a la
población en general, sobre todo en personas mayores en confinados en sus hogares
o en asilos de ancianos. La disminución significativa de las actividades y
rutinas cotidianas, una baja estimulación sensorial y una disminución del
contacto social pueden alterar su estado anímico.
La
preocupación de la Iglesia por la atención de los mayores es ciertamente poca,
a pesar que esta se torna más urgente y necesaria en los últimos años debido al
aumento de este sector de la población y al creciente abandono que sufren las
personas mayores de parte de la sociedad, incluso de sus propias familias.
Los
expertos alertan de que la situación excepcional por Covid-19 acentúa el
aislamiento social de este sector generacional. Si la persona que vive sola
solía salir y tener contacto social, el aislamiento puede influir negativamente
en su estado de ánimo, favoreciendo ciertos estados depresivos. No hay que
olvidar que ser población de riesgo los puede llevar a tener una percepción más
negativa de la situación, con un aumento de la sensación de vulnerabilidad y
miedo.
En
la medida en que se transita hacia una edad cada vez más avanzada, la fe pasa a
ser menos activa y más pasiva, lo cual no implica que no se generen nuevas
expresiones tanto públicas como privadas y principalmente, íntimas de la fe,
las cuales generan cambios en las percepciones del mundo material y espiritual.
Ante
el actual aislamiento y para reducir la angustia, se recomienda a la gente mayor
pensar que es una situación momentánea que, a pesar de su importancia, pasará.
Se trata de ver que es un hecho temporal. Hay que poner el pensamiento en el
mañana. A menudo, cuando la realidad del momento no es agradable, pensar en lo
que encontraremos cuando termine nos puede ayudar.
Todos
nosotros estamos creciendo en edad, no solamente como individuos sino como
miembros de una comunidad de fe. El crecimiento espiritual de las personas de
edad es afectado por la comunidad y afecta a la comunidad. El hecho de entrar
en la edad avanzada exige la atención de toda la Iglesia. La manera en que la familia
de la fe se relacione con las personas de edad que forman parte de su comunidad
reconociendo su presencia, motivando sus contribuciones, respondiendo a sus
necesidades, y proveyendo oportunidades apropiadas para su crecimiento
espiritual, así podemos medir su madurez espiritual de la Iglesia.
Gálatas
6:10 RV: "Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y
mayormente a los de la familia de la fe."
Mantener
la comunicación con los familiares y amigos también es clave. Deben evitar
encerrarse en sí mismos y procurar un contacto regular con amigos y familiares
ya sea por teléfono o videoconferencia. Hay una parte importante de la
población mayor, casi el 50 % de los mayores de 65 años, que ya se conecta a
internet desde su casa y en la mayoría de los casos lo hacen a través de su celular.
Pareciera ser que WhatsApp es la aplicación preferida, es importante que en
situaciones excepcionales como loa que ahora vivimos, estas comunicaciones se
acentúen, motivemos el uso de esa herramienta como canal de sociabilización.
Para
aquellos que navegan por internet, es un buen momento para entrar en contacto
con comunidades virtuales para compartir intereses: libros, cine, cocina,
fotografía, etc. Y también es una oportunidad para aprender a hacer cosas
nuevas a través de la red, por ejemplo, apuntarse a algún curso de pintura o de
escritura.
Un
enemigo del aislamiento es la inactividad. Por lo tanto, también es clave
planificar las tareas a realizar cada día, aunque muchas de ellas puedan ser a
nivel doméstico. No importa que sean actividades menores, el objetivo es evitar
la inactividad que puede desembocar en un bajo estado de ánimo. Se procurará
seguir unas rutinas cada día: respetar el horario de levantarse, de irse a
dormir, de las comidas, entre otras cuestiones.
El
ejercicio físico debe ser recomendado y fomentado: 1 Corintios 6:19 NVI:
"¿Acaso no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, quien está en
ustedes y al que han recibido de parte de Dios? Ustedes no son sus propios
dueños"
Las
tareas domésticas, más allá de ayudar a mantener la mente ocupada, también son
una forma de ejercicio físico: hacen que las personas se muevan por casa y que
circule la sangre. Para contribuir a mantener una salud general, se recomienda,
pasear diariamente, en la medida de lo posible, por los diferentes espacios de
la casa, es importante y determinante mantenerse activo.
Y
sobre todo, evitar la exposición excesiva a información sobre el coronavirus.
Está bien mantenerse informado, pero hay que elegir medios de comunicación
contrastados y reservar unos momentos concretos para hacerlo. También es
necesario saber desconectar de las noticias.
Como
pueblo de Dios y sin importar el estatus económico que poseamos, estamos
llamados a ser compasivos. A dar siempre con generosidad. No podemos ser
egoístas y llevar agua solo para nuestro molino. La iglesia primitiva es el
claro ejemplo de cuan compasivos fueron unos con otros, ya que podemos leer
varios relatos sobre como muchos de ellos estuvieron dispuestos a vender sus
posesiones y que sirvieran para el bien de todos (Hechos 4:36…37). Si conocemos
las necesidades de otros demos con compasión.
No
podemos pasar por alto ese hecho, es el más importante de todos. Siempre hemos
de Dar la Gloria a Dios por su magnífico poder, su fidelidad, su bondad y su compasión.
Porque a pesar de la maldad de su pueblo, Él sigue obrando de acuerdo a su
soberanía. Dios es soberano a pesar de ti y de mí. Porque para Él no hay nada
imposible. Lo que para el hombre no parece solucionarse, para Dios resulta
posible. Por eso el Pablo escribió: A Él sea la Gloria en la iglesia y en
Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén (Efesios
3:21).
Haz
tu lo posible y deja que Dios haga lo imposible.
S.A.G.
17 JUL 2020
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