4. No Dejando De Ver Hacia Adelante
Somos
personas de esperanza. Siempre esperamos que mañana sea un día mejor que el de
hoy. En medio de los problemas esperamos que llegue el día en que estos pasen
de nuestra vida. Y así podamos tener sosiego y aunque eso es cierto, es una
realidad que la cultura nuestra tiene una tendencia al pesimismo.
Posiblemente
por el hecho de que el hombre “moderno” no ve propósito a la vida. Si piensa o
cree que todo lo que sucede en la vida no es otra cosa que el resultado del
tiempo y el azar, pues, entonces, no existe propósito en la vida. Por tanto, no
nos extrañemos que la gente sea pesimista y que haya muchos jóvenes que buscan
terminar su vida porque no hay propósito en nada de lo que ocurre y menos en
las aflicciones que vienen en la vida. Más jóvenes se están suicidando por
causa que no saben cómo lidiar con los problemas de la vida.
En
todos hay una esperanza de corta duración: esperanza de ser salir de los problemas
financieros, de alguna enfermedad, de algún desastre. Pero hay también una
esperanza de larga duración. Una esperanza que mira más allá de este mundo y se
extiende sin límites hasta la vida eterna. Esta esperanza está en la fe en
Dios.
Cristo
es nuestra esperanza. Y la fe en Él nos llevara a la vida eterna y a un futuro
glorioso. El mal “desaparecerá”, el bien triunfará, allí disfrutaremos de
Cristo y la comunión de los santos, de un eterno disfrute de la gloria y la
hermosura de Dios en formas que no podemos ni siquiera concebir. 1 Corintios 2:9 “Antes bien, como está
escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre,
Son las que Dios ha preparado para los que le aman.”
Pablo
dice en Romanos 8:24
“Porque en esperanza fuimos salvos”. Nos dice que somos
salvo en esperanza, no por la esperanza. En la esperanza de que Dios cumpla
todo lo prometido. La esperanza no es un buen deseo sino una firme convicción y
seguridad de que Dios hará.
¿Qué
nos depara el futuro? Busquemos y leamos 2 Corintios 4:16-5:10. ¿Qué nos
enseña aquí Pablo?
a) Pablo
reconoce se va desgastando, decae poco a poco. Pablo estaba a la mitad de la
vida cuando escribe 2 Corintios, pero nos imaginamos que él envejeció más
rápido de lo “normal” por el hecho de cómo se consumió por el ministerio.
b) Pero,
aunque su cuerpo se va desgastando, su espíritu no. Es más, él dice que su
espíritu u hombre interior no se desgasta, sino que se renueva de día en
día. “Por tanto, no
desmayamos”. Y de ahí pasa a cuatro verdades reveladas que son
un ancla a la esperanza:
c) Primera
ancla. Sabemos que un cuerpo nuevo espera para cada siervo de Dios. 2 Corintios 5:1 “Porque sabemos que si
nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un
edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.” Nuestra
vida presente es comparada con la vida en una tienda de campaña. La cual
resuelve nuestras necesidades. La tienda de campaña es algo temporero y frágil,
en cambio un edificio es algo permanente y sólido.
d) Segunda
ancla. Esta nueva experiencia, de poseer un cuerpo glorificado, va acompañada
de una vida abundante. 2
Corintios 5:3-4 “pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque
asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no
quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido
por la vida.” Pablo describe esta experiencia no como un
estar desnudo sino como un revestimiento. Es como ponerse un abrigo cuando hace
frío, le añadimos una cobertura al vestido. Así como con el abrigo nos
atrevemos a estar en el frío de igual modo nuestro revestir nos prepara para
estar en los cielos. Es una nueva adaptación al nuevo estado. Toda la debilidad
de este cuerpo cambiará, porque lo mortal será tragado, absorbido por la vida.
e) Tercera
ancla. Allí en los cielos, con nuestros cuerpos glorificados estaremos con el
Señor de una manera que no es posible con estos cuerpos de ahora. 2 Corintios 5:6-9 “Así que vivimos
confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos
ausentes del Señor (porque por fe andamos, no por vista); pero confiamos, y más
quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto
procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.” Allí
le adoraremos, le serviremos espontáneamente y viviremos para agradarle, así
como todo genuino creyente hace ahora mismo. “procuramos también, o ausentes o
presentes, serle agradables.”
f) Cuarta
ancla. Nosotros, como todos los demás cristianos enfrentaremos el juicio final.
Lo que se determinará, no es en dónde pasaremos la eternidad. Esto ya está
determinado una vez creímos. Si no, en qué condición pasaremos la
eternidad. 2
Corintios 5:10 “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras
estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.” Pero se nos
enseña que habrá grados de recompensa en los cielos, según el servicio que
habremos hecho. Tenemos el ejemplo en la parábola de las 10 minas en Lucas 19:11-27.
Fíjate que Pablo entonces nos motiva a trabajar más por el Señor sabiendo que
de Él recibiremos recompensa.
¿Y Ahora
Qué?
Ahora
nos toca aplicar lo que hemos estado mencionado desde el principio de este
estudio. Dios les da a los que llegamos a viejos, la oportunidad de ser
veteranos y los ha adornado con sabiduría y tesoros para compartir. ¿Qué
podemos hacer? Aplicar lo que hemos aprendido:
a. Oportunidad.
Dios les ha dado una oportunidad de vivir más que otras generaciones pasadas.
La medicina ha ayudado a facilitar esto. Así que tómalo como una oportunidad
para servir. Utiliza ese tiempo que Dios te ha dado para servir.
b. Madurez.
Sigues en el proceso de madurez. Este no acaba. Todavía hay áreas en las cuales
crecer. Todavía hay pecados que confesar, perdón que pedir, obras que realizar.
Examínate para que veas en qué áreas de tu vida necesitas trabajar.
c. Humildad. En
un sentido el orgullo es la madre de todos los pecados. Es altamente probable
que el orgullo fuera la causa de la caída de Satanás. Dios nos llama a ser
humildes. La humildad es el producto de una vida de arrepentimiento de todo
aquello que sea contrario a la palabra de Dios y el buscar y orar para
apartarnos del orgullo en todas sus formas. La verdadera madurez espiritual
siempre es acompañada de una mayor profunda humildad. Debemos manifestar esa
humildad según vamos envejeciendo.
d. Intensidad.
Somos llamados a ser celosos, según ya vimos. El mundo espera de los de la
tercera edad que descansen, la pasen suave, se hagan a un lado. Pero esa es la
mentalidad del mundo. Dios nos llama a ser celosos por su reino, su causa, su
pueblo, etc. Debemos tener pasión de que Dios nos use en nuestras áreas no. Ese
celo debe motivarse no apagarse. El ministerio de servicio en la Iglesia
es abismal. Visitar a los enfermos, consolar a los que sufren, acompañar a los
que están solos, consejería a los que aspiran el matrimonio y los que están
criando, etc.
Así
que… Pongámonos en las manos del Señor para seguir hacia adelante mientras las
fuerzas nos lo permitan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario