Ya
hace un año mantuvimos para el mes de diciembre la publicación de cuentos
escogidos para la vejez y su aceptación fue fantástica más por los no viejos
que los viejos, ante esa aceptación hemos decidido repetir la experiencia con
una serie de cinco cuentos.
Con
el deseo que lo disfruten entregamos este cuento el 3 de 5 y aclaramos cada
cuento da el crédito de su autor.
El Mundo Da Muchas Vueltas
Por Bibiana Emilia Posso, escritora colombiana.
En
un reino muy lejano, llamado el País de la Alegría, vivía un hombre muy rico y
muy avaro llamado Jeremías, quién desde hacía un tiempo buscaba un empleado
para que le ayudara en su granja.
El
rumor se había difundido y pronto la fila de hombres en espera de una
oportunidad laboral era interminable, pero como lo último que se pierde es la
esperanza, nuestro amigo José Antonio se dispuso a ser parte de ella. La fama
del dueño de esta granja era muy nombrada; por lo que muchos temían trabajar
para él, aun así, se encontraban allí, porque la pobreza azotaba este reino y
las oportunidades escaseaban.
Muchos
jóvenes entraron y se entrevistaron con Don Jeremías, solo uno, tuvo la
paciencia y el buen humor de soportarlo todo. Al siguiente día empezó a
trabajar en la granja, a pesar de no tener el mejor sueldo, ni el mejor trato,
José Antonio, era un hombre muy ahorrativo y visionario, que no se dejaba
vencer por cualquier obstáculo. Todo esto ayudó para que su patrón le confiara
muchos secretos, que le proporcionarían muchos beneficios más adelante.
El
joven supo emplear muy bien los conocimientos adquiridos y contaba con el
aprecio de todos los clientes de las verdulerías, que sabían lo buen empleado,
lo honesto, amable y generoso que era, todos querían comprarle las frutas y
verduras que él vendía. Lo mismo no opinaban de nuestro granjero y Dueño, quien
tenía un genio terrible y quien además era muy tacaño y mala persona, pues él
no les permitía llevar ni un tomate a casa, ni siquiera porque ellos le
ayudaban a sembrarlos.
Esta
tierra era muy prospera, pero a don Jeremías no le importaban los demás, solo
pensaba en su propio bienestar, si las personas a su alrededor no tenían buena
comida o buen vestido a él no le preocupaba, nunca valoraba a sus empleados, ni
valoraba su trabajo.
Pasado
algún tiempo, debido a algunos malos negocios y a su necedad, el Granjero
millonario se quedó en la ruina. Ya no podría presumir de sus riquezas, ni ser
el hombre prepotente que daba órdenes, ahora tendría que hacer lo que nunca se
imaginó, que tendría que hacer…Pedir trabajo.
Después
de ser el amo y señor, tendría que hacer la fila como cualquier persona, las
burlas y las miradas con desprecio no se hicieron esperar, él se sintió
humillado y despreciado y recordó cuanto mal había hecho, por lo que elevó su
mirada al cielo y le pidió perdón a Dios, por lo mal patrón y mala persona que
había sido.
A
pesar de todo el nuevo dueño de esta Granja le dio la oportunidad de trabajar y
generosamente le brindo comida y techo, para que pasase la noche en este lugar.
El asombro de Don Jeremías fue grande, cuando descubrió que su antiguo empleado
José Antonio ahora tenía muchas tierras, incluyendo la granja que un día había
sido de él.
El
mundo da muchas vueltas, por eso no tenemos que menospreciar a nadie, ni
subestimar a los demás, pues nunca sabremos cuando necesitaremos de ellos.
Debemos,
aun viejos, aprender de esas bondades e Dios. Dios no solo está lleno de bondad
sino también lleno de justicia con su respectiva severidad Pablo lo resume de
excelente manera en Romanos 11:22 que dice:
“Mira,
pues, la bondad y la severidad de Dios; la severidad ciertamente para con los
que cayeron, pero la bondad para contigo, si permaneces en esa bondad; pues de
otra manera tú también serás cortado.”
Existe
la bondad de Dios y eso es lo que tendremos si seguimos caminando el camino
angosto de la salvación por fe, permaneciendo en Cristo, en Aquel que pagó el
precio por nosotros. Pero si no lo hacemos y no permanecemos en su bondad, en
otras palabras, si escogemos como el siervo caminar como si nunca tendremos
necesidad de otros difícilmente seremos perdonados de los pecados y delitos en
los cuales estábamos muertos, si no continuamos en la bondad de Dios entonces
vendrá severidad. Dios es ambas cosas y es obvio que lo que escogemos es lo que
obtenemos.
Y
como la naturaleza es sabia no olvidemos que: “Cuando un oso hormiguero está
vivo se come a las hormigas, pero cuando este muere, son las hormigas las que
se lo comen a él”.
Recuerda
que es imprudente estar
demasiado seguro de la propia sabiduría. Es saludable recordarse que el fuerte
puede debilitarse y el sabio puede errar.
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