Proverbios 14:18 “Los
simples heredarán necedad; Mas los prudentes se coronarán de sabiduría.”
El poder envejecer provechosamente podríamos decir es un arte
que requiere de la sabiduría y es también una de las partes bastante difícil en
el hacer diario del vivir y se inicia entendiendo vivencialmente que el llegar
a envejecer no es aún el fin, el fin del ser humano trasciende la vida humana.
La tercera edad o sea si lo quiere ver así, el nacimiento
del envejecimiento es una etapa de la condición humana, que varía según la
cultura y el momento histórico en el cual se desenvuelve el sujeto.
Los días que hoy vivimos se centran un discurso con
dirección única a la belleza y la juventud, regresando casi a la época de la
alquimia en la búsqueda de la fuente de vida eterna, buscando la pócima para
ser eternamente jóvenes, los medios de comunicación nos saturan y nos venden
ilusiones como cirugías, bebidas, ejercicios, etc., para evitar la llegada del envejecimiento;
ante esta resistencia a aceptar los cambios naturales propios de los años que
pasan por nosotros, nos cuesta más ser felices después de los cincuenta y cinco
o sesenta años.
Pero no siempre fue así, al hablar de adulto mayor o
tercera edad, en tiempos pasados se hacía referencia a esa figura de sabio, el
cual era un sujeto con determinados rangos de poder, que le permitía la toma de
decisiones y acciones que no solo afectaba el sí mismo, sino de una comunidad
entera, en el cual el significado del estado físico de este sujeto giraba en
torno a la experiencia, identificado como un factor positivo a la hora de su
reconocimiento dentro de su comunidad.
O como lo veíamos en nuestras culturas indígenas que los
adultos mayores eran los jefes, caciques, chamanes, brujos, curanderos de la
tribu… en conclusión sabiduría.
Y ya no lo digamos como nos lo enseñan las escrituras
bíblicas, donde son todos unos patriarcas, dirigentes del pueblo.
Pero ¿Por qué hemos dejado que esa hermosa concepción de la
vejez cambie?
Con el desarrollo de las sociedades y con los avances
tecno-científicos, se le da un nuevo significado a los cambio relacionados con
el deterioro físico, tanto de manera cultural como personal, en donde se
etiqueta al adulto mayor como un ser que no pueda realizar las mismas
actividades que desarrollaba anteriormente, tanto de manera física como mental,
lo cual predispone a la persona de la tercera edad a la toma de una actitud pasiva
ante las diferentes situaciones que se presentan en su vida cotidiana. Ser un
adulto mayor no es un defecto, ni una debilidad.
Como consecuencia de la aceptación de la concepción
vendida, esta imagen pasiva es reflejada tanto en su autoestima, como en la
toma de decisiones. En muchas ocasiones se ve al adulto mayor como un ser
incapaz de decidir acerca de su vida, motivando esto, que en algunas
oportunidades abandonen la pasión por la vida, reflejado en un discurso tal como:
“ya viví lo que tenía que vivir”, “como ya estoy viejo”.
¿Pero si fuese así para que seguir con vida?, ¿Cómo ser
feliz si ya no hay sentido de vida?
El ser humano generalmente, basa su plan y disposición de
vida en la búsqueda de su felicidad, enmarcado en lo familiar, la relación
sentimental, el desarrollo personal, profesional, logros materiales como de
poder y su utilidad, como mecanismos y/o herramientas para el logro de sus
objetivos.
En el caso del adulto mayor, su discurso se encuentra
enfocado en aquello que vivió, hizo, aprendió, su experiencia, lo que da valor
a su conocimiento como una posición dentro de su contexto. Entonces para ser
feliz no solo debemos hablar de un pasado, de lo que un día fui, de lo que un
día hice, porque aún hay un presente y también un futuro.
El logro de una meta, como el proceso para alcanzarla,
genera diferentes sentimientos, emociones como conocimientos de la misma, que
son expresados y compartidos ya sea por su reconocimiento propio, como social o
por la satisfacción comunitaria de mejorar las condiciones actuales por medio
de su aprendizaje. El reconocer este tipo de acciones, especialmente en el
adulto mayor por medio de su narrativa, es un factor influyente en su
construcción como persona, parte de su búsqueda de felicidad. Entonces,
primero, hacer un recuento de la historia de vida y pensar… ¿Cuáles son los
grandes logros de mi vida?, ¿Qué huella he dejado en mi familia y en los que me
rodean?, ¿Cómo he alcanzado mis sueños en la vida?, esto permite un balance de
vida, donde el adulto mayor se dé cuenta que su siembre ha sido amplia y
fructífera.
Entonces, la sociedad al reestructurar su búsqueda de un
bienestar y fortalecerse, se comienza a reconocer la importancia de que todos
sus miembros logren cumplir sus objetivos, por lo que el adulto mayor comienza
a ser foco de atención. Los adultos mayores deben ser personas más visibles y
reconocidas, pues nos han formado y construido, su temple, esfuerzo, su lucha
comienza a ser reconocido poco a poco tanto en términos del gobierno como en
términos sociales.
Actualmente para su búsqueda de felicidad en necesario
reconocerle y visibilizar la importancia de la experiencia vivida por este, con
el fin de generarle una utilidad.
El sentimiento de ser útil, a nivel social, no solo genera
reconocimiento, sino hace parte de ese aprendizaje social de convivencia como
de formación y desarrollo personal, siendo la experiencia, una forma de
evaluarse desde juicios reflexivos para aceptarla con profundidad. Si bien
estas experiencias son importantes, no solo para la persona, sino para un
aprendizaje social, se hace necesario el reconocimiento de las posibilidades
del adulto mayor por construir otras vivencias, basadas en su misma narrativa,
que generen acciones enfocadas en el cumplimiento del objetivo de la felicidad,
teniendo en cuenta los valores y la moral cultural.
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