Ponte
en mi lugar, no en mi sitio… Piensa conmigo, no pienses por mí…
No
hay cosa tan molesta para uno de la Tercera Edad, que se hagan las cosas sin
tomarlo en cuenta y después se le diga lo hicimos pensando en ti. Es similar a
cuando alguien le quita el sitio que se encuentra en una fila o cuando alguien
parquea su auto sin dejarle posibilidades de salir por lo ajustado del espacio.
Y no digamos cuando deciden cosas propias de su vida sin considerar su opinión.
Estas
son situaciones, circunstancias y estilos le resultan violentas a quien las
vive con independencia de tener o no una discapacidad.
Acontecimientos
en los que contadas ocasiones, por no decir ninguna, muy pocas personas se
detienen a pensar y ponerse en el lugar de otra persona que resulta
la
situación, cuando queremos que el resto de las personas, se pongan en nuestro
sitio ante aquellos acontecimientos en los que necesitamos de ciertas
facilidades, de ser el sujeto real de quien estamos suponiendo sus
pensamientos.
Es
sumamente necesario entender a lo que se puede llegar a sentir de verdad; así
como lo duro que puede resultar no tener el reconocimiento de un trabajo, tan
solo porque te someten a la etapa “invisible”; escuchar por tanto una palabra
mal sonante, descalificativa, sentir el aislamiento por parte de los demás, que
no respetan el sitio especial de nuestro pensamiento, tan solo porque ahora
somos de la tercera y cuarta edad.
Situaciones
comprometidas que conllevan a las consecuencias de insociabilidad ante el hecho
de no pensar y ponerse en lugar de la persona que requiere de estos servicios y
también requiere de la compañía y/o afecto de quién está cerca suyo asumiendo
todas las consecuencias al ponerse en el lugar del otro.
Es
que, ponerse en la piel del otro y pensar con el otro, no es sencillo. Más que
por no poder, porque no es lo que se quiere ni se busca. A nadie le apetece
complicarse la vida ni perder incluso el tiempo cuando las cosas requieren un
dialogo y su situación, en vez de intentar encajar con naturalidad lo que
sucede, es renegar y aceptar que no se es parte de la realidad.
Aún
tan sólo por unos minutos, sería bueno entre cualquiera de los aspectos de la
vida, cualquier situación que pueda parecer sencilla, incomprensible e incluso
graciosa… pensar y sentir lo que la situación en concreta te hace sentir,
pensar o actuar… Una manera apropiada para entender y lograr un poco más de
objetividad, de acercamiento al sentimiento y pensamiento de miedo, dolor,
inseguridad, impotencia, cansancio, agotamiento, incomprensión, soledad… De
quienes más cerca nuestro se encuentran y por las circunstancias
.
Sin
dejar de lado aquellos que han mantenido esta empatía con su comprensión,
tolerancia, solidaridad, afecto, seguridad, positividad, compañía… Al ponerse
siempre en el lugar de los demás y pensar con los demás.
Aunque
pueda resultar complicado, personalmente creo es posible ponerse en el lugar
del otro. Maneras que harán visible otro discurrir de las cosas, además
ofrecerá una actividad y motivación personal que de otro modo sería inexistente.
La construcción de un mundo más compresivo, con los comportamientos propios,
compartido de esta manera a los demás, logrando estar siempre más próximo al
verdadero, yo. Convencidos en que al menos no es algo efímero y se contribuye a
una mejor socialización e integración y concienciación al desarrollo personal.
Partiendo
lo complicado y sencillo que muestra ponerse en el lugar del otro. Fácil, y
difícil alcanzar el mismo sentimiento, debiéramos de preocuparnos en tener
mayor humanización sobre lo que se hace, se ve y se siente, así para uno mismo,
para otra persona que necesite de nuestra ayuda ó compañía. Siempre, intentando
–ponernos en lugar del otro, y no en su sitio- Así -pensar con él/ella, y no
pensar por él/ella-.
¿Que
dé un ejemplo? Jesucristo que supo ponerse en el lugar de nosotros para que
fuéramos libres.
Un
buen poema puede ayudarnos a comprender mejor, lo invito a leer y reflexionar
este poema: "No pienses por mi" Por Chuy Cruz
No
pienses por mí,
mejor
platiquemos
si
me crees conocer,
creo
que te equivocas
pues
algunas veces, ni yo mismo me conozco.
No pienses
por mí,
ni
creas que puedes saber lo que pasa en mi vida,
si
tienes alguna duda de mí,
utiliza
lo más hermoso que nos ha dado Dios,
el
poder hablar.
No
pienses por mí,
ni
creas que tu "intuición" o su experiencia en lenguaje corporal,
te
están dando pautas de mi comportamiento,
yo
soy yo, y tú eres tú,
no
somos iguales,
somos
diferentes, y es en esas diferencias,
donde
nos volvemos uno.
No
pienses por mí,
y ámame
tan cual soy,
no
intentes aceptarme,
busca
entenderme,
y para
poderlo hacer,
deberás
caminar mi camino,
y no
creo que lo puedas realizar,
pero
si quieres, te presto mis zapatos.
No
pienses por mí,
y
amémonos por nuestras diferencias,
yo
no buscare cambiarte,
te
amare tal y como eres,
lo
mínimo que te pido,
es
que intentes hacer lo mismo.
No
pienses por mi,
ni yo
pensaré por ti,
simplemente
daré gracias a la vida,
por
haberte encontrado,
y
darme cuenta de que somos diferentes,
con
diferentes historias,
pero
que para algo nos conocimos.
Espero
y esta reflexión les guste pues la sentí muy fuerte y trae paz a mi vida, y
espero que pueda hacer lo mismo contigo.
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