Ya
hace un año mantuvimos para el mes de diciembre la publicación de cuentos
escogidos para la vejez y su aceptación fue fantástica mas por los no viejos que
los viejos, ante esa aceptación hemos decidido repetir la experiencia con una
serie de cinco cuentos.
Con
el deseo que lo disfruten entregamos este cuento el 1 de 5 y aclaramos cada
cuento da el crédito de su autor.
La Princesa Que No Quería Envejecer
En
un gran castillo vivía una joven princesa la cual todos los días miraba en el
espejo sus ojos verdes, su largo pelo negro y su cuerpo escultural. Era
consciente de su belleza y le preocupaba mucho envejecer; por eso vivía
obsesionada con ponerse cremas antiarrugas dos veces al día.
Hasta
que un día se cansó de las cremas y los tratamientos de belleza; por esa razón
llamó a uno de sus consejeros para que le diera alguna idea para no envejecer y
éste le dijo:
- Hay un
árbol que a las 12:00 en punto de la noche, en su copa nace una hermosa flor
blanca, la cual cae al suelo y aquél que logre agarrarla podrá pedir cualquier
deseo y le será cumplido.
- ¿Y
cómo se llama ese árbol? preguntó la princesa esperanzada.
- Es el
bambú respondió el joven consejero.
- El
bambú no tiene flores expuso entre dudas la princesa.
- Sí que
la tiene, pero es un gran misterio susurró el joven consejero.
- Entonces
llévame a ese lugar para pedir mi más anhelado deseo indicó la princesa.
Y
así lo hicieron, cada noche montado a caballo el joven consejero la llevaba al
bosque, allí permanecía la princesa con su mirada fija en el bambú para ver el
nacimiento de la blanca flor. Sin embargo, el joven consejero se quedaba
mirándola fijamente.
Pero
conforme iban pasando los meses la princesa se desesperaba y lloraba con la
cabeza recostada en el tronco del bambú; porque a las 12:00 de la noche la
blanca flor nunca aparecía. Y el joven consejero al ver su sufrimiento se
acercó y con voz dulce le dijo:
- Princesa,
es hora de irnos al castillo.
- No me
quiero ir. ¿No ves que van pasando los años? Me saldrán arrugas, me dolerá la
cadera y no podré usar tacones; todo por la vejez decía la princesa entre
lágrimas.
- No te
preocupes por la vejez y, si llega, acéptala de una manera natural dando
gracias por todo lo vivido. Realmente basta con sacarle el máximo provecho al
día de hoy y ser feliz explicaba el joven consejero.
- ¡No,
tú no me entiendes! gritó la princesa angustiada.
En
ese mismo instante, unos pajaritos se posaron sobre las ramas del bambú e
hicieron caca que cayó sobre el hombro de la princesa. Ésta entre gritos, llamó
al joven consejero el cual llegó corriendo; pero acto seguido los pajaritos
repitieron la misma acción sobre la princesa.
Sin
embargo, esta vez, la princesa comenzó a sonreír y al mirar hacia arriba vio
que los pajaritos comenzaban a agitar sus alas para irse al sentirse
descubiertos.
Entonces
la princesa al ver que se escapaban comenzó a correr detrás de ellos entre
risas.
Mientras
iba corriendo reflexionaba sobre las cosas importantes de la vida y empezó a
sentirse libre. En ese instante, cambió de rumbo corriendo con los brazos
abiertos hacia el joven consejero.
Éste
sentado en el suelo la observaba atónito y, su reacción fue levantarse y
esperarla con los brazos abiertos. Se fundieron en un abrazo y segundos después
la princesa mirándole a los ojos le dijo:
- ¡Gracias
por este gran momento! El ser humano primero es y, luego decide ser. Mas yo
decido ser feliz en mi juventud sin preocuparme tanto por la vejez. Y…
definitivamente quiero ser feliz a tu lado.
El
joven consejero se quedó sin palabras por unos segundos ante la declaración de
la princesa.
- Yo
también quiero ser feliz a tu lado, pues siempre te he amado expresó el joven
consejero y en ese momento se besaron.
Los jóvenes se casaron y fueron muy felices
incluso en la vejez.
Autora:
María Abreu
La
gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus
canas. (Proverbios 20:29)
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