Por razone personales, viajo seguido de El
Salvador a Guatemala, el viaje lo hago en auto y relajando la mente pienso que
cada pueblito que paso es como pasar de un año a otro en el viaje de la vida y
cuando llego al final (Tecpan) me siento en mi viaje ilusorio que aquel pueblo
es una estación importante: mi tercera edad. Y entonces pienso ¿Cuál será el
pueblito de adelante? Porque lo importante es siempre pensar en extendernos más
halla… más años, más pueblitos.
Muchos niegan haber llegado y refunfuñan por
poder arribar a los 60 años. No logran entender y gozarse en esta etapa de la
vida que ha sido reservada a pocos afortunados que lograron vencer hasta ese
momento la muerte y las enfermedades. Desafortunados también, porque han
perdido a familiares y amigos que quedaron en pueblitos anteriores. Si hemos
llegado a la edad que otros no pudieron, pues cada día es una ocasión más que
especial para vivir mejor y saber adaptarnos.
Lo mejor en esta fase que comienza es que no
hay arrugas en el corazón ni en los sentimientos. Lo ideal es envejecer con
dignidad, llevar las canas dignidad, entender que como lo enseña Dios, ya
estamos emulando a el “anciano de días”.
Según estudios científicos, una actitud
positiva permite una vida más larga. Se piensa que el pensamiento positivo
sobre el envejecimiento aumenta la voluntad para vivir, y hace a la persona más
resistente a las enfermedades. Por ello siempre hay que pensar con buenas
expectativas del pueblito que esta adelante. Además, el estrés mental respecto
al envejecimiento es menor para quienes tienen una actitud positiva.
Así que me trazo un plan muy positivo, alegre y
optimista para que los años no me derrumben y conocer más nietos, quizás
bisnietos, amigos; y sobreponerme a la pérdida de los que tienen que
abandonarme en esta trayectoria, que cada vez aumenta en número.
Pienso así seguir mi camino hasta que me toque
llegar al último pueblito, terminar así el viaje e iniciar uno nuevo rumbo a la
tierra prometida que es la eternidad con Dios. Por eso decidí vivir cada día
como si fuera el último, sin pensar que me estoy poniendo viejo, porque si el
espíritu se mantiene joven, no hay vejez que valga. Como bien dijo el
científico y escritor alemán Georg Christoph Lichtenberg: “Nada nos hace
envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos
viejos”.
Los juicios y prejuicios que uno elabora sobre
sí mismo influyen en la calidad de vida. Esto resulta crítico entre los adultos
mayores.
Según un artículo publicado en The New York
Times, los adultos mayores que se consideran inútiles o desahuciados tienen un
mayor riesgo de enfermarse y vivir menos tiempo. Esto se debe a que se
preocupan menos por su salud, asumen más conductas de riesgo y son presa fácil
del estrés.
Los estereotipos de la edad, son realmente
determinantes. Por ejemplo, los adultos mayores optimistas y positivos tienen
un mejor funcionamiento físico, mental y emocional porque se preocupan por
vivir más y mejor. Es decir, van al médico oportunamente, comen bien y hacen
ejercicio, entre otras actividades saludables. De hecho, un estudio ha
demostrado que estas personas tienen mayores probabilidades de recuperarse de
una enfermedad.
El entorno es muy importante. “Para las personas
que se preocupan o tienen que interactuar con adultos mayores, el mensaje es
claro: tu actitud positiva cuenta y debes activar o potenciar las actitudes
positivas en tus adultos mayores”.
La idea es desterrar que envejecer es una
condena. Esto es tarea no solo del que ya peina canas, sino de toda la familia.
Feliz de joven, feliz de mayor. Cada vez más
científicos estudian qué es la felicidad y qué factores son los que acercan a
ella. En fechas recientes, investigadores de la Universidad de Granada, España,
entrevistaron a 154 personas de entre 65 y 96 años para saber cuál era su grado
de felicidad en la actualidad y cuál había sido en el pasado. Una de las
principales conclusiones que obtuvieron es que las personas mayores son más
felices cuando lo han sido de jóvenes.
Como explica una de las autoras del estudio,
"la felicidad es bastante estable en el tiempo, no es una emoción pasajera
que viene y va. Creemos, con los hallazgos previos de otros investigadores, que
las personas que han sido felices a lo largo de su vida han ido construyendo
recursos para ser feliz". Así, cuando son mayores, pueden beneficiarse de
esa magnífica inversión que han hecho a lo largo de su vida.
Gozar de familia y amigos, no sufrir depresión
y poder realizar las tareas cotidianas son factores que acercan a la felicidad
En la encuesta, se incluían personas que vivían
en sus hogares y en residencias para mayores. A pesar de que estas últimas se
declaraban igual de felices que las personas que estaban en sus casas, había
diferencias en aspectos relacionados con la calidad de vida. Quienes vivían en
residencias eran más dependientes, no podían realizar tantas actividades
relacionadas con el ocio y sentían menos el apoyo de sus familiares.
Aparte de haber gozado de una vida feliz, los
mayores que se declaraban más felices coincidían en que gozaban de una red
familiar que los apoyaba, no sufrían depresión y podían hacer sus tareas
cotidianas con normalidad. Y es que los factores que acercan a estas personas a
este estado de bienestar son: que "tengan un buen balance afectivo (más
emociones positivas que negativas), que se sientan satisfechas en general con
su vida, que se sientan capaces de realizar sus tareas cotidianas y que tengan
amigos y familiares con quienes compartir las cosas buenas de la vida".
También es de gran ayuda gozar de buena salud o
por lo menos, de una salud medianamente buena. "Aunque es importante decir
que la mayoría de las personas con enfermedades crónicas o incluso graves son
también felices o incluso muy felices", apunta la investigadora. Y
asegura, además, que la situación económica, aunque es importante para la
felicidad, "lo es mucho menos de lo que mucha gente piensa".
Y si, llegados a cierta edad, no se ha
alcanzado un nivel satisfactorio, no hay que caer en la desesperanza. "A
los autores de este estudio, lo que más nos interesa resaltar es que la
felicidad es modificable. Cada uno puede construir su estado de ánimo. Las
personas podemos hacer mucho por sentirnos satisfechos", insiste la
experta.
Para terminar y no por ello menos importante, disfrute
la vida que Dios le ha dado – Pablo era ya anciano cuando escribió “Regocijaos
en el Señor siempre, Otra vez os digo regocijaos” (Filipenses 4:4).
Da pena ver a ancianos deprimidos que se han
rendido con la vida y no tienen otro deseo sino el dormir, quizás ver algunas
telenovelas en casa y salir poco de la casa.
Aunque requiere esfuerzo, los ancianos
cristianos e incluso los que no lo son, deben esforzarse en salir y vivir,
asistiendo a todas las reuniones que puedan asistir, visitando a enfermos y
sirviendo a los hermanos mientras puedan. Si su salud no permite que salgan,
pueden leer la palabra de Dios en su casa, invitar a los hermanos a visitarlos
y hablarles del cielo, de la palabra y de la esperanza que Dios nos ha dado.
Después de hablar el salmista en Salmo 92:12 y
13 del justo que iba a florecer como la palmera, dice en versículos 14 y 15, “Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos, para
proclamar: «El Señor es justo; él es mi Roca, y en él no hay injusticia” NVI.
Y… ¡Es que los ancianos que siguen a Jehová
tienen una fuerza interior que los del mundo no tienen!
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