viernes, 23 de febrero de 2018

Un Abuelo Tullido Y Una Joven Ciega



1 Pedro 5:5 “Así mismo, jóvenes, sométanse a los ancianos. Revístanse todos de humildad en su trato mutuo, porque Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes” 

Y lo había llamado tullido, por razón o instinto, no lo sé; pero si he aprendido en la vida que el respeto a los mayores por razón o instinto es bueno y lo es aún mayor cuando ambos se integran.

Cuentan que una linda joven ciega se encontraba vagando por el bosque sin saber por dónde ir. De repente, tropezó y se cayó. Al tantear por el suelo del bosque descubrió que había caído sobre un viejo abuelo tullido.

La ciega y el abuelo tullido entablaron una amena conversación confesándose cada uno su pena por su situación y su destino.

La ciega decía: “No sé cómo empecé a deambular por este bosque y no encuentro la salida… ¿será que me habré perdido?”.

Mientras el abuelo tullido comentaba: “Hace tiempo que estoy aquí, escribiendo en el bosque, a veces quisiera salir para respirar y alegrarme, pero más parezco carga y por ello no puedo salir de él”.

Mientras se quejaban, la ciega exclamó: “¡Ya lo tengo! Yo te apoyaré con mis hombros y tú me indicarás hacia dónde ir. ¡Juntos podremos salir del bosque!”.

Según el narrador de esta hermosa historia, el tullido simbolizaba la racionalidad y la ciega representaba la intuición. La moraleja del cuento es clara: sólo podremos salir del bosque si sabemos integrar con humildad la sabiduría de los ancianos con el instinto emprendedor de los jóvenes.

La historia anterior, que como todo lo antiguo que perdura en el tiempo, encierra enseñanzas interesantes, nos invita a pensar sobre en qué elementos debemos basar las decisiones para juzgar a nuestros ancianos, el cómo quizás ciegamente nos enfrentamos a la vida y el cómo ya la paso el anciano y tantas otras situaciones importantes o incluso trascendentales.

Si aún no has llegado a la ancianidad, seguramente no habrás implementado una sistemática y bien estructurada visión para definir los pasos que debes seguir para avanzar hacia vuestra vejez. Es frecuente y normal que el joven temerariamente trate de dar consejos al anciano y más cuando empiezan a decidir por ellos. Y es frecuente que los viejos se resistan y lo más peligroso aun es cuando de ellos surge un si, pero en su intimidad persiste un no. 

Generación de jóvenes y generación de viejos, no es raro que se enfrenten, en la familia, en la empresa, en cualquier lugar donde se de esa convivencia, la razón y el método difieren uno alega una nueva visión en un mundo instantáneo y el otro alega que la paciencia debe formar parte de las buenas decisiones.

La real historia inicia cuando un ciego y un tullido están quejándose por sus formas de pensar y actúan unos queriendo imponer a otros, al escucharse se dan cuenta de que, si el ciego carga al tullido suplirían sus carencias, ya que el tullido guiara el camino del ciego y este le daría la oportunidad de caminar.

Cuando el ciego empieza a caminar se queja del peso que genera el tullido, mientras éste lo trata como una muleta cumpliendo así con su parte, que es indicarle el camino.

Cuando ambos hablan de las ventajas que suponen sus discapacidades en la sociedad y que no tienen por qué soportar nada a nadie, entonces las cosas cambian.

Ese cambio es lo que el enemigo que anda como león rugiente, ve y capitaliza al enfrentar jóvenes con viejos o viejos con jóvenes.

El tullido ve y relata al ciego, como Jesucristo está cargando una gran cruz que está atada a su espalda y con él van diferentes personas maltratándolo física y verbalmente siendo acusado de hablar sobre un trato justo hacia iguales y salvando a las personas por medio de milagros; estos hechos causan compasión en ambos, cada uno quiere ayudar al otro a su manera, lo cual no es conveniente ya que saben que el enviado de Dios vino para que sus enfermedades desaparecieran y esto sería suficiente para tener que trabajar y cumplir con responsabilidades en una unión generacional.

Por la falta de humildad para aceptarse como son, tratan de irse lo más lejos, pero cuando Jesús los alcanza se cumplen sus más temidos deseos que son los de ver y caminar; el que ahora no es ciego se alegra de salir de esa oscuridad que creía permanente arrepintiéndose por haber querido huir del milagro más hermoso que le había concedido Jesús, mientras que el que deja de ser tullido se alegra al saber que ya no lo verán o trataran con compasión y tendrá que sobrevivir por medio de su esfuerzo y no de la lastima de los demás, al fin y al cabo si el joven tiene derecho de transformar el mundo, él también está vivo para darle cimientos de sabiduría.

El diablo solo quiere someternos y hacernos desgraciados, el diablo hace que el tullido prefiere ser tullido a tener que convivir con el joven y el joven se crea un basta ya de ser esclavo del viejo, negándose ambos el vivir una libertad real, libre de cadenas invisibles y estereotipos generacionales. Todo porque el enemigo sabe que dos débiles y que unidos se vuelven una armada invencible. 

Quien aún no ha llegado a anciano seguramente es o se siente joven pero no debe olvidar que el anciano ya vivió lo que vive el joven, pero el joven no sabe si vivirá lo que vive el anciano y que un cuerpo desgastado no hace inferior a nadie

Es cierto que lo más jóvenes tienen ventajas físicas sobre los menos jóvenes, pero hay que tener muy en cuenta algo, que el mayor ya vivió lo que vive el menor y ahora está viviendo una edad que el menor no sabe si vivirá. Por ejemplo, uno de 40 años ya llegó a esa edad, en cambio el de 20 ni siquiera sabe si llegará. Por lo tanto, el mayor, que ya vivió más que el menor, tiene una gran ventaja. El menor no puede presumir de condiciones o una edad que el mayor no tiene ahora, porque el mayor también pasó por las condiciones físicas y la edad cuando fue menor. Entonces, si un joven le dice discriminantemente “viejo” o “tullido” a uno mayor, ese joven debe tener en cuenta que ese viejo también fue joven y ya llegó a la vejez, cuando el joven ni sabe si llegará

También he observado a personas mayores, tanto hombres como mujeres, que, al estar al lado de alguien menor, se sienten menos, como que se “agachan”, pensando que por tener más edad son inferiores a los más jóvenes. Esto no debe ser así, toda persona, sin importar la edad, ni las arrugas, ni los achaques, tiene siempre que valorarse, mantener una autoestima correcta y sentirse de alto valor sin importar frente a quién esté, ni en qué situación se encuentre

Para concluir, quiero decir:

  • ·         No hay que considerar inferiores a los mayores, ni tampoco a los menores, hay que tratarlos como personas que en esencia valen igual que nosotros mismos.
  • ·         Hay que disfrutar la vida sin importar la edad ni los efectos de la misma en nuestro cuerpo, porque el que envejece es el cuerpo, no nosotros y…
  • ·         Levítico 19:32 NVI: “Ponte de pie en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor

Así que muchacha/o ciega/o se inteligente y aprende.

No hay comentarios:

Publicar un comentario