viernes, 10 de enero de 2020

La Acción Comunitaria Y La Tercera Edad Por Saúl Guevara


"En fin, vivan en armonía los unos con los otros; compartan penas y alegrías, practiquen el amor fraternal, sean compasivos y humildes." 1 Pedro 3:8 NVI

El envejecimiento social plantea retos, que, si bien no son nuevos, se asumen con diferentes formas: el financiamiento de las pensiones y las finanzas personales; la composición familiar y las relaciones de dependencia; los sistemas de salud ante enfermedades crónicas, múltiples y de tratamientos prolongados y más costosos; y la lentitud de las reformas legales, educativas y financieras que no responden a las necesidades apremiantes. Sean responsabilidad del estado, de los gobiernos municipales, iglesias, etc.

Casi todas las medidas preventivas y de detección recomendadas para los ciudadanos de tercera edad, se realizan desde una perspectiva clínica, olvidándose lo que en esencia y naturaleza significa para la persona humana su bienestar personal y cuidado de su entorno. 

Se alega y habla e la inversión que representa atender este segmento generacional, pero por fortuna, muchas de las necesidades de las personas mayores pueden satisfacerse parcialmente con actividades a nivel comunitario.

Urge motivar, desarrollar, fomentar, organismos de la comunidad, programas de extensión hospitalaria, las iglesias, los grupos de jubilados, los centros de la tercera edad y los vecindarios pueden organizar programas de educación para la salud, pruebas sencillas de detección y, en caso necesario, remitir a los implicados a los lugares adecuados.

Como en toda etapa de la vida, cada una demanda cambios y cuando se trata de cambiar los hábitos, el enfoque del grupo comunal, tiene una gran ventaja, porque cuando personas que comparten necesidades similares trabajan dentro de un grupo, pueden enseñarse y motivarse mutuamente con más eficacia, aguzar mejor sus capacidades mediante la imitación y la repetición y recompensarse unas a otras por mantener un estilo de vida más sano.

Un grupo amistoso consigue estos objetivos de una forma mucho más sutil, global y fuerte que cualquier médico, enfermera, maestro o experto gerontólogo, porque muchos ancianos perciben a estos extraños como diferentes de ellos.

No es extraño que en la actualidad y con frecuencia, los grupos de autoayuda surgen por iniciativa de un profesional de la salud y la responsabilidad de su dirección recae poco a poco en líderes de grupo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoce que el movimiento de autoayuda en todas sus formas es un vehículo importante para conseguir la meta de “salud para todos”.

Unos grupos pueden centrarse en el ejercicio regular: por ejemplo, un club de pérdida de peso puede organizar paseos diarios de un kilómetro. Los ancianos que han perdido a un ser querido pueden encontrar a otros que están pasando por los mismos quebrantos para discutir los aspectos prácticos y emocionales de la adaptación a la nueva situación. El grupo ayuda a los ancianos dolientes a modificar su enfoque en el pasado, a empezar a planificar la “vida de ahora en adelante” y a valerse por sí mismos en sus nuevas circunstancias. Compartir estas experiencias puede aliviar la depresión. Hablando, caminando o compartiendo pasatiempos activos, los miembros del grupo ayudan a combatir la depresión con medios fisiológicos.

La frecuencia de las pérdidas sociales y de los episodios de depresión aumenta progresivamente en los últimos años de la vida. El antídoto natural es la participación en grupos que comparten intereses o aficiones, actividades y comidas
o meriendas, que proporcionan un “cambio de escenario” a los que viven solos y proveen una red de apoyo social.

El apoyo se da y se recibe al mismo tiempo; los que dan y los que reciben cambian de puesto a medida que lo hacen las circunstancias. Con gran frecuencia, dar es mucho más útil que recibir.

Según el informe del Instituto de Medicina de Estados Unidos (Rowe y Kahn), las claves de un buen envejecimiento son:
      Mantener activo el cuerpo,
      Mantener activo el cerebro y
      Mantener y ampliar las relaciones sociales.

Para promover la salud de los ancianos, la comunidad también puede:
      Proporcionar, o incitar a otros a proporcionar, lugares donde los ancianos puedan reunirse
      Compartir actividades.
      Proporcionar periódicamente medidas sencillas de promoción de la salud y detección de las enfermedades en los lugares donde los ancianos se reúnen.
      Facilitar el acceso de los ancianos o discapacitados a los negocios y edificios públicos, eliminando todo tipo de barreras.
      Adoptar y poner en práctica medidas de salud, seguridad y calidad de vida en los centros residenciales, barrios, colonias, etc.
      Conseguir la cooperación de organizaciones, escuelas, medios de comunicación, iglesias y otros transmisores de valores para hacer que la vida de la comunidad sea “más fácil para los viejos”.

Ahora bien, en las iglesias evangélicas cristianas, existe el temor de que si nos involucramos demasiado en este tipo de servicio nos distraigamos de la evangelización o comprometa fondos para otras acciones como el de las misiones u otra causa, pero poco se quiere admitir que una de las grandes barreras para la evangelización ha sido el fracaso de los cristianos en tener relaciones significativas con los no cristianos; por ello se aconseja la acción social como un vínculo que facilita la tarea evangelizadora, pues coloca a la Iglesia justo en el lugar donde debe trabajar, es decir en el mundo.

Buenos es que consideremos Romanos 12:16: "Vivan en armonía los unos con los otros. No sean arrogantes, sino háganse solidarios con los humildes. No se crean los únicos que saben." NVI




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