2. Observaciones Tangibles
Sabemos
que hay promesa de Dios tanto de madurez, como de crecimiento y servicio según
vamos envejeciendo.
El
proceso de crecimiento nunca se detiene en la vida del cristiano. Por lo menos,
no por sí mismo sino porque hayamos dejado de cultivarlo. Pero Dios promete
santificarnos durante toda nuestra vida y hacernos crecer en nuestra vejez
también.
Los
atletas en una carrera larga tienen sus estrategias para cuando se da el
inicio, el medio y para los últimos cien metros, antes de finalizar la carrera,
tienen elaborada su mejor táctica.
La
pregunta a los viejos es: ¿Cómo debemos correr esos cien metros finales?
La
respuesta es que mientras el cuerpo nos lo permita debemos correr esa carrera
como todo maratonista corre los últimos cien metros: con esmero, con la
resolución de que vamos a terminar bien.
¿Cómo
podemos vivir bien o correr bien esos últimos cien metros?
a. Debemos
vivir para Dios un día a la vez. Este principio no solo aplica a los ancianos
sino a todos nosotros.
Vivimos
vidas sin planificar. Pero debemos hacer el buen hábito de planificar cada día
de ante mano. O podemos hacerlo todos los días en la mañana. Y al final del día
ver hasta donde hemos llegado en lo que hemos planificado.
Sobre
todo, ya que somos llamados a vivir para Dios y estar ocupado en el reino de
Dios todos los días, debemos preguntarnos qué hemos hecho para el reino de Dios
en este día y en qué cosas no hemos hecho de las que habíamos planificado.
No
nos olvidemos que según avanzamos todos daremos cuenta delante de Dios lo que
hemos hecho con nuestro tiempo.
¿En
qué cosas podemos estar ocupados?
Estar
ocupado en el reino de Dios podría incluir:
1. Orar
por todas las peticiones que han sido presentadas.
2. Reflexionar
lo aprendido del sermón pasado y no olvidar que lo que aprendo no solo es para
mí sino para compartirlo.
3. Escudriñar
con ahínco toda la Biblia.
4. Visitar
a algún hermano para compartir el día. O visitar uno que está enfermo o
llamarle o enviarle un obsequio, recuerde que eta debe ser una acción
edificante, en ningún momento una visita es para llevar chambres.
5. Ocuparnos
en algún servicio en la iglesia y/o en la comunidad
b. Vive
el momento presente. Dios ha prometido estar con nosotros en todo momento.
Estamos en una relación de pacto con Dios y esto implica compañerismo,
cercanía, amistad, intimidad. Todo esto está implicado en la palabra pacto.
Pero
también implica el sentido de presencia. Esto se enfatiza constantemente en los
Salmos. Entre ellos: Salmo
23:4 “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmo 118:6 “Jehová está conmigo; no
temeré Lo que me pueda hacer el hombre.” Salmo 138:7 “Si anduviere yo en medio
de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu
mano, Y me salvará tu diestra.”
Por
tanto, practica la presencia de Dios, o más específicamente, la presencia de
Jesús en tu vida. Cultiva en tu vida la compañía divina. Ejerce tu fe en el
hecho de que Jesús está contigo. No estás solo.
c. Vive
preparado para partir cuando Jesús venga por ti. Las palabras de Jesús a los
fieles discípulos son aplicables a todo discípulo. Juan 14:2…3 “En la casa de mi Padre
muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a
preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra
vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Nadie
sabe cuándo partirá de este mundo. Todos vamos a partir. Unos de una manera,
otros de otra. Por tanto, es sabio estar preparados para cuando venga. Calvino
en su lecho de muerte le dijeron que descansara y él decía que no porque no
quería que cuando su Señor viniera lo encontrara sin hacer nada. Él estaba
pendiente de la llegada de su Señor.
¿Qué
implica el estar preparados para cuando nos llame Jesús?
1. Adentrarnos
a la comunión y discipulado de Jesús. El evangelio nos llama a auto examinarnos
si estamos en la fe. Y esto es bueno porque al así hacerlo y venir a términos
con Jesús borrará todo temor acerca del futuro.
2. Meditar
en el cielo y en todas las bendiciones que disfrutaremos allí.
Hay
que evitar la mentalidad del mundo con respecto a estos cien metros.
Para
el mundo la idea es una de relajación, tomarlo suave, haz único lo que
disfrutas. Hay que tener cuidado con eso. Dios espera de nosotros que le
glorifiquemos hasta el final.
Debemos
mantenernos sirviendo al Señor hasta que Él nos llame. Sobre todo, aunque
nuestras habilidades mentales se van debilitando debemos evitar caer en el
error de pensar que ya no podemos aprender nada nuevo y que no debo ejercer mi
mente ya.
Eso
es un peligro porque podría llevarnos a descuidar uno de nuestros mejores
amigos en la manera de enfrentar la vejez.
Hagamos
aquí una pausa… y meditemos… oremos: Gracias Señor y salvador de tu vida porque
tu estas a mi lado momento a momento en la calma y en la tempestad, de tu mano
me aferro y continuo en vida. Amen.
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