"En
fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías,
practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes." 1 Pedro 3:8 NVI
El
envejecimiento social plantea retos, que, si bien no son nuevos, se asumen con
diferentes formas: el financiamiento de las pensiones y las finanzas
personales; la composición familiar y las relaciones de dependencia; los
sistemas de salud ante enfermedades crónicas, múltiples y de tratamientos
prolongados y más costosos; y la lentitud de las reformas legales, educativas y
financieras que no responden a las necesidades apremiantes. Sean
responsabilidad del estado, de los gobiernos municipales, iglesias, etc.
Casi
todas las medidas preventivas y de detección recomendadas para los ciudadanos
de tercera edad, se realizan desde una perspectiva clínica, olvidándose lo que
en esencia y naturaleza significa para la persona humana su bienestar personal
y cuidado de su entorno.
Se
alega y habla e la inversión que representa atender este segmento generacional,
pero por fortuna, muchas de las necesidades de las personas mayores pueden
satisfacerse parcialmente con actividades a nivel comunitario.
Urge
motivar, desarrollar, fomentar, organismos de la comunidad, programas de extensión
hospitalaria, las iglesias, los grupos de jubilados, los centros de la tercera edad
y los vecindarios pueden organizar programas de educación para la salud,
pruebas sencillas de detección y, en caso necesario, remitir a los implicados a
los lugares adecuados.
Como
en toda etapa de la vida, cada una demanda cambios y cuando se trata de cambiar
los hábitos, el enfoque del grupo comunal, tiene una gran ventaja, porque
cuando personas que comparten necesidades similares trabajan dentro de un
grupo, pueden enseñarse y motivarse mutuamente con más eficacia, aguzar mejor
sus capacidades mediante la imitación y la repetición y recompensarse unas a
otras por mantener un estilo de vida más sano.
Un
grupo amistoso consigue estos objetivos de una forma mucho más sutil, global y fuerte
que cualquier médico, enfermera, maestro o experto gerontólogo, porque muchos
ancianos perciben a estos extraños como diferentes de ellos.
No
es extraño que en la actualidad y con frecuencia, los grupos de autoayuda
surgen por iniciativa de un profesional de la salud y la responsabilidad de su
dirección recae poco a poco en líderes de grupo.
La
Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que el movimiento de autoayuda
en todas sus formas es un vehículo importante para conseguir la meta de “salud
para todos”.
Unos
grupos pueden centrarse en el ejercicio regular: por ejemplo, un club de
pérdida de peso puede organizar paseos diarios de un kilómetro. Los ancianos
que han perdido a un ser querido pueden encontrar a otros que están pasando por
los mismos quebrantos para discutir los aspectos prácticos y emocionales de la adaptación
a la nueva situación. El grupo ayuda a los ancianos dolientes a modificar su
enfoque en el pasado, a empezar a planificar la “vida de ahora en adelante” y a
valerse por sí mismos en sus nuevas circunstancias. Compartir estas experiencias
puede aliviar la depresión. Hablando, caminando o compartiendo pasatiempos
activos, los miembros del grupo ayudan a combatir la depresión con medios
fisiológicos.
La
frecuencia de las pérdidas sociales y de los episodios de depresión aumenta progresivamente
en los últimos años de la vida. El antídoto natural es la participación en grupos
que comparten intereses o aficiones, actividades y comidas
o
meriendas, que proporcionan un “cambio de escenario” a los que viven solos y
proveen una red de apoyo social.
El
apoyo se da y se recibe al mismo tiempo; los que dan y los que reciben cambian
de puesto a medida que lo hacen las circunstancias. Con gran frecuencia, dar es
mucho más útil que recibir.
Según
el informe del Instituto de Medicina de Estados Unidos (Rowe y Kahn), las
claves de un buen envejecimiento son:
• Mantener
activo el cuerpo,
• Mantener
activo el cerebro y
• Mantener
y ampliar las relaciones sociales.
Para
promover la salud de los ancianos, la comunidad también puede:
• Proporcionar,
o incitar a otros a proporcionar, lugares donde los ancianos puedan reunirse
• Compartir
actividades.
• Proporcionar
periódicamente medidas sencillas de promoción de la salud y detección de las
enfermedades en los lugares donde los ancianos se reúnen.
• Facilitar
el acceso de los ancianos o discapacitados a los negocios y edificios públicos,
eliminando todo tipo de barreras.
• Adoptar
y poner en práctica medidas de salud, seguridad y calidad de vida en los
centros residenciales, barrios, colonias, etc.
• Conseguir
la cooperación de organizaciones, escuelas, medios de comunicación, iglesias y
otros transmisores de valores para hacer que la vida de la comunidad sea “más
fácil para los viejos”.
Ahora
bien, en las iglesias evangélicas cristianas, existe el temor de que si nos
involucramos demasiado en este tipo de servicio nos distraigamos de la
evangelización o comprometa fondos para otras acciones como el de las misiones
u otra causa, pero poco se quiere admitir que una de las grandes barreras para
la evangelización ha sido el fracaso de los cristianos en tener relaciones
significativas con los no cristianos; por ello se aconseja la acción social
como un vínculo que facilita la tarea evangelizadora, pues coloca a la Iglesia
justo en el lugar donde debe trabajar, es decir en el mundo.
Buenos
es que consideremos Romanos 12:16: "Vivan en armonía los unos con los
otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se
crean los únicos que saben." NVI
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