viernes, 22 de junio de 2018

La Imperiosa Necesidad De La Educación En La Vejez


Proverbios 24: 5 NVI “El que es sabio tiene gran poder y el que es entendido aumenta su fuerza.” Por ello la educación en la vejez, es necesaria.

Si se analiza el envejecimiento normal y el envejecimiento patológico, así como los factores influyentes en cada uno de estos términos podemos darnos cuenta de que existen factores biológicos, psicológicos y sociales que pueden determinar la presencia de uno u otro tipo de envejecimiento.

Haciendo referencia a los aspectos psicológicos y sociales más significativos podemos decir que en el envejecimiento normal existe desarrollo o desintegración de algunos procesos psíquicos que pueden ser compensados. En el envejecimiento patológico, en se presenta la pérdida progresiva e irreversible de procesos psíquicos.

En lo social es normal la sustitución y evolución de roles, apoyo social ( familiar y comunitario) , posibilidades de autonomía, contactos familiares amistosos, existencia de actividades productivas para el anciano, mientras en el envejecimiento patológico se presenta la pérdida total roles sin posibilidad de sustitución, ausencia de apoyo social, dependencia involuntaria, inactividad, aislamiento, conflictos intergeneracionales, ausencia de contactos familiares amistosos.

Debemos, entonces, preguntarnos cuánto podemos hacer para apoyar el desarrollo del anciano en esta etapa, cuánto podemos estimular al adulto mayor para que viva esta etapa llena de cambios desde una perspectiva positiva y enriquecedora y cuanto podemos influir sobre estos factores psicológicos y sociales para lograr la aparición del envejecimiento normal.

Debemos entender que lo más valioso de la personalidad sería que el anciano experimentara una consideración positiva incondicional de sí mismo, lo que no plantearía discrepancias entre su valoración y su necesidad de consideración positiva.

Se plantea entonces la necesidad, del desarrollo de un proceso de educación en la tercera edad que permita el bienestar del anciano como un ser bio- psico- social, contrarrestando posibles cuadros pesimistas de sí y dirigido a lograr una autoestima positiva, propiciar el autodesarrollo y la autovaloración adecuada.

De las funciones psicológicas del anciano y sus posibilidades de educación, sabemos que en la vejez ocurre que los procesos psíquicos se hacen más lentos, a causa de la disminución neuropsicológica que se manifiesta en esta edad. Los trastornos de la memoria, las alteraciones en el pensamiento, la percepción, son superados por el interés y la motivación que pueden tener para el aprendizaje, que puede manifestarse más lento, pero indudablemente será más significativo para el individuo. Se deben tener en cuenta por tanto aspectos afectivos y motivacionales para el aprendizaje.

La educación en la tercera edad debe partir de que sea ofrecida a los ancianos para conservar su autosuficiencia, la adaptación social, forma de mantener el vínculo con el desarrollo social actual. Debe sentirse informado, como un hombre de su tiempo sobre la evolución del mundo actual. Es urgente que los pedagogos tengan en cuenta la búsqueda de métodos idóneos para trasmitir mensajes que enseñen y eduquen, ajustados a la vejez y debe demostrarse que la posibilidad de aprender en el hombre existe a lo largo de la vida.

Mediante la educación en la tercera edad puede lograrse que el anciano se interese en el futuro, que se sienta parte de la sociedad, con funciones y roles sociales. Los centros de salud, centros educativos, familias, comunidades, gobiernos locales en interacción con el anciano pueden trabajar en su estimulación y preparación en esta etapa

Las universidades del adulto mayor tienen un papel fundamental en el proceso y en la actitud de este hacia la vejez. Buscan crear una cultura del envejecimiento a partir de oportunidades educativas y mediante este proceso de educación la concientización en el ámbito social del valor de esta etapa.

La educación en el adulto mayor debe ser una educación para aprender a vivir, esto es lo más importante. Preguntas como quién soy, cómo enfrentar los problemas es una tarea que no debe olvidar la educación en el adulto mayor.

Existen algunas preguntas que llevarían una respuesta importante para el anciano y que deben tenerse en cuenta al desarrollar el proceso educativo para la vida:
·         Quién soy y cómo soy.
·         Cómo debo afrontar y resolver los problemas y frustraciones en mi relación con el mundo.
·         ¿Qué sentido u orientación debo darle a la vida? (objetivos, metas, valores)

Es importante que se vea el proceso de educación como posibilidad de lograr salud en el anciano tanto psíquica como físicamente, como la forma de legar elementos técnicos y fomentar en ancianos conceptos y pautas de conducta, derivadas de las propias discusiones, experiencias y confrontación con otros ancianos. Esto resulta de relevancia para la conservación de la salud en el adulto mayor. Es innegable que al presentarse un estado de bienestar físico el sujeto tendrá mayores posibilidades de experimentar bienestar psicológico que si está enfermo y viceversa, de ahí que la educación en el adulto mayor deba tener en cuenta varias esferas de trabajo.

La educación del anciano es una necesidad social que deben de afrontar las diferentes instituciones sociales, estatales e iglesias y debe ir dirigida al desempeño de nuevos papeles y a la búsqueda de un nuevo espacio en la sociedad.

Para concluir diremos que la educación en el adulto mayor constituye en nuestros días un proceso de gran importancia, con ella pueden lograrse un mejor estilo de vida en el anciano donde existan proyectos, esperanzas, conocimiento real de sus potencialidades, de sus valores y hasta dónde puede llegar. Permite preparar al anciano para llevar una vida más saludable tanto física como psíquicamente.

La educación en el adulto mayor permite la inserción del anciano en la sociedad que un día construyó y de la que se siente apartado. Resulta un modo de lucha contra las representaciones que hoy priman de la vejez y que tanto los limitan, constituyendo así una necesidad de orden social.

La educación en el adulto mayor, una educación para aprender a vivir, es hoy una tarea de primer orden para todos aquellos que, desde la familia, la comunidad, el centro de salud, centros educativos, iglesias, interactúen con sujetos de la tercera edad.

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