viernes, 19 de agosto de 2016

La Arquitectura, La Tercera Edad Y La Sociedad



A veces me escriben y me dicen ¿Qué hace un pastor metido en estos temas? Déjenme tan solo auxiliarme de la Palabra de Dios y responderles: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” Santiago 4:17   RV 1960

El presente trabajo está orientada a explorar los obstáculos que la arquitectura manifiesta para integrar socialmente al grupo etario reconocido de la Tercera Edad.

Socialmente la figura del Adulto Mayor podríamos decir que se encuentra olvidada y en muchos aspectos degradada y carente de valoraciones positivas. Aun cuando el incremento de la expectativa de vida en las últimas décadas, ha prolongado su presencia vital en la sociedad y las transformaciones de ésta han avasallado sus costumbres haciendo caso omiso a las nuevas demandas que este vulnerable grupo posee y manifiesta.

Por esta razón, se deben buscar cambios en el hacer arquitectónico, entendiendo y teniendo en cuenta la evolución de las estructuras sociales y adaptando los espacios a las nuevas demandas.

¿Cómo poder brindar calidad de vida a la Tercera Edad a través del hacer arquitectónico que aporte esta profesión?

Para contestarnos lo anterior, en términos generales, se deben formular proyectos que sean altamente participativos e integradores, que aporten mejoras en los aspectos esenciales de la vida de las personas de este grupo, para así responder a nuestra inquietud de servir positivamente a la sociedad desde una perspectiva humana de la arquitectura.

La tercera edad es un grupo particular de población, comprende a personas cuya edad se sitúa entre los sesenta a los ochenta o más años, en coincidencia con la edad de jubilación y sus consecuentes repercusiones psicosociales.

Actualmente va en aumento un sector activo, autónomo y autosuficiente de la Tercera Edad, en él, se encuentra un mayor potencial humano disponible, con alto nivel de desarrollo, buenos estándares de salud y extensión de la esperanza de vida; pero los clichés sociales ya los sacaron de los círculos productivos, aun cuando ellos disponen de grandes recursos y capacidad para participar en el bien común objetivo de toda sociedad.

La situación actual de los Adultos Mayores en nuestras sociedades latinoamericanas, se encuentra limitada en el desarrollo social, entendido este como el individuo que participa activamente en la comunidad, debido a que enfrenta problemáticas que inciden negativamente en su bienestar, en su desarrollo psicofísico (equilibrio mental, emocional) y autónomo.

Uno de los factores de estos inconvenientes, surgen a raíz de que los espacios arquitectónicos contemporáneos, condicionados por el principio dominante del beneficio económico (mercado inmobiliario), el simple practicismo y los innecesarios acabados comerciales en la arquitectura, avanzan en una dirección descontrolada que al no tener en cuenta ciertos aspectos estos, solo llevan el objetivo de satisfacer las necesidades inmediatas, separándose cada vez más de la escala humana y dejando de lado cuestiones sin resolver.

Debemos estar claros que:
1.    La creación de espacios destinados a la Tercera Edad incide en un desarrollo integral de los Adultos Mayo res para satisfacer el bienestar de los mismos.
2.    La ausencia de espacios de participación social y cultural destinados exclusivamente al desarrollo individual de las personas, que pertenecen a la Tercera Edad, produce la exclusión social de los mismos.
3.    La Tercera Edad desprotegida del sistema social en general y en menor interrelación con la juventud

Los nuevos y actuales diseñadores arquitectónicos y los viejos diseñadores parte ya de esta etapa de la vida, deben promover entre los Adultos Mayores un espacio de interacción, integración, participación e inclusión, con la sociedad en su conjunto; para ello ha de propiciarse:
·         El Bienestar Social de los Adultos Mayores a través del desarrollo personal e intelectual mediante servicios eficientes.
·         Proponer envolventes que dignifiquen a los ancianos y persigan el bienestar de su salud psicofísica.
·         Responder a las necesidades funcionales y físicas que requieren las personas en esta edad.
·         Potenciar los servicios con el objetivo de facilitar la permanencia y vivencia de las personas mayores en su entorno social.

Finalmente, se plantea como objetivo último, el conseguir la plena integración en todos los niveles: sociales, culturales y físicos, de las personas Adultas Mayores en el seno de la sociedad.

¿Que lo anterior puede ser irrealizable?


Creemos que no, hasta hace unos años las personas mayores independientes no tenían mayor opción si se sentían solos o temían algún problema de salud, que irse a una residencia convencional (asilo) o ser carga a su familia. Por eso, desde hace unos años, se comenzó a extender la experiencia de Florida (EEUU) y de algunos países del norte de Europa, de crear edificios, urbanizaciones y a veces, verdaderas ciudades, para uso exclusivo de la tercera edad.

Las primeras iniciativas llegaron de la mano de empresas asociadas a los grupos residenciales, entre ellas inmobiliarias que vieron una oportunidad en el alto envejecimiento de la población y en el rechazo de las personas mayores a perder autonomía. Más tarde llegaron las firmas especializadas del sector, que construyeron edificios y urbanizaciones para jubilados.

La ventaja de estos complejos de apartamentos, situados en general dentro de las ciudades, es que las personas mayores (se aceptan normalmente a partir de los 60 años) disponen de una vivienda con una, dos o tres habitaciones, independiente, que pueden personalizar (en algunos casos hasta llevar su mascota) y en la que seguirán haciendo la vida que hacían en su casa. Uno de los residentes manifiesta que "Puedes hacer tu comida o bajar al restaurante", "Entras y sales, recibes las visitas, en tu casa. Es una gran diferencia con la residencia tradicional, en la que tienes que una cierta disciplina horaria". Eso sí, con una serie de servicios y atenciones sanitarias que mejoran la calidad de vida (al eliminar, por ejemplo, la ansiedad ante posibles problemas de salud). Pues combinan las ventajas de una vida independiente y las garantías de asistencia médica y técnica.

Las firmas oferentes de este sector, ofrecen por el precio básico del apartamento un servicio de asistencia médica y enfermería, acceso gratuito a Internet, pulsadores de alarma en los apartamentos y el uso de las zonas comunes; restaurante, salas de estar con TV, biblioteca y sala de prensa, gimnasio, sala de juegos.

Servicios como el aparcamiento, la limpieza, la consulta médica o la fisioterapia y rehabilitación, hay que pagarlos aparte.

Las firmas del sector alquilan estos apartamentos por semanas, meses o años a un precio que, limitándose a lo básico, no es muy elevado si consideramos todos sus servicios, según cada plan los hay desde $ 500.00 mensuales hasta $1,200.00 y si lo haces dentro de un plan anual, por lo general hay un descuento.

Como era de esperar, en muchos lugares están surgiendo este tipo de complejos al margen de la oferta de las grandes empresas residenciales. Cooperativas de mayores, pequeños grupos empresariales y hasta firmas inmobiliarias y de la construcción han visto un negocio interesante.
Ya hay cooperativas que han surgido con el fin de conseguir precios más competitivos,

Conclusión: Lo fundamental que buscamos con esta publicación es el reconocimiento de que la arquitectura; es un medio o una herramienta que permite, no sólo intervenir técnicamente, sino también generar cambios sociales.

Además, queremos demostrar que existen alternativas que no son indagadas y ofrecer nuestro aporte para sentar una base más consolidada dentro de lo que se conoce como “Derrumbar barreras Arquitectónicas para la tercera edad”.

La inclusión de proyectos de este tipo, aportará a este sector, una participación productiva que retornará sus beneficios a la sociedad.

La premisa principal es colaborar mediante servicios de integración y participación social para la Tercera Edad en su entorno socio productivo y físico. La idea preliminar de intervención, se basa en el abastecimiento de servicios y actividades importantes para la reactivación e integración social.

No se busca hacer una arquitectura geriátrica o institucional‑sanitaria; sino proponer programas que brinden los servicios adecuados para que en diferentes situaciones éste sea utilizado.

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