viernes, 10 de mayo de 2019

Tercera Y Cuarta Edad; ¿Estamos Preparados?


La vejez ha dejado de ser, poco a poco, ese espanto al cual muy pocos se atreven enfrentar. Para muchos es el fin de ese ciclo de vida que a veces llega demasiado pronto. Pero la verdad y los científicos así lo han determinado, esa etapa final, la cuarta edad, es tan interesante y tan intensa como las demás que complementan ese ciclo de vida.

Durante mucho tiempo escuchamos hablar de las personas mayores, como ancianos o de “la tercera edad”. Pero en los últimos años y con el avance la expectativa de vida, ha aparecido la denominación “Cuarta Edad”. Si bien no existe un consenso único y universal, podemos dividir las etapas de la vida en un rango de 25 a 28 años cada etapa.

La primera edad: está comprendida entre el nacimiento y los 28 años aproximadamente. Incluye la infancia, juventud y primera porción de la vida adulta. Es la etapa en muchas personas consiguen un trabajo estable y forman una familia (aunque este modelo este cambiando en los últimos años).

La segunda edad: comprende desde los 28 a los 56 años. Es la etapa laboral más activa de la mayoría de los individuos.

La tercera edad: se extiende desde los 56 a los 84 años. Es la etapa de declive en la actividad activa laboral, donde muchos individuos se jubilan.

La cuarta edad: Pero ¿qué tenemos más allá del límite de la tercera edad? Reitero que, sin un consenso unánime, la mayoría de los autores entienden que la cuarta edad se encuentra por encima del límite de los 80 a 84 años de vida. Es un “mundo” que recién estamos empezando a vislumbrar y a estudiar; y en muchos casos reinan más las preguntas que las certezas.

·         El crecimiento de la esperanza de vida

La esperanza de vida al nacer es una estimación del promedio de años que viviría un grupo de personas nacidas el mismo año si se mantuvieran constantes las tasas de mortalidad de la región evaluada. Dicho de otra manera: cual es el promedio de vida esperable para cada persona al momento de nacer. Esto ha sido tan dinámico en últimos años que las estadísticas son asombrosas.

A inicios del siglo XIX, la esperanza de vida era de solo 30 a 40 años. Incluso hay quienes afirman que, si no fuera por el avance científico, al día de hoy las personas tendrían una expectativa de solo 35 años. Sin embargo, con cambios en las políticas de higiene, salud y prevención, a inicios del siglo XX la expectativa de vida creció hasta los 55 a 65 años. Actualmente se considera que la media mundial ronda los 70 años, con grandes variaciones según las áreas del planeta. América Latina tiene un promedio de 72 años, pero ya en nuestros países nos estamos percatando que tenemos cada día, más individuos mayores a los 80 años.

Han sido cambios tan marcados que no estamos preparados para este fenómeno, en general, desde ningún aspecto. Ya sea médico, de infraestructura, o social, solo por nombrar algunos ejemplos.

Como cristianos comprometidos con nuestras iglesias, debemos acoger la idea y desarrollarla que Para La Tercera Edad También Hay Un Ministerio:
“Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día” (2 Corintios 4:16).

Muchas personas piensan que no pueden hacer mucho por Dios cuando llegan al ocaso de sus vidas. Dios no cambia sólo porque su salud no es buena o se siente débil. La fe que está dentro de usted no se ha debilitado, a menos que usted haya dejado de alimentarla con obras de fe. Las cosas que Dios nos ha llamado a hacer en la vida, no dependen de su fortaleza física o financiera.

¿Sabe en dónde reside una de las mayores fortalezas de la iglesia? En la gente “viejita” que ha caminado con Dios por años y años. Con su reserva de sabiduría y su fortaleza de fe, siguen asidos a Dios y aunque sus cuerpos estén un poquito “desgastados”, están tan fuertes como jamás lo fueron, porque Dios es su fortaleza.

Douglas MacArthur una vez dijo: “Usted es tan joven como su fe, tan viejo como sus dudas, tan joven como su auto-confianza, tan viejo como sus temores, tan joven como su esperanza y tan viejo como su desesperanza.”

Dios da fortaleza que no se desvanece porque sus promesas no se desgastan.

¿Está usted ya en esta edad? ¿Cómo está utilizando todo ese tiempo que ahora tiene libre, para el Señor? He aquí algunas cosas que debe pedirle a Dios que le ayude a ejecutar, para Su gloria: ser voluntario en albergues para desamparados, ir en viajes misioneros, cantar en el coro, contar historias a niños y a huérfanos, enseñar un estudio bíblico y pasar tiempo en oración intercesora por las necesidades de su comunidad y del mundo.

Hay una respuesta a tu llamado:

Isaías 6:8
“Y oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí: Heme aquí; envíame a mí”

Hechos 9:10
“Había en Damasco cierto discípulo llamado Ananías; y el Señor le dijo en una visión: Ananías. Y él dijo: Heme aquí, Señor”

·         ¿Acaso Usted Tiene Objeciones O Excusas Para No Servirle A Dios?

Me sorprenden mucho los diferentes llamamientos que Dios ha hecho en diferentes ocasiones y a diferentes individuos. Casi todos siguen un esquema idéntico: la presentación de Dios, el llamamiento específico, la objeción de parte del escogido, las señales de Dios y la respuesta.

Jesús dijo muy claramente: "Yo he venido para dar buenas nuevas a los pobres, a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor". Lucas 4:18…19.

Si nosotros no estamos considerando nuestro llamamiento como un reto actual, debemos empezar por ser obedientes al Señor y trabajar en el área en la cual Él me está llamando. Solo de esta manera estaremos obedeciendo el llamamiento irresistible de parte de Dios hacia cada uno de nosotros.

“Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad y tu potencia a todos los que han de venir” Salmo 71:18.

Los primeros cristianos “pusieron al mundo de cabeza”. Su responsabilidad y la nuestra en la actualidad es la misma: rescatar a los que perecen, cuidar de los moribundos, ir a los desamparados y decirles que Jesús salva.



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