“Delante
de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios
tendrás temor. Yo Jehová” Levítico 19:32 RV.
En
estos días de coronavirus, nos ha tocado leer y ver la tragedia de tantos
ancianos que han muerto en unos meses… son tantos como no tengo memoria. Ellos alguna
vez fueron jóvenes y vigorosos. Dedicaron sus vidas a Dios, talvez otros no. No
los puedo imaginar de otra manera que no sea sirviendo a su familia y a Dios.
La
vida a veces es dura y no está llena de placeres. Pero ellos siempre miraron al
Señor, al futuro y dejaron que fuera y siga siendo su guía. Creo que muchos de ellos
abrazaron el evangelio de tal manera que la recomendación de Pablo a Timoteo
fue una constante en sus vidas: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al
contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de
hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza” 1 Timoteo 4:12.
Muchas
veces usamos ese versículo para alentar a nuestros hijos, a los jóvenes en
general, para que sigan una conducta irreprensible delante de Dios y los
hombres. Sin embargo, creo más alentador recordarlo como meta cumplida, al
mirar las vidas de ancianos que se han ido en la esperanza y fe de encontrarse
con el Señor. Por supuesto que, en el camino de sus vidas, hubo luchas, a veces
angustias, frustraciones y tristezas. Lo especial es que aun al último momento,
siguieron amando a su Señor, amándose entre ellos, amando a la familia que
formaron y manteniendo la fe en sus fuerzas todos los días.
¡No
hay excusas!... La manera en que vivimos puede variar, pero la fuerza e
intención del corazón de quien ama a Dios con todas sus fuerzas, con toda su
alma y con toda su mente hace la diferencia.
Quizás
le temas a la vejez… quizás ya eres una persona mayor… quizás ni se te cruce
por la cabeza que llegarás a serlo. No importa cuál sea tu situación, honra hoy
a un anciano y da gracias por su vida hoy.
Con
el mundo bajo la orden de permanecer en casa, muchos estamos experimentando
esta sensación de impotencia frente al sufrimiento de otras personas. En
condiciones normales, habría comida que preparar y visitas a los hospitales, a
las casas de los abuelos, a los asilos, entre cosas por hacer. Pero estos no
son días normales.
Sin
embargo, no somos impotentes. Todo lo contrario. Una de las cosas más efectivas
que podemos hacer por nuestros vecinos de todo el mundo es arrodillarnos y
buscar a Dios, la fuente de la ayuda misma.
He
gritado en estas paginas por el amor, el respeto, la entrega mutua hacia
nuestros viejos y hoy quizás con espanto, quizás preocupado porque también ya
soy un viejo o asustado por enterarme a diario cuantos en el mundo caen ante
este virus… hoy tan solo lo invito amigo lector a que levantemos una oración en
memoria de esos abuelos y abuelas que en la soledad de un campo santo han sido
enterrados sin el riego de las lagrimas de los seres que ellos amaron…
Dios Padre, tu das y tu quitas,
Sabemos Señor,
Que tus pensamientos,
No son nuestros pensamientos,
Pero también sabemos,
Que tu tienes el control de todo
Y eres expresión pura de amor.
Eres Dios de misericordia y amor,
ponemos en tus manos amorosas
a nuestros ancianos y ancianas
que has llamado de esta vida a tu presencia.
En esta vida les demostraste tu gran amor,
y ahora que ya están libres de toda preocupación
concédeles pasar con seguridad las puertas de la muerte
y gozar de la luz y la paz eterna.
Habiendo terminado su vida terrena recíbelos en el paraíso,
en donde ya no habrá tristeza ni dolor,
sino únicamente felicidad y alegría con Jesús, tu Hijo,
y con el Espíritu Santo, para siempre.
Amén.
S.A.G.
26 JUN 2020
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