Permítanme
en esta ocasión, ocupar este espacio para pincelar o como otro diría
esbozar pensamientos productivos en torno de esta etapa de vida hermosa y
exuberante.
El
ser humano transita dejando en cada instante pedazos de vida; muchas veces
lo hacemos sin tener plena conciencia de ello, sin pensar en un mañana, ni
fijarse en el camino que se ha recorrido; pero esos pasos
dados son los que nos han traído al presente y nos conducen hacia el
futuro.
Los
adultos mayores no sólo representan la generación del ayer, sino que forman
parte de nuestro presente, de ese presente de todos en sociedad y también
nos muestran el futuro para que nos preguntemos qué tipo de mundo queremos para
nosotros cuando lleguemos a esa etapa.
Somos
herederos de un tipo de vida a la cual, durante nuestro tiempo de paso por este
mundo, debemos afectar en pro de mejorar todo aquello en que nos involucremos.
Porque,
así como en las sociedades antiguas existía un respeto y casi veneración por
las personas de la tercera edad, en esta época contemporánea insistimos en
manejar estereotipos que condenan a sectores y nos mantienen estáticos, si no
es que nos hace retroceder y en variadas ocasiones hasta fenecer.
Los
adultos mayores estamos pasando en el 99% del mundo esta situación. Nos ven
como personas improductivas y de vida sedentaria, nos están condenando a una
vida de frustraciones, muy lejos del ejercicio de nuestra libertad y de
nuestra dignidad como seres humanos.
Ciertamente
no lo saben vivencialmente, porque no han llegado a esta etapa de vida
maravillosa y creen que el adulto mayor ya no tiene sueños, que hemos perdido
el deseo de sentirnos útiles, en la intensidad que pueda y quiera. Olvidan que
ahora somos más tremendo que en la adultez anterior, porque ahora tenemos el
consentimiento y experiencia que, conjugados con las fantasías del viejo, nos
permiten proyectarnos a plantear una sociedad más justa, sana, limpia y
respetuosa…pero cuando hablamos los intereses oscuros nos callan y tachan de
demencia senil… pobres de ellos cuan alejados están de la verdad.
Pobres
de ellos que piensan que estamos locos, ya lo verán y ya lo vivirán, ya
llegarán a nuestra edad.
Nuestra
experiencia y capacidad es un valioso apoyo y un tesoro invaluable (una vida no
se puede valuar), frente a los cambios de la vida, pues, recuerden,
nosotros ya hemos transitado por ella y seguimos marcándonos el camino.
Ha
sociedad insensata… ignorante a veces… por más que nos aparten o condenen no
vamos a morir, sesenta, setenta, ochenta años y más, nos respaldan.
Y
a la par de esos deseos de vivir, tenemos que con los avances de la medicina la
esperanza de vida ha aumentado, pero tristemente también
aumentan las enfermedades crónicas y degenerativas propias de la
edad, que en muchas ocasiones provocan dependencia y requieren que el adulto
mayor requiera cuidados y atenciones, con lo que se desencadenan problemas
económicos, sociales, familiares y médicos. Pero aun así cada día somos
más.
Esto
nos muestra un panorama complejo, pero ¿en qué etapa de la vida el ser
humano puede decir que no tendrá problemas?
Lo
importante es no dejarnos solos y entender que las necesidades son muchas, los
anhelos son variados y la voluntad es firme.
Veamos
a los ojos de nuestros adultos mayores, saquemos el tiempo cuando aún los
tenemos cerca entre nosotros y nos daremos cuenta de cómo aún brilla su mirada,
como aún tienen mucho que aportar, no sólo consejos, sino que por sí mismos son
una figura de apoyo y que también tienen derecho a una vida productiva, a
seguirse superando, a la diversión, a su espacio íntimo y a conservar su
dignidad.
En
una sociedad como la nuestra, de hondas tradiciones y valores no debe existir
la discriminación ni el menosprecio. No son personas invisibles, no son niños;
son hombres y mujeres que han dejado su vida para forjar este mundo que nos
están heredando y al cual aún desean contribuir en la medida de sus
fuerzas y habilidades.
Por
parte de este escritor, quiero que sepan que voluntad no me falta, a pesar de
mis setenta años, tiempo atrás emprendimos tareas y ahora vemos frutos, talvez
no abundantes, pero son frutos de las tareas emprendidas a lo largo de mi vida
para mejorar la calidad de vida de mis congéneres.
Reconozco
que, pese a los esfuerzos, todavía falta mucho por hacer, lo que he hecho quizá
nadie lo sabe, talvez si mis hijas y esposa que a veces las sacrifique o quizás
aun las sacrifico por mis ideales de una sociedad mejor, ahora sé que el camino
se inició y hay que recorrer e ir detrás de lo que hace falta. Creo que las
siguientes generaciones van a continuar con esto. La tarea es muy fuerte, hay
que trabajar, sudar mucho todavía y continuar con los proyectos.
No
podemos olvidar que la sociedad es un ente dinámico e imparable, la sociedad ha
comenzado a reconocer la importancia de que todos sus miembros logren cumplir
sus objetivos, por lo que el adulto mayor comienza a ser foco de atención. Los
adultos mayores debemos dejar esas calamidades que nos han impuestos y salir, salir
si, salir a dar la batalla a los parques, al cine, a todos los sitios de
nuestro interés, debemos ser personas más visibles y reconocidas, pues con los
años hemos adquirido y construido con temple, la sociedad presente, nuestro
esfuerzo y su lucha comienza a ser reconocido poco a poco tanto en términos del
gobierno como en términos sociales.
El
sentimiento de ser útil, a nivel social, no solo genera reconocimiento, sino
que nos hace parte de ese aprendizaje social de convivencia como de formación y
desarrollo personal, siendo la experiencia, una forma de evaluarse desde
juicios reflexivos para aceptarla con profundidad. Si bien estas experiencias
son importantes, no solo para la persona, sino para un aprendizaje social, se
hace necesario el reconocimiento de las posibilidades del adulto mayor por
construir otras vivencias, basadas en su misma narrativa, que generen acciones
enfocadas en el cumplimiento del objetivo de la felicidad, teniendo en cuenta
los valores y la moral cultural.
Debemos
provocar eventos que respondan a nuestras inquietudes, sabemos que aún queda
mucho por caminar, pero lejos de desanimarnos, mostremos a la sociedad y a
las autoridades, que no importa qué tan larga sea la ruta, sino que lo más
importante es nunca detenerse y no nos detendremos.
Para
concluir si usted es ya de mi edad, mayor, está por llegar o la mira aún lejos,
no importa, lo invito a reflexionar en lo siguiente:
En la vejez seguirán dando
fruto (Sal 92 [91], 15)
La
potencia de Dios se puede revelar en la edad mayor, incluso cuando ésta se ve
marcada por límites y dificultades. “Dios ha escogido lo que el mundo considera
necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil
para confundir a los fuertes; ha escogido lo vil, lo despreciable, lo que no es
nada a los ojos del mundo para anular a quienes creen que son algo. De este
modo, nadie puede presumir delante de Dios” (1 Corintios 1:27…28). El designio
de salvación de Dios se cumple también en la fragilidad de los cuerpos ya no
jóvenes, débiles, estériles e impotentes. Así, del vientre estéril de Sara y
del cuerpo centenario de Abrahán nace el Pueblo elegido (Romanos 4:18…20). Y
del vientre estéril de Isabel y de un viejo cargado de años, Zacarías, nace
Juan el Bautista, precursor de Cristo. Incluso cuando la vida se hace más
débil, el anciano tiene motivo para sentirse instrumento de la historia de la
salvación: “Le haré disfrutar de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Salmo
91[90], 16), promete el Señor.
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