viernes, 13 de enero de 2017

Preparémonos Espiritualmente Para Envejecer



Así como el ejercicio físico puede ayudarnos a mantenernos en forma durante más tiempo y prepararnos para los efectos físicos del envejecimiento, también el ejercicio espiritual puede ayudarnos a prepararnos para la transición en nuestra relación con Dios y con otros, a nivel espiritual. Si somos de cincuenta a ochenta y más años, podemos prepararnos para lo que está por venir.

Al reflexionar sobre las bendiciones y desafíos del envejecimiento, podemos evaluar en ese momento lo que nuestros deseos son, a medida que envejecemos.

Podemos decirnos: "Quiero crecer en mi habilidad para estar abierto a lo que vendrá en el futuro, comenzando a orar por la gracia de rendirme al Señor cada vez más en este momento de mi vida, de modo que estaré más cómodo con vivir esas situaciones propias del envejecimiento en el futuro"

Podríamos reconocer, "estoy reconociendo que puedo ser bastante impaciente, inflexible y a veces hasta insoportable en estos días. No quiero empeorar, cuando sea mayor. Quiero comenzar a pedir al Señor la gracia y bendición de poner mi vida en las manos de Dios, con cada experiencia desafiante de mi día, de mi vida ".

Los deseos cuando son específicos son muy útiles y podríamos reflexionar: "He estado sintiéndome cada vez más egoísta en estos días. Realmente no tengo cargas terribles que sobrellevar, pero he estado sintiendo mucha autocompasión ese tratarme personalmente como el pobrecito de mí, me esta obsesionando. No puedo imaginar lo que llegare a ser en unos años más viejo, debo luchar por mí futuro. Realmente necesito dar un giro completo ¡ya! Necesito hacer una lista de lo que tengo que estar agradecido y empezar a practicar nuevos comportamientos para quitarme completamente o dominar esos patrones.

Un deseo creciente podría expresarse espiritualmente en la forma de una oración: "Señor, he dejado de crecer en una simple intimidad contigo. Tengo muchas excusas, la mayoría ilegítimas. Mi vida ha estado ocupada. No siempre he estado cerca de ti o te dejo estar cerca de mí en mi vida cotidiana. No quiero esperar hasta que tenga un ataque al corazón o descubrir que tengo cáncer, demencia o alguna otra enfermedad o discapacidad, antes de intentar acercarme a ti. Déjame tener las gracias que necesito para desarrollar y sentir una cercanía y una creciente dependencia de ti ahora, para prepararme para el tiempo, que viene, cuando mi vida estará realmente en tus manos".

Es bueno desarrollar nuevas prácticas que nos puedan servir bien en el futuro y algunas de las nuevas prácticas que podemos desarrollar son apropiadas para mantener una vida de oración conexa y relacional, a medida que envejecemos.

Podemos empezar por reflexionar sobre en un plan que nos servirá en los siguientes años, dependiendo de cómo nuestra relación es ahora y como nos gustaría que fuera en el futuro.

Podríamos decidir que hay varias maneras en que podemos escribir, pensar o platicar algunas oraciones muy sencillas de confianza y entrega, de expresiones de serenidad y fe, las cuales podemos comenzar a hacer parte de nuestra relación continua con Dios.

A manera de preparamos en estas diversas formas personales de oración podemos exclamar: "Señor, deja que mi vida esté en tus manos", podemos comenzar la práctica de decir estas oraciones en momentos particulares de nuestros días, cuando salimos por la mañana, en tiempos de comida y tal vez cuando nos encontramos con un momento difícil. Desarrollar ahora, entrando a la vejez, este patrón será de un gran beneficio para nosotros que cuando sea más difícil desarrollar nuevos patrones más tarde, ya entrada la vejez.

Otra cosa que podemos hacer es comenzar a sentirnos cómodos con los gestos. Por ejemplo, podríamos hablar a nuestro Señor, en casa o mientras estamos sentados en silencio en la iglesia o en un servicio de adoración, con las manos abiertas. Ese simple signo de un corazón abierto, demuestra una relación de confianza, de tiempo de comunión con nuestro Señor, cuando las palabras podrían fallarnos más tarde.

Y, en algún momento en el futuro, cuando nos enfrentamos a una gran lucha o dolor intenso, tendremos la bendición de haber desarrollado el hábito de abrir nuestras manos cuando estamos en comunión con nuestro Señor. En estos tiempos muy difíciles, ese simple gesto puede sellar a la comunión que necesitamos en todo momento, cuando no tengamos energía o fuerza y pudiéramos estar sin palabras, incluso sin pensar.

Pablo nos anima a pensar en las cosas del cielo, más que en las cosas de la tierra. Colosenses 3: 2 “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra

A medida que envejecemos, este consejo se vuelve más importante. Aunque puede haber problemas y a veces circunstancias muy mundanas que se apoderan de nuestros pensamientos y sentimientos, el momento en que vamos a terminar esta vida y de estar recibiendo las recompensas de la vida eterna se acerca.



  • Podemos desarrollar la práctica de pensar acerca de nuestra redención, salvación y la eterna comunión con nuestro Señor y todos nuestros hermanos y hermanas.
  • Podemos pedir la gracia para anticipar el deseo de que se cumplan las promesas de nuestro Señor.
  • Podemos pedir la gracia para mirar hacia adelante a la alegría que experimentaremos.


Este tipo de preparación puede ser de gran ayuda para cuando nos acercamos a nuestro viaje final. Podemos permanecer en este mundo y tratar con lo que tenemos que tratar y todavía orar: "Querido Jesús, anhelo ver tu cara".

Entonces, cuando nos enfrentamos a la realidad concreta de dejar ir nuestra vida, nuestros corazones estarán listos para entregar nuestra ansiedad y miedo y anhelar genuinamente el gozo eterno.

Este tema debe tratarse sin reserva entre familia, debe verse como una pasar a un nuevo renacer, así como cuando llegamos a este mundo, es triste encontrar a una familia que ha desarrollado una práctica de nunca hablar de envejecimiento o morir; parece que han decidido que si no hablan de ello, no se convertirá en una realidad.

Es maravilloso ver gente que envejece siendo muy cómoda hablando con su familia y amigos acerca de sus experiencias, a veces, para pedir ayuda y apoyo, o simplemente un poco de compasión.

El envejecimiento es un proceso que casi todos experimentamos. Al comenzar este proceso, podemos buscar el apoyo de otros, como compañeros en el viaje. Podemos ser buenos el uno para el otro. Y cuando dos o tres de nosotros estamos juntos, en fe, en su nombre, él está allí con nosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario