viernes, 29 de julio de 2016

La Calidad De Vida, El Envejecimiento Y Dios

En la actualidad muchas personas en el mundo, al igual que nosotros en este blog, dedican su esfuerzo y estudio a lo que podría denominarse la nueva cultura de la longevidad. En realidad, es el intento de vivir más y en mejores condiciones físicas, sociales y mentales, producto del avance social. Buscamos un modelo de vejez, competente, útil y productivo, capaz de fortalecer su calidad de vida. Debemos adquirir instrucción, educación esto es lo primero en que debemos progresar. Oseas 4:6 “Mi pueblo perece por falta de conocimiento.” 

El envejecimiento no es un proceso biológico, está inmerso en el contexto en que se produce. El hombre es un ser biológico, cultural, social, mental y espiritual todo integrado en la naturaleza de las sociedades humanas: ecológico, ambiental, social, económico, cultural. El envejecimiento es un proceso individual y colectivo en el sentido que se produce en el individuo, pero es muy condicionado por la sociedad, por la calidad de vida y por los modos de vida. 

La calidad de vida es definida como el bienestar físico, social, emocional, espiritual, intelectual y ocupacional que le permite a la persona satisfacer sus necesidades individuales y colectivas. 

Los estudiosos de la calidad de vida dan importancia a la valoración subjetiva. Sin embargo, usualmente a las personas mayores se le evalúan por los efectos que producen sobre ellos medicamentos o la enfermedad.  

Según la OMS, la calidad de vida es: "la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos esenciales de su entorno".

El envejecimiento es un proceso cuya calidad está directamente relacionada con la forma en como la persona satisface sus necesidades a través de su ciclo vital. 

El Bienestar se ha identificado con desarrollo económico, con la riqueza familiar o individual, con el nivel de vida, con el estado de salud, con la longevidad individual, con la calidad y cantidad de los servicios médicos, con los ingresos o salarios, con la satisfacción de necesidades y deseos y con la existencia de la llamada felicidad, elementos todos que individual o conjuntamente se traducen en calidad de vida como expresión del bienestar. 

La calidad de vida en la vejez en sus diferentes contextos, consolida toda la teorización general y específica anterior. Actualmente los planes y programas de servicios sociales dirigidos a los mayores, tienen como objetivo incrementar la calidad de vida para alcanzar el estado de bienestar. Pero este estado de bienestar debe componerse por la multidimensionalidad de factores personales tales como salud, habilidades funcionales, relaciones sociales, actividades de ocio y factores socio ambientales:  apoyo social, condiciones económicas, servicios de salud y sociales, calidad del ambiente y aspectos culturales.

La calidad de vida socialmente tiene que ver con una capacidad adquisitiva que permita vivir con las necesidades básicas cubiertas, además de disfrutar de una buena salud física y psíquica, como de una relación social satisfactoria. 

No hay duda que la variable salud es la de mayor peso en la percepción de bienestar de los ancianos y, que las deficiencias de salud son el primer problema para ellos". 

Las sociedades envejecen a ritmo creciente, lograr una calidad de vida en la vejez debe ser el reto inmediato de las políticas sociales.

El creciente aumento de la esperanza de vida, el descenso sin precedentes históricos de la tasa de natalidad, los cambios en la estructura, en el tamaño, en las formas de la familia, los cambios en el status de las mujeres, la reducción creciente de las tasas de actividad laboral entre las personas de cincuenta y cinco y más años, convierten al envejecimiento en una cuestión de máximo interés.

El cómo dar sentido a la vida tras una jubilación llegada en muchas ocasiones de forma anticipada e imprevista, cómo hacer frente al mantenimiento de un hogar con una pensión, cómo enfrentarse a la enfermedad crónica y a la dependencia de uno o más miembros ancianos de la familia. Son sólo algunos temas que necesitan un abordaje teórico, práctico responsable y riguroso, de todos los entes sociales y entre ellos la iglesia. La sociedad se encuentra ante nuevos retos para los que necesita instrumentos nuevos. Se requiere un concepto nuevo de solidaridad entre las generaciones y entre los distintos grupos, en un mundo cada vez más complejo, más inseguro, más indeterminado. 

La calidad de vida en la vejez tiene que ver con la seguridad económica y con la inclusión social asegurada por las infraestructuras de apoyo y redes sociales. Promoviendo la participación de las personas de edad como miembros activos de la comunidad, una de cuyas funciones puede ser transmitir sus experiencias a las generaciones más jóvenes, al tiempo que comprenden su estilo de vida y los desafíos que les son propios. Todo ello en una sociedad inmersa en procesos que la llevan también a ella a aprender a envejecer. 

De una forma u otra, los factores sociales, individuales relacionados con el nivel de vida son los que determinan la calidad de vida de este segmento poblacional y mejorara en la medida que ellos como un todo funcionen y se integren. La salud y la satisfacción son primordiales para lograr una calidad de vida ajustada a la esperanza de vida.

La satisfacción de las necesidades de la especie humana, es lo que condiciona la llamada Calidad de Vida y ésta es, a su vez, el fundamento concreto de bienestar social y estado de salud.

Finalmente, para ser feliz, hay que practicar las virtudes. Es feliz el que florece, el que da flores y frutos. Si queremos ser sabios tenemos que ejercitarnos en adquirir y mantener sabiduría. Si queremos ser músicos, arquitectos o maestros, tenemos que hacer ejercicios constantes que nos lleven a la maestría. Cuanto más nos acerquemos a la perfección de lo que hacemos, más felices seremos.

Al fin y al cabo, no todo es guerra o amenaza de conflicto, no todo es corrupción, violación o violencia. Son millones los hombres y mujeres que, muy cerca de nosotros siguen pensando, produciendo y amando con todas sus fuerzas y que siguen proyectando su espíritu, su alma, su ánimo. Gracias a ellos podemos seguir creyendo que hay razones suficientes para decir y desear mejorar las condiciones de la vejez. 

Y para esto Dios nos ha dado los talentos y habilidades necesarias para desarrollarnos conforme a la voluntad del Señor cada día más. Es decir que, si hemos recibido talentos y habilidades para desarrollarnos, debemos hacerlo conforme al llamado de Dios para nuestra vida, sin dispersarnos tratando de ocupar muchos lugares, sino perseverando en lo establecido para nosotros, de manera que ante todo debemos tener presente el mantenernos firmes en eso. 

Pero, tengamos bien claro esto: se puede tener toda la calidad de vida que ofrece la sociedad moderna o nuestros recursos económicos y no saber vivir.

No es nada raro ver a personas cuyo único objetivo es llenar el vacío de sus vidas llenándolo de placeres, de excitaciones, de dinero a raudales, de ambiciones, de poder, etcétera, etcétera.

Jesús infunde un deseo de vivir con más verdad, con más coherencia, con más amor, con más donación, con más generosidad. Con verdadera calidad.

Hay una calidad de vida que muchos ignoran y desconocen y que sólo la disfrutan aquellos y aquellas que saben y que quieren vivir con la sencillez y la sobriedad de Jesús, vivir con su mirada atenta al sufrimiento humano, vivir con su deseo de una vida digna para todos, vivir con su confianza inquebrantable en Dios.

¿Somos de éstos, nosotros?

¿Qué calidad de vida valoramos, nosotros? –¿la del dinero egoísta o la de la fraternidad generosa?

¿Qué calidad de vida valoras, tu?


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