Son
alarmantes los reportes de personas mayores abandonadas en asilos o de
cadáveres sin reclamo en las mismas instituciones. Se trata de algo
inaceptable, la sociedad y en ella los cristianos, tenemos el deber de ser
solidarios y proteger mejor a las personas mayores ahora que son éstas las que
sufren un riesgo mayor de muerte a causa del Covid-19. “Todos tenemos la
obligación de protegerlas de esa amenaza”.
Los
ancianos son uno de los más proclives a adquirir el virus, por lo que tienen
necesidad de cuidados o asistencia, además de que muchas viven en entornos de
alto riesgo, aun entre sus familias y no digamos los asilos.
Si
bien las personas mayores se han hecho visibles por su vulnerabilidad frente al
Covid-19, no se han escuchado sus preocupaciones u opiniones. Al contrario, se
ha evidenciado el desprecio de las sociedades por la vejez. “Esto lo hemos
visto en el lenguaje cruel y deshumanizado que circula en las redes sociales,
que hace énfasis en la vulnerabilidad e ignora la autonomía de los ancianos.”
La
Biblia, nos llama a garantizarles el apoyo esencial que no coloque en riesgo a
las personas mayores ni a quienes las cuidan; todas las generaciones deben unirse
para sortear esta crisis con solidaridad.
1Tito
5:1 dice “No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu
padre.” (NVI)
No
debemos tratarlos como si fueran iguales a nosotros porque tanto en su aspecto
físico, mental o emocional pueden sufrir ciertas debilidades, por lo cual en
amor deberíamos darles la más alta consideración.
A
veces solemos ser rudos con ellos y olvidamos del cuidado y paciencia que ellos
tuvieron por nosotros. Más bien, si alguna vez nos toca corregirlos debemos
hacerlo con mucho respeto y paciencia porque esto demuestra que
independientemente de la vida que hayan tenido o las actitudes que ahora
muestren nosotros tenemos la mejor intención de honrarlos.
En
la Biblia vemos que cuando se habla de honrar a los padres ancianos se refiere
a la ayuda económica que les debemos dar. Podemos ayudarles alzando sus manos
cansadas como lo hicieron Ur y Aaron con Moisés. Ellos nos han bendecido
durante su vida y lo siguen haciendo ahora mediante sus buenos consejos. Jesús
reprendiendo a los fariseos por su hipocresía les dijo: Mateo 15:4…6 NVI “Dios
dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y también: El que maldiga a su padre o a
su madre será condenado a muerte”. Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo
puede decir a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera darte ya la
he dedicado como ofrenda a Dios. En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a
su padre. Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios”
Se
entiende que los fariseos enseñaban a sus feligreses a no ayudar económicamente
a sus padres ancianos quebrantando de este modo el mandamiento de la honra.
Una
de las buenas costumbres en la iglesia primitiva, tanto en la iglesia de Jerusalén
como las iglesias gentiles, era ayudar a las viudas de más de 60 años cuyos
familiares no estaban cerca de ellas. Remunerando de este modo, en gratitud,
por todo el trabajo hecho en vida. Hoy no obstante muchos padres son
abandonados, dejados a su suerte.
Algunos
han dicho que es algo malo llevarlos a un asilo de ancianos. Es malo si es la
forma de deshacernos de ellos como tirarlos porque ya no son útiles, puede ser
bueno si ese lugar es un lugar de descanso, de esparcimiento, un lugar de
cuidado y donde constantemente se vele por ellos y se les visite. Porque puede
darse el caso de tenerlos en la casa e igual son descuidados.
Pablo
dice quiénes deben ayudar a los ancianos, dice que primero la familia y luego
la iglesia: 1Timoteo 5:3…4 “Reconoce debidamente a las viudas que de veras
están desamparadas. Pero, si una viuda tiene hijos o nietos, que estos aprendan
primero a cumplir sus obligaciones con su propia familia y correspondan así a
sus padres y abuelos, porque eso agrada a Dios” NVI
¿Qué
deben hacer los ancianos y qué deben pensar?
1. Confiar
y depender en Dios. Un ejemplo lo tenemos en Abraham quien a su edad de 100
años fue llamado por Dios y heredó sus bendiciones por la fe en las promesas.
Génesis 24:1 “Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Jehová había
bendecido a Abraham en todo”
2. Creer
que Dios cumplirá su propósito en ellos y sus generaciones.
3. Servirle
en la vejez: Con Dios no hay jubilación: aún pueden ser de utilidad como
Moisés, como Caleb, como Pablo o Pedro.
4. Los ancianos
deben ser un ejemplo para sus nietos y para la gente más joven: Hay consejo
para ellos en la Biblia, Tito 2:2…5, “Que los ancianos sean sobrios, serios,
prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. Las ancianas asimismo
sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras
del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,
a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos,
para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.
5. Olvidar
lo malo, disfrutar de lo bueno, ponerse a cuenta con Dios.
6. Prepararse
para la eternidad recibiendo a Cristo en el corazón.
7. Buscando
la paz para con el prójimo y la familia, reconciliándose y perdonando.
Si
somos educados bajo los Preceptos del Reino de Dios, tendremos un reverente
respeto por los ancianos en general y especialmente por los que se ocupan en la
predicación o la enseñanza. “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por
dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” 1
Timoteo 5.1
Saber
llegar a esa etapa de la vida es también un reto a superar. Muchos en nuestro
tiempo tratan de parar el tiempo y parecer jóvenes siempre. Los jóvenes y
adultos en general debemos considerar que un día seremos ancianos para
cuidarnos y aprovechar nuestro tiempo, prepararnos para llegar a esa etapa.
No
sea que llegue a ser como dice Eclesiastés 12:1 “Acuérdate de tu Creador en los
días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los
cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;”.
Hoy
debemos sembrar para que un día cosechemos honra, debemos sembrar para tener un
buen carácter, buenos recuerdos y una familia que nos ame. Deberíamos
preguntarnos ¿Cómo quiero que sean mis años en la última etapa? Las personas
hacen planes a corto plazo, a mediano y a largo, pero pocos empiezan a pensar
en que serán ancianos sino a partir de los 40 o 50. La mejor forma de llegar a
una ancianidad llena de buenas anécdotas y experiencias es acordarnos de
nuestro creador hoy y seguir sus mandamientos mientras que disfrutamos de este
tiempo.
S.A.G.
15 MAY 2020
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