viernes, 1 de mayo de 2020

Cristianos No Olviden Los Derechos Del Anciano Por Saúl Guevara


La potencia de Dios se puede revelar en la edad senil, incluso cuando ésta se ve marcada por límites. Los salmos nos lo dicen: Salmo 92:14 "Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes" y Salmo 91:16 "Lo saciaré de larga vida, Y le mostraré mi salvación"  

El designio de salvación de Dios se cumple también en la fragilidad de un cuerpo anciano, débil e impotente. Del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abraham nace el Pueblo elegido (Romanos 4:18…20). Y del vientre estéril de Isabel y de un viejo lleno de años, Zacarías, nace Juan el Bautista, precursor de Cristo.

Desde siempre, los pueblos que se precian de responsables y sabios, han respetado, cuidado y honrado a sus ancianos. En el oriente, la tradición está fuertemente atada a los mayores y cada persona nace y crece sabiendo que se les debe honra y cariño. La Biblia, como libro que refleja la vida de un pueblo del oriente, no es ajena a esta realidad. Basta leer en Salmos, Proverbios y Eclesiastés, para conocer la idiosincrasia judía que ve en la cabeza blanca de sus ancianos un signo de tiempos vividos, de aprendizajes efectuados, de sabiduría a tener en cuenta.

¿Que nos pasó a los pueblos occidentales?

Digo occidentales y pienso en occidentales y cristianos. Porque los pueblos autóctonos de estas tierras sabían de la sabiduría de los ancianos; los consejos triviales de ancianos son un claro ejemplo de la autoridad depositada en ellos.

Pensando esto hoy, desde mi encierro de cuarentena e identidad cristiana, leyendo esas espantosas noticias de las decenas de ancianos hallados muertos por Covid-19 en los diferentes países de las américas, me pregunto ¿Qué paso?

La mayoría de las muertes en abandono provienen de hogares de ancianos. ¿Qué pasa con estos adultos mayores? Las denuncias dicen que fueron abandonados, sometidos a situaciones de maltrato y abuso que muchas veces no son registrados como tales, solo porque la pandemia acalla las voces de justicia.

¿Qué tipo de maltrato sufrieron? Los expertos identifican varios tipos: Maltrato físico, emocional, por descuido o abandono, cultural y estructural.

“Honra a tu padre y a tu madre”, nos han enseñado y aunque a veces es cierto que hay padres o madres que no han sabido ni querido buscar el cariño y el respeto de sus hijos e hijas, es verdad que los ancianos constituyen un grupo vulnerable y por lo tanto, un sector que debe ser protegido.

Para nosotros los cristianos, no es suficiente que tan solo oremos por nuestros padres, sino que debemos tratarlos con una ilimitada compasión, recordando que cuando éramos unos niños desvalidos ellos nos prefirieron a sí mismos.

Los tiempos actuales hacen que lo que está escrito en las tradiciones, sea imposible de cumplir en la práctica, me dicen algunas personas y tienen también razón. La gente ahora trabaja todo el día, no tiene espacio en sus hogares y apenas puede arreglarse con su propia vida. ¿Cómo hacerse cargo de un anciano o anciana? Así, con esas motivaciones atendibles, los hogares de ancianos están llenos de abuelos que no saben nada más de aquellos hijos que vieron nacer y crecer, de los nietos que esperan en vano, vayan a verlos. El abandono es una forma de maltrato que se lleva sigilosamente las ganas de vivir de cualquier ser humano. Cuando hay afectos y ganas, muchos problemas encuentran soluciones.

La sociedad también es expulsiva de los ancianos; como su valor de mercado y de mano de obra es escasa o nula, se tornan descartables. Los planes sociales no contemplan su realidad, precaria en salud y fuerzas. Los aportes de toda una vida de trabajo son apenas suficientes para adquirir medicamentos y es ahí donde muchos se hacen dependientes de sus hijos o nietos, con todas las posibilidades de ser maltratados o abusados. Las calles también están llenas de peligros y obstáculos para quienes se desplazan, por sus años, con dificultades motoras.

Las iglesias olvidan a menudo las necesidades diferentes de quienes portan canas. Predican sobre los ancianos, pero pocas comunidades plantean actividades para ellos y les dedican tiempo de reflexión. Incluso, en muchas comunidades, las personas mayores son vistas como obstáculos ya que muchos se resisten a los cambios y son dejados de lado por las liturgias y celebraciones. Es importante que en cada iglesia haya espacios para todos y todas, con sus necesidades y sus maneras de alabar a Dios.

Cuando los ojos de una anciana o un anciano me encuentran en las calles de la ciudad y es el invierno los veo vendiendo algo para subsistir, una enorme carga me invade el alma. Ellos deberían estar cuidados, respetados, descansando de toda una vida de esfuerzos y están ahí, dejando sus últimos años sin disfrutar.

Amados hermanos líderes de iglesia, personas de corazón altruista, hay mucho para hacer cuando salgamos de esta pandemia. Si queremos ser seres humanos consientes, tenemos la misión de cuidar y respetar a los mayores. Si nos guía la fe cristiana, deberíamos tomar más ejemplos de nuestro libro sagrado y ver que las misiones y las promesas divinas muchas veces llegaron en la ancianidad (Abraham, Moisés, Simeón, Isabel y Zacarías). La imagen y semejanza de Dios no se desvirtúa con los años, por lo tanto, no hay excusas para que nosotros la desvirtuemos.

El libro sapiencial nos recuerda: Eclesiastés 12:1...2 "Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia"

Este enfoque bíblico de la vejez impresiona por su objetividad. Además, como recuerda el salmista, la vida pasa en un soplo y no siempre es suave y sin dolor: "Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos" Salmo 90:10  

Permítanme terminar así: “Padre de todos, te damos gracias porque todos los hombres, mujeres y niños nacemos libres e iguales en dignidad y derechos. Ayúdanos a vivir en tu presencia como hermanos y hermanas. Señor Jesús, llegaste entre nosotros como uno más y no te aceptamos. Todavía hoy, en muchos países, a multitudes de nuestros hermanos y hermanas se le niegan sus derechos. Espíritu Santo, ven y pon luz en nuestros corazones, en nuestras iglesias, ven y enséñanos la sabiduría que nace de nuestros ancianos, hijos e hijas de Dios. Danos poder para crear un mundo donde quepamos todos. Señor, ya que nacemos seres libres, deja que permanezcamos libres hasta que ya canosos retornemos a Ti”
S.A.G. 01 MAY 2020


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