Proverbios 12:25 “La
angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra” NVI
El aspecto más relevante que indica una
adecuada salud mental de una persona a cualquier edad es la valoración
satisfactoria que esta hace de sí mismo, de su entorno y de cómo maneja este
entorno.
En la vejez, diversas condiciones cambian y
algunas de ellas están en relación con pérdidas a distintos niveles (muerte de
seres queridos, tener una enfermedad crónica, etc.) que convergen en este
periodo de la vida e influyen en el estado de ánimo y por lo tanto en su
bienestar. La tristeza es frecuente ante este tipo de experiencias.
Para superar la tristeza hay que convencerse de
que se puede superar.
Hoy queremos ver cómo vamos a desechar la
tristeza mejorando el grado de bienestar psicológico a través de la realización
de actividades que den sentido a la vida cotidiana y permitan el disfrute y
desarrollo personal.
Vamos a:
·
Aprender
diferenciar cuando una reacción de tristeza es normal o patológica.
·
Entender
de qué depende el bienestar psicológico.
·
Prevenir
estados depresivos.
·
Profundizar
sobre el efecto positivo que la actividad tiene sobre el bienestar.
·
Incrementar
el número de actividades agradables y la satisfacción que nos producen.
A lo largo de la vida suceden múltiples cosas:
cumplimos años, tenemos peores condiciones de salud, mueren seres queridos,
etc. Frente a estos cambios, una respuesta emocional muy común es la tristeza.
La tristeza es una reacción normal e incluso "saludable" ante
diversas situaciones. No sería "sano" no reaccionar emocionalmente
ante una circunstancia que signifique perdida.
Una filosofía de vida saludable es aquella que
acepta y supera vivencias negativas; debemos aprender a contentarnos y
enriquecernos aceptándolas y superándolas.
La tristeza es un sentimiento que afecta todo
el ser, provocando la caída del estado de ánimo y una sensación de pesar que se
experimenta en el cuerpo; este se hace lento, y la mente se llena de
pensamientos oscuros.
Con la tristeza reducimos la atención
focalizada en el entorno para centrarla sobre uno mismo. Abandonamos así todo
lo que nos rodea, incluyendo los seres queridos y cercanos.
La tristeza puede sobrevivir tras haber sufrido
alguna perdida personal (amor, trabajo, estatus, sueños...) en cuyo caso puede
que forme parte de una de las fases de duelo por las que las personas
atravesamos en estos casos. Quizá también esté provocada por la caída de un
ideal, que manteníamos, sobre otra persona o incluso sobre nosotros mismos.
La tristeza en ciertas circunstancias provoca
un sentimiento de soledad, otras veces, tras una decepción, la tristeza nos transporta
a un lugar de nuestro pasado donde las cosas iban mejor y se trasforma en
nostalgia.
Uno de los recursos más eficaces de los que
dispone nuestro organismo para aliviar la tristeza es el llanto, así que si
tiene deseo de llorar… llore. Otras es la ira. La tristeza disimula con
frecuencia una gran indignación y un gran enfado. A personas que les cuesta la
emoción del enfado se van con frecuencia a la tristeza y cuando se permiten
enfadarse la tristeza se va trasformando.
Saber diferenciar cuando una reacción es normal
o patológica es el punto de partida para planificar cambios dirigidos a
disminuir la tristeza y mejorar u optimizar el bienestar, pero, en caso
necesario, hay que solicitar ayuda profesional.
Diferencia entre estado de tristeza y como esta
se va convirtiendo en depresión enfermedad:
1.
Tristeza: Implica sentimientos
de tristeza específicos relacionados con la vivencia de alguna perdida
ocurrida.
Depresión: La tristeza se va asociando a perdida de
interés por las actividades cotidianas, falta de concentración, sentimientos de
autocompasión y desesperanza.
2.
Tristeza: Estos sentimientos no
se generalizan a otras situaciones y no repercuten en los sentimientos de valorización
personal.
Depresión: Los sentimientos depresivos se generalizan a
todos los ámbitos de la vida. La persona se conmisera a sí mismo.
3.
Tristeza: No influye de forma
significativa en el nivel de actividad cotidiana ni comportan un retraimiento
de las relaciones sociales.
Depresión: Aparecen síntomas fiscos: insomnio, fatiga,
inapetencia, etc.
4.
Tristeza: Tienen un límite en el
tiempo. Cuando la circunstancia experimentada es grave (como es la pérdida de
un ser querido), la adaptación supone un periodo de tiempo más prolongado que
se caracteriza por la asimilación y aceptación progresiva de la nueva situación.
Depresión: los sentimientos de tristeza y depresión
provocan una incapacidad para realizar actividades cotidianas y repercuten en
retraimiento social. Esta problemática se prolonga en el tiempo.
Es importante afirmar que la edad no parece ser
un factor determinante que influya ni de forma negativa ni positiva sobre el
grado de bienestar. Son ciertas condiciones externas que sobrevienen a la vejez
(tener peor salud, no poder valerse por sí mismo, etc.), las que influyen en el
bienestar. Pero, además, muchas de esas condiciones tienen que ver con recursos
personales, entendidos estos como las habilidades para relacionarse con los
demás y desde luego, las actividades que realizamos dependerán esencialmente de
nosotros mismos.
Debes de tener siempre presente en tu
pensamiento que, si lo puedes soñar, lo puedes lograr. Si puedes luchar por
alcanzarlo ya es casi tuyo... Nada es imposible si tú haces lo posible para
lograrlo. Bueno es que recordemos que si ríes el mundo reirá contigo, si
lloras, solo tú te mojaras la cara.
·
La importancia de ser
una persona activa
Existe una continuidad a lo largo de la vida:
las cosas que nos gustan, nuestras aficiones, se mantienen y añaden la
curiosidad por aprender cosas nuevas y la búsqueda de nuevas actividades.
Entonces bueno es hacer las cosas que nos gusten hacer, siempre y cuando estas
no amenacen nuestra salud.
Disfrutar con las cosas que hacemos, hacerlas
con entusiasmo y energía es una buena receta y antídoto contra la tristeza,
pues:
¾
Mejoran
la salud.
¾
Contribuye
al mantenimiento de habilidades funcionales.
¾
Potencia
el contacto con otras personas.
¾
Generan
un sentimiento de autoeficacia durante y después de su realización.
¾
Mantiene
y mejora la capacidad mental.
¾
Propicia
un pensamiento positivo.
¾
Permiten
el disfrute durante su consecución.
La tristeza genera pereza y recordemos que Proverbios
19:24 nos alerta: “El perezoso mete la mano en el plato, pero
es incapaz de llevarse el bocado a la boca” NVI
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