Isaías
46:4 RV "Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo
hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré."
Si
Jehová nuestro creador considera así a los ancianos, ¿quiénes somos nosotros
para ahora despreciarlos?
La
tasa de mortalidad de Covid-19 para las personas mayores es cinco veces más
elevada que el promedio mundial para el resto de la población y nuestra
respuesta al Covid-19 debe respetar los derechos y la dignidad de las personas
de edad. Ninguna persona, joven o vieja, es prescindible.
En
el contexto de la discriminación por edad, la autonomía para las personas
mayores, las disparidades en la protección social y la atención médica durante
la pandemia, así como la falta de poder de decisión, para con las personas
mayores la crisis está exacerbando las brechas existentes en la protección de
los derechos humanos y sociales, así como los desafíos económicos".
Urge
y necesitamos defender ahora los derechos de las personas mayores, nadie y
ninguna autoridad terrenal puede o debe reprimir, negar o eliminar el disfrute
de todos los derechos humanos por parte de las personas mayores.
No
negare que como persona de edad que soy, con la responsabilidad de una familia
y una feligresía de la iglesia a la que sirvo, estoy profundamente preocupado
por la pandemia a nivel personal y por sus efectos sobre nuestras sociedades. La
gerontofobia generalizada, el miedo al Covid-19, la degeneración propia y la
muerte relacionada con la edad alimentan los prejuicios, la discriminación y en
última instancia, como está sucediendo actualmente, el derecho a la salud
negado para los que padecen coronavirus, esta negación es una fragante violación
de los derechos humanos en la edad avanzada.
Al
mismo tiempo, señaló que las personas mayores contribuyen de maneras poco
imaginables, a sus familias y comunidades, sacrificando comúnmente su propio
bienestar para cuidar a los demás, incluida la ayuda de hijos y nietos: Por
ello, nuestra respuesta Covid-19 debe ser consciente de todos estos asuntos y
debe respetar los derechos y la dignidad de las personas mayores.
El
impacto en la salud y los servicios de atención a largo plazo para las personas
mayores debe reconocer y enfrentar los desafíos particulares que enfrentan,
incluida su capacidad para acceder a tratamiento y atención médica.
Las
personas mayores tienen los mismos derechos a la vida y la salud que todos los
demás, las decisiones difíciles en torno a la atención médica que salva vidas
deben respetar los derechos humanos y la dignidad de todos. Nadie,
absolutamente nadie, solo Dios, tiene el derecho de decidir sobre la vida. 1
Samuel 2:6 NVI "Del Señor vienen la muerte y la vida; él nos hace bajar al
sepulcro, pero también nos levanta"
Y
aunque el distanciamiento físico es crucial, no debemos olvidar que somos una
comunidad y todos nos pertenecemos el uno al otro.
Es
necesario introducirlos, llevarlos y adaptarlos a la tecnología del momento. Y
la tecnología digital debe mejorarse para mitigar las restricciones de
movimiento que pueden interrumpir la atención, el apoyo y la inclusión social
esenciales para las personas mayores.
Por
otra parte, más allá del impacto inmediato en la salud, la pandemia está
poniendo a las personas mayores en mayor riesgo de pobreza, discriminación y
aislamiento, lo más probable es que tales riesgos causen un impacto devastador
en los países en desarrollo, donde los servicios de salud pública y protección
social se ven abrumados por el virus.
Además,
toda respuesta social, económica y humanitaria al Covid-19 debe tener en cuenta
las necesidades de las personas mayores, en particular en términos de cobertura
sanitaria universal, pensiones, empleo y protección social. La mayoría de las
personas mayores son mujeres, que tienen más probabilidades de entrar en este
período de sus vidas en la pobreza y sin acceso a la atención médica. Las
políticas deben estar dirigidas a satisfacer sus necesidades.
"¡Levanta
la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!"
Proverbios 31:9 NVI
Las
personas mayores no deben ser tratadas como personas invisibles o impotentes,
sino reconocidas por sus diversas experiencias y las múltiples formas en que
están contribuyendo a superar esta crisis. Muchas personas mayores dependen de
un ingreso y están totalmente dedicadas al trabajo, a la vida familiar, a la
enseñanza y el aprendizaje, y al cuidado de los demás.
Su
participación en la respuesta a la pandemia debe ser tenida en cuenta y su
conocimiento y buenas prácticas compartidas como parte de la recuperación. Sus
voces y liderazgo cuentan.
Seamos
leales a nuestros ancianos, propiciemos y procuremos que la recuperación siempre
es mejor y bendecida al hacerla juntos: Malaquías 2:10 "¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo
Dios? ¿Por qué nos portamos deslealmente unos contra otros, profanando el pacto
de nuestros padres?
Para
superar esta pandemia juntos, necesitamos un aumento en la solidaridad tanto global,
como nacional y las contribuciones de todos los miembros de la sociedad,
incluidas las personas mayores.
Esto
requiere una legislación humanitaria y no política, adecuada a nivel nacional,
un impulso hacia una convención internacional sobre los derechos humanos de las
personas mayores a nivel mundial y una inversión sostenible en sistemas de
salud, atención y protección social que garanticen la dignidad y los derechos
de las personas mayores.
A
medida que buscamos recuperarnos mejor, necesitaremos ambición y visión para
construir sociedades más inclusivas, sostenibles y amigables con la edad que
sean aptas para el futuro.
No
desechemos a la creación máxima de Dios porque esta vieja, tan solo recordemos
y tengamos presente a: Deuteronomio 34:7 "Aunque Moisés tenía ciento
veinte años cuando murió, no se habían apagado sus ojos, ni había perdido su
vigor."
S.A.G.
19 JUN 2020
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