viernes, 22 de julio de 2016

Tercera Edad: De La Inteligencia Académica A La Emocional

¿Cómo osamos entender a los viejos, cuando nunca hemos sido viejos?

Para los cristianos, el entendimiento es importante porque normalmente pensamos que las situaciones van a ser transformadas y que el poder de Dios se va a manifestar en las circunstancias alrededor nuestro.

Hace unos días estábamos platicando con un hermano sobre entender a los ancianos y nos decía que el trae un lema en su corazón y es: “la transformación a través de la renovación del entendimiento” o sea que nosotros vamos a ser transformados mediante la renovación de nuestro entendimiento.

Pensamos que la transformación de nosotros va a ser una transformación tipo mágica, pero no entendemos muchas veces que Dios lo va haciendo momento a momento, transformando nuestro entendimiento, es decir cambiando nuestras ideas en nuestra mente, cambiando la forma en la que pensamos, cambiando las cosas que traemos en la mente y en el corazón y que a través de esta simple pero poderoso idea, Dios va a transformar todo nuestro ser.

Esto ya está dando una respuesta a la pregunta anterior: ¿Cómo osamos entender a los viejos, cuando nunca hemos sido viejos?

Toda nuestra transformación depende de la renovación de nuestro entendimiento. Y entonces dice la Biblia podremos comprobar la buena voluntad de Dios agradable y perfecta. Pero todo empieza con una transformación del entendimiento. Una renovación de nuestro entendimiento. Los conceptos mentales cuando verdaderamente se vuelven en convicciones es lo que hace la diferencia en una persona. De ahí la necesidad imperante de leer y aprender de todo tópico.

Todas las personas sueñan con una vida digna en donde las expectativas se cumplan y para ello se trabaja y se hacen esfuerzos, pero… ¿cómo saber qué conductas serán las que nos llevaran a lograrlo? Los investigadores se han preocupado por dar una respuesta. La inteligencia ha sido la explicación dada y sin embargo, no es tan sencillo definirla, es más, aún no se tiene un concepto definitivo de lo que significa ser una persona inteligente.

Daniel Goleman en su obra “La Inteligencia Emocional” (1995), ha sacado a luz el tema académico y lo ha llevado al entendimiento popular. Hoy sabemos que la inteligencia es mucho más que una determinada función de la mente humana tradicionalmente medida en términos de Coeficiente Intelectual (CI); el ser humano, a la hora de actuar de una determinada manera y de tomar sus propias decisiones, no lo hace tanto basado en su inteligencia cognitiva, sino sobre los impulsos de sus emociones y sentimientos que deben ser guiados, orientados, controlados y expresados mediante los dictados de una sana inteligencia emocional. 

La teoría de la inteligencia emocional ha tratado de reformular los términos por medio de los cuales se describe a la persona inteligente y su comportamiento característico, enfocando la atención hacia aquellas cualidades que permiten que una persona obtenga éxito en su vida.

Su visión se dirige hacia las capacidades que justifican el éxito en las personas que se destacan. El inadecuado manejo de las emociones y sus consecuencias constituye una particularidad de la sociedad, que ha desembocado en una amplia disfuncionalidad psicológica por parte de todos. 

La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de reconocer los propios sentimientos, los sentimientos de los demás, la motivación y el manejo adecuado de las relaciones que se sostienen con otras personas y con nosotros mismos.

Podemos hablar de cinco dimensiones fundamentales que permiten explorarlas:
Autoconocimiento o conciencia de sí mismo: Esta referida a la capacidad de reconocer y comprender los sentimientos, emociones y necesidades propias en un momento determinado, así como el efecto que estos ejercen sobre los demás, lo cual constituye una guía en la toma de decisiones. Por otro lado, permite reconocer las fortalezas y debilidades propias a partir de una autovaloración realista y de la autoconfianza.
Autocontrol: Es la capacidad de manejar las emociones, se refiere al control de los estados, impulsos y recursos internos. Ser capaces de asumir la responsabilidad de la actuación personal; ser flexibles a la hora de enfrentar los cambios, sentirse cómodo y abierto ante las nuevas ideas, enfoques e información.
El objetivo del autodominio es el equilibrio, no la supresión emocional. Mantener bajo control nuestras emociones perturbadoras es la clave para el bienestar emocional. El arte de serenarse o tranquilizarse es una habilidad fundamental para la vida.
Automotivación: Se refiere a la capacidad de movilizar la conducta para aprovechar oportunidades que permitan alcanzar las metas personales y superar contratiempos con perseverancia y optimismo. Es la capacidad emocional que facilita o guía el logro de los objetivos.
Empatía: Se relaciona con el reconocer y comprender lo que otra persona está sintiendo, sus necesidades y puntos de vista, para ponerse en el lugar del otro, así como para aprovechar y adaptarse a la diversidad existente entre las personas. La empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo; cuanto más abierto se es ante las propias emociones más hábil se deberá ser para interpretar los sentimientos del otro.
Habilidades sociales: Se comprende como la capacidad para conducir o saber manejar emociones en las relaciones con los demás, influir sobre ellos, inspirarlos, dirigirlos y negociar. Esta capacidad emocional permite inducir respuestas deseables en los demás, utilizar técnicas de persuasión eficaces, emitir mensajes claros y convincentes, inspirar y dirigir los cambios, negociar y resolver conflictos, ser capaz de colaborar con los demás en la consecución de una meta común y formar equipo.

Diversas investigaciones en variados ámbitos de la vida cotidiana constituyen pruebas irrefutables de la importancia y los beneficios de carácter personológico e incluso económico que produce el ejercicio de la inteligencia emocional en las personas.

La Inteligencia Emocional En El Adulto Mayor

Todavía son pocos los estudios sobre el desarrollo emocional en las personas mayores. En las investigaciones sobre los cambios en la emoción y motivación de las personas con el paso de los años, se ha analizado la intensidad de la experiencia emocional con resultados contradictorios.

Existen investigaciones que apoyan la idea de una menor activación del sistema nervioso, aun cuando otros estudios argumentan lo contrario debido a un decremento en la eficiencia de los mecanismos homeostáticos; es decir son todos los mecanismos que utiliza nuestro cuerpo para mantener un equilibrio, por ejemplo: 
·         Cuando corremos durante un tiempo nuestro cuerpo comienza a calentarse y por eso comenzamos a sudar pera refrescarlo y mantener una temperatura constante 
·         Cuando hace mucho frio por el contrario se produce la vasoconstricción cutánea conocida como tiritar) de restauración del equilibrio. Por lo que se refiere a la capacidad de expresar las emociones, las personas mayores no diferirían de las más jóvenes.

El desarrollo emocional del adulto mayor adquiere una importancia, basada en un manejo factible de las emociones y en la capacidad de expresarlas en toda su magnitud de una forma muy particular e irrepetible, de ahí que resulte muy importante comprender cómo se manifiesta y expresa la inteligencia emocional en esta etapa de la vida.

Apreciando de cerca las pérdidas que se van vivenciando según se envejece, además de las preocupaciones con las que convive cotidianamente, se hace necesario disponer de un conjunto de capacidades en la esfera emocional, para enfrentar satisfactoriamente un arsenal de situaciones personales y sociales.

Para llevar a cabo esta tarea satisfactoriamente es necesario esclarecer en qué consistiría el éxito de la misma y hacer eco en las visiones más saludables, lo que se propone es que la meta en esta etapa de la vida sea lograr que sea como otras, una etapa de crecimiento personal.

Un recorrido por las distintas dimensiones de la inteligencia emocional sugiere un conjunto de capacidades emocionales que resultan pertinentes y necesarias para una ancianidad que le apueste a la felicidad. Propiciarlas es tarea de todos, viejos, adultos y jóvenes.



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