Aun
cuando no lo parece hay en el mundo millones de personas con ansias, temores y
expectativas negativas sobre la vejez y cuando miran que ya van llegando la crisis
emocional se agudiza.
Mi
pregunta a usted este dia es: ¿Cómo se siente cuando piensa en la vejez?
A
muchos les llena de preocupación, ansiedad o incluso terror. Esto sucede
porque, es común que el envejecer se asocie con cosas negativas como las
arrugas, las canas, el cansancio, la pérdida de memoria y la enfermedad.
Pero
no a todos les pasa lo mismo al hacerse mayores. Hay quienes conservan su salud
física y mental. Otros, gracias al progreso de la medicina, han podido tratar
sus enfermedades y controlar sus síntomas. En algunos países, cada vez hay más
personas que disfrutan de una vida larga y saludable.
Sea
que gocemos de buena salud o no, todos queremos envejecer con dignidad y sin
perder la alegría.
¿Cómo
lograrlo?
Depende
de nuestra actitud y habilidad para adaptarnos a esta nueva etapa de la vida.
Si usted ya ha entrado o está por entrar en esta etapa, le presentamos algunos
consejos bíblicos muy prácticos.
Sea
Modesto: “Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra; Mas
con los humildes está la sabiduría” Proverbios 11:2.
Ser
modesto en la vejez implica reconocer y aceptar las limitaciones que llegan con
los años, en vez de cegarse a la realidad. Tenga presente que quien vive muchos
años se hace viejo. No hay vuelta atrás.
Sin
embargo, ser modesto no significa rendirse y pensar: “Estoy hecho un viejo que
no sirve para nada”. Eso podría traerle depresión. Proverbios 24:10 dice: “Si
fueres flojo en el día de trabajo, Tu fuerza será reducida”. La persona sabia y
modesta trata de hacer todo lo que puede dentro de sus posibilidades.
Un
viejo decía: “En las cuestas, hay que cambiar la marcha; si no lo haces, el
auto se apaga”. Así es, a medida que uno envejece hay que cambiar de marcha. Hay
que aprender a llevar las tareas del hogar con equilibrio y relajados a fin de
no acabar todos los días agotados. La esposa de aquel hombre comenta: “He
tenido que ir más despacio. Cuando lo necesito, me tomo un descanso, me acuesto
un rato o me siento a leer o a escuchar música. Ahora reconozco mis
limitaciones y las acepto”.
Sea
Juicioso: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con
pudor y modestia...” 1 Timoteo 2:9.
Como
indica ese texto, para ir arreglado hay que tener, además de buen gusto, buen
juicio. Mi madre a sus ochenta años comentaba: “Me gusta ir bien arreglada. No
quiero vestir de cualquier manera, como algunas que piensan: Yo soy mayor ya.
¡Qué más da!”. Ana Ia una hermana ya anciana comenta: “De vez en cuando me
compro ropa nueva para levantarme la moral”. Como también he oído a Don Fabio
de ochenta y siete años, tío de mi esposa que dice: “Trato de ir siempre
elegante, con ropa limpia, bien lavada y planchadita. Me afeito todos los días
al bañarme”.
Si
bien la apariencia es importante, no hay que obsesionarse con ella. Ahí también
entra en juego el buen juicio.
Sea
Positivo Y Dinámico: “Para el afligido todos los días son malos;
para el que es feliz todos son de fiesta” Proverbios 15:15.
Usted
tal vez se deprima al recordar la energía que tenía cuando era joven y todo lo
que hacía entonces. Y es comprensible. Pero no permita que esos pensamientos
negativos lo hundan. Estar pensando siempre en el pasado solo hace que el
presente sea más triste. Concéntrese en las cosas que sí puede hacer. Trate de
disfrutar de lo que puedo hacer y no lamentarse de lo que ya no puedo hacer.
La
lectura y el aprendizaje le ayudarán a sentirse mejor y a expandir sus
horizontes. No pierda la oportunidad de leer y de aprender cosas nuevas. En lo
particular busco libros interesantes en la internet para disfrutar de la
emoción de una buena lectura y del placer de viajar con la imaginación a
cualquier lugar.
Sea
Generoso: “Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida
llena, apretada, sacudida y desbordante…” Lucas 6:38.
Si
comparte lo que tiene, incluyendo su tiempo, con los demás, tendrá un sentimiento
de logro y será feliz. Mercedes una hermana de la iglesia con artritis deformativa
y confinada a una silla de rueda comentaba a sus ochenta y cinco años: “Llamo
por teléfono a quien este enfermo o le escribo una carta. A veces les envío un
regalito, les preparo algo de comer y oro por ellos”.
La
generosidad es contagiosa. Cuando tratas a los demás con cariño, ellos te
responden con el mismo amor. Las personas generosas crean un ambiente de cariño
y afecto que hace sentir a gusto a los demás.
Sea
Simpático: “La gente poco amistosa solo se preocupa de sí misma; se
opone al sentido común.” Proverbios 18:1, Nueva Traducción Viviente.
Habrá
ocasiones en las que querrá estar solo, evite aislarse y encerrarse en casa. Un
hombre comentaba: “Trato de estar siempre con gente joven. Su energía es
contagiosa; me hacen sentir de nuevo como un muchacho”. No espere a que los
demás lo inviten. Tome la iniciativa e invite a sus amigos a casa de vez en
cuando.
Las
personas amigables son abiertas y comunicativas. Pero recuerde que también hay
que saber escuchar. Interésese en lo que piensan y sienten los demás. Intente
ser amigable y tratar bien a todos. Escúchelos con atención para saber lo que
opinan y lo que les gusta. A todos nos gusta estar con personas que nos escuchan,
que saben ponerse en nuestro lugar y se interesan por nosotros, que nos animan
y son joviales. Asegúrese de que su conversación sea siempre agradable, que
esté “sazonada con sal” (Colosenses 4:6). Diga cosas consideradas y
motivadoras.
Sea
Agradecido: “...y sed agradecidos” Colosenses 3:15.
Si
alguien le hace un favor, no olvide dar las gracias. Quien es agradecido se
gana el cariño de la gente. “Hace poco, mi esposo y yo nos mudamos, muchos
amigos vinieron a ayudarnos. Estábamos tan agradecidos. Enviamos a cada uno una
notita de agradecimiento, y hemos invitado a algunos de ellos a comer en casa”,
cuenta una hermana de la iglesia.
Recuerde:
la vida es un regalo que tenemos que agradecer. Ya lo dijo Salomón: “Aún hay
esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo
que león muerto” Eclesiastés 9:4.
Tenga
en cuenta que: Si cultivamos la debida actitud y somos
capaces de adaptarnos, envejeceremos con dignidad y sin perder la alegría.
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