A veces me escriben y me dicen ¿Qué hace un
pastor metido en estos temas? Déjenme tan solo auxiliarme de la Palabra de Dios
y responderles: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” Santiago
4:17 RV 1960
El presente trabajo está orientada a explorar
los obstáculos que la arquitectura manifiesta para integrar socialmente al
grupo etario reconocido de la Tercera Edad.
Socialmente la figura del Adulto Mayor
podríamos decir que se encuentra olvidada y en muchos aspectos degradada y
carente de valoraciones positivas. Aun cuando el incremento de la expectativa
de vida en las últimas décadas, ha prolongado su presencia vital en la sociedad
y las transformaciones de ésta han avasallado sus costumbres haciendo caso
omiso a las nuevas demandas que este vulnerable grupo posee y manifiesta.
Por esta razón, se deben buscar cambios en el
hacer arquitectónico, entendiendo y teniendo en cuenta la evolución de las
estructuras sociales y adaptando los espacios a las nuevas demandas.
¿Cómo poder brindar calidad de vida a la
Tercera Edad a través del hacer arquitectónico que aporte esta profesión?
Para contestarnos lo anterior, en términos
generales, se deben formular proyectos que sean altamente participativos e
integradores, que aporten mejoras en los aspectos esenciales de la vida de las
personas de este grupo, para así responder a nuestra inquietud de servir
positivamente a la sociedad desde una perspectiva humana de la arquitectura.
La tercera edad es un grupo particular de
población, comprende a personas cuya edad se sitúa entre los sesenta a los
ochenta o más años, en coincidencia con la edad de jubilación y sus
consecuentes repercusiones psicosociales.
Actualmente va en aumento un sector activo,
autónomo y autosuficiente de la Tercera Edad, en él, se encuentra un mayor
potencial humano disponible, con alto nivel de desarrollo, buenos estándares de
salud y extensión de la esperanza de vida; pero los clichés sociales ya los
sacaron de los círculos productivos, aun cuando ellos disponen de grandes
recursos y capacidad para participar en el bien común objetivo de toda
sociedad.
La situación actual de los Adultos Mayores en
nuestras sociedades latinoamericanas, se encuentra limitada en el desarrollo
social, entendido este como el individuo que participa activamente en la
comunidad, debido a que enfrenta problemáticas que inciden negativamente en su
bienestar, en su desarrollo psicofísico (equilibrio mental, emocional) y
autónomo.
Uno de los factores de estos inconvenientes,
surgen a raíz de que los espacios arquitectónicos contemporáneos, condicionados
por el principio dominante del beneficio económico (mercado inmobiliario), el
simple practicismo y los innecesarios acabados comerciales en la arquitectura,
avanzan en una dirección descontrolada que al no tener en cuenta ciertos
aspectos estos, solo llevan el objetivo de satisfacer las necesidades
inmediatas, separándose cada vez más de la escala humana y dejando de lado
cuestiones sin resolver.
Debemos estar claros que:
1.
La
creación de espacios destinados a la Tercera Edad incide en un desarrollo
integral de los Adultos Mayo res para satisfacer el bienestar de los mismos.
2.
La
ausencia de espacios de participación social y cultural destinados
exclusivamente al desarrollo individual de las personas, que pertenecen a la
Tercera Edad, produce la exclusión social de los mismos.
3.
La
Tercera Edad desprotegida del sistema social en general y en menor
interrelación con la juventud
Los nuevos y actuales diseñadores
arquitectónicos y los viejos diseñadores parte ya de esta etapa de la vida,
deben promover entre los Adultos Mayores un espacio de interacción,
integración, participación e inclusión, con la sociedad en su conjunto; para
ello ha de propiciarse:
·
El
Bienestar Social de los Adultos Mayores a través del desarrollo personal e
intelectual mediante servicios eficientes.
·
Proponer
envolventes que dignifiquen a los ancianos y persigan el bienestar de su salud
psicofísica.
·
Responder
a las necesidades funcionales y físicas que requieren las personas en esta
edad.
·
Potenciar
los servicios con el objetivo de facilitar la permanencia y vivencia de las
personas mayores en su entorno social.
Finalmente, se plantea como objetivo último, el
conseguir la plena integración en todos los niveles: sociales, culturales y
físicos, de las personas Adultas Mayores en el seno de la sociedad.
¿Que lo anterior puede ser irrealizable?
Creemos que no, hasta hace unos años las
personas mayores independientes no tenían mayor opción si se sentían solos o
temían algún problema de salud, que irse a una residencia convencional (asilo)
o ser carga a su familia. Por eso, desde hace unos años, se comenzó a extender
la experiencia de Florida (EEUU) y de algunos países del norte de Europa, de
crear edificios, urbanizaciones y a veces, verdaderas ciudades, para uso
exclusivo de la tercera edad.
Las primeras iniciativas llegaron de la mano de
empresas asociadas a los grupos residenciales, entre ellas inmobiliarias que
vieron una oportunidad en el alto envejecimiento de la población y en el
rechazo de las personas mayores a perder autonomía. Más tarde llegaron las
firmas especializadas del sector, que construyeron edificios y urbanizaciones
para jubilados.
La ventaja de estos complejos de apartamentos,
situados en general dentro de las ciudades, es que las personas mayores (se
aceptan normalmente a partir de los 60 años) disponen de una vivienda con una,
dos o tres habitaciones, independiente, que pueden personalizar (en algunos
casos hasta llevar su mascota) y en la que seguirán haciendo la vida que hacían
en su casa. Uno de los residentes manifiesta que "Puedes hacer tu comida o
bajar al restaurante", "Entras y sales, recibes las visitas, en tu
casa. Es una gran diferencia con la residencia tradicional, en la que tienes
que una cierta disciplina horaria". Eso sí, con una serie de servicios y
atenciones sanitarias que mejoran la calidad de vida (al eliminar, por ejemplo,
la ansiedad ante posibles problemas de salud). Pues combinan las ventajas de
una vida independiente y las garantías de asistencia médica y técnica.
Las firmas oferentes de este sector, ofrecen
por el precio básico del apartamento un servicio de asistencia médica y
enfermería, acceso gratuito a Internet, pulsadores de alarma en los
apartamentos y el uso de las zonas comunes; restaurante, salas de estar con TV,
biblioteca y sala de prensa, gimnasio, sala de juegos.
Servicios como el aparcamiento, la limpieza, la
consulta médica o la fisioterapia y rehabilitación, hay que pagarlos aparte.
Las firmas del sector alquilan estos
apartamentos por semanas, meses o años a un precio que, limitándose a lo
básico, no es muy elevado si consideramos todos sus servicios, según cada plan
los hay desde $ 500.00 mensuales hasta $1,200.00 y si lo haces dentro de un
plan anual, por lo general hay un descuento.
Como era de esperar, en muchos lugares están
surgiendo este tipo de complejos al margen de la oferta de las grandes empresas
residenciales. Cooperativas de mayores, pequeños grupos empresariales y hasta
firmas inmobiliarias y de la construcción han visto un negocio interesante.
Ya hay cooperativas que han surgido con el fin
de conseguir precios más competitivos,
Conclusión: Lo fundamental que buscamos con
esta publicación es el reconocimiento de que la arquitectura; es un medio o una
herramienta que permite, no sólo intervenir técnicamente, sino también generar
cambios sociales.
Además, queremos demostrar que existen
alternativas que no son indagadas y ofrecer nuestro aporte para sentar una base
más consolidada dentro de lo que se conoce como “Derrumbar barreras
Arquitectónicas para la tercera edad”.
La inclusión de proyectos de este tipo,
aportará a este sector, una participación productiva que retornará sus
beneficios a la sociedad.
La premisa principal es colaborar mediante
servicios de integración y participación social para la Tercera Edad en su
entorno socio productivo y físico. La idea preliminar de intervención, se basa
en el abastecimiento de servicios y actividades importantes para la
reactivación e integración social.
No se busca hacer una arquitectura geriátrica o
institucional‑sanitaria; sino proponer programas que brinden los servicios
adecuados para que en diferentes situaciones éste sea utilizado.
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