viernes, 13 de marzo de 2020

Cambios Mentales De La Tercera Edad Por Saúl Guevara


"Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos" Salmos 32:8 RV

La tercera edad no solo presenta en quienes la viven cambios físicos, sino que el modo de pensar también evoluciona principalmente en la memoria, atención, inteligencia y creatividad.

Cuando indagamos sobre la vejez, encontramos que la mayoría de personas piensan que la vejez es una etapa caracterizada por el declive en todas las funciones del organismo, incluyendo las del conocimiento o las relacionadas a él.

Pero contrario a ello, las investigaciones revelan que los cambios psicológicos en la memoria, la inteligencia, la atención o la creatividad propios del envejecimiento son menores de lo que creemos.

En esta edad, se dan cambios en la mayor parte de funciones y procesos psicológicos. Pero a modo general podemos afirmar que estos cambios no se producen de forma equivalente en todas las personas, sino que se ven influenciados de forma clave por factores como la salud física, la genética o el nivel de actividad intelectual y social.

En esta ocasión trataremos de focalizar el análisis del desarrollo durante la tercera edad en los aspectos psicológicos más estudiados en este campo: las capacidades atencionales, los distintos componentes de la memoria, la inteligencia y la creatividad.

a.    Atención

Es innegable la existencia de un declive en el funcionamiento de los procesos atencionales a lo largo que envejecemos, estos cambios no se dan por igual en todos los tipos de atención. Para entender el deterioro propio de esta etapa vital es necesario describir en qué consisten la atención sostenida, la dividida y la selectiva.

Es atención sostenida cuando una tarea requiere que mantengamos la atención fija en un mismo estímulo durante un periodo de tiempo relativamente prolongado. Las personas mayores son menos precisas al iniciar las tareas, pero su grado de acierto no se reduce más que el de los jóvenes a medida que pasa el tiempo.

Pero resulta más marcado el deterioro en la atención dividida, la que consiste en alternar la atención entre distintas fuentes estimulares o tareas. El grado de eficacia es más bajo cuanto mayor sea la dificultad y el número de las tareas a través de las cuales se evalúe este tipo de atención.

Ahora bien, la atención selectiva nos permite atender de forma prioritaria a determinados componentes estimulares, por encima de otras experiencias perceptivas menos relevantes. Las diferencias entre personas jóvenes y mayores sólo aparecen cuando las tareas son difíciles y cuando es necesario ignorar una cantidad importante de información irrelevante.

b.    Memoria

La memoria sensorial, que es la más inmediata de los almacenes de memoria, muestra generalmente un declive ligero, como consecuencia del envejecimiento. La memoria a corto plazo de tipo pasivo no parece verse afectada por la edad excepto por un pequeño descenso en la velocidad de recuperación de la información.

Diversos estudios longitudinales (los efectuados a lo largo del tiempo), revelan que la memoria operativa o de trabajo sí empeora a lo largo de la vejez, en especial a partir de los setenta años. Esto se asocia a las dificultades para manejar los procesos atencionales que hemos descrito en el apartado anterior.

En cuanto a la memoria a largo plazo, cuando requiere del material de tipo procedimental o declarativo no se producen déficits asociados a la vejez. En cambio, los recuerdos episódicos o autobiográficos se deterioran a medida que la edad avanza, si bien los de la segunda década de vida se mantienen más que los del resto.

Podemos resumir y afirmar que el deterioro de la memoria no se asocia a la vejez de forma directa sino a través de la aparición de déficits cognitivos de intensidad patológica, lo cual no sucede en todas las personas. Por otra parte, cuando los problemas de memoria son ligeros resulta relativamente sencillo compensarlos con estrategias conductuales.

c.    Inteligencia

Se han encontrado diferencias en la inteligencia en función de la edad, éstas son diferentes en función de si se investigan de forma transversal (comparando dos grupos de edades diferentes en un mismo momento temporal) o longitudinal (a lo largo del tiempo en los mismos individuos). Otro aspecto clave es la distinción entre inteligencia fluida y cristalizada.

La inteligencia cristalizada, hace referencia al conocimiento acumulado y a su manejo, no deja de aumentar a lo largo de la vida, excepto si se padece un trastorno de la memoria. En cambio, la inteligencia fluida, asociada a la eficiencia de la transmisión neuronal y otros factores biológicos, muestran un deterioro grande al menos desde los setenta años.

En este sentido cabe hacer una mención especial al fenómeno de la pérdida terminal, que consiste en un deterioro muy fuerte en las puntuaciones de CI a causa del declive físico. Como el resto de déficits intelectuales derivados de la vejez, la pérdida terminal se asocia en mayor medida a la inteligencia fluida que a la cristalizada.

d.    Creatividad

La creatividad se define como la capacidad humana para generar ideas nuevas y soluciones originales a través de la asociación de contenidos mentales ya existentes. En psicología se suele usar el concepto de “pensamiento divergente” o “lateral” para hacer referencia a esta capacidad, en oposición al pensamiento convergente o vertical, basado en la lógica.

Aunque las investigaciones en torno a la evolución de la creatividad en función de la edad son escasas, sus resultados sugieren que se mantiene e incluso mejora con el paso del tiempo en las personas que la ejercitan. No obstante, entre quienes no son especialmente creativas, tal capacidad es inferior en la vejez que en edades más tempranas.

Para concluir podríamos apuntar que la vejez no nos refiere a un confinamiento, es una etapa propia de la vida tan igual a la de la infancia u otras.






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