En la actualidad muchas personas en el mundo,
al igual que nosotros en este blog, dedican su esfuerzo y estudio a lo que
podría denominarse la nueva cultura de la longevidad. En realidad, es el
intento de vivir más y en mejores condiciones físicas, sociales y mentales,
producto del avance social. Buscamos un modelo de vejez, competente, útil y
productivo, capaz de fortalecer su calidad de vida. Debemos adquirir
instrucción, educación esto es lo primero en que debemos progresar. Oseas
4:6 “Mi pueblo perece por falta de conocimiento.”
El envejecimiento no es un proceso biológico,
está inmerso en el contexto en que se produce. El hombre es un ser biológico,
cultural, social, mental y espiritual todo integrado en la naturaleza de las
sociedades humanas: ecológico, ambiental, social, económico, cultural. El
envejecimiento es un proceso individual y colectivo en el sentido que se
produce en el individuo, pero es muy condicionado por la sociedad, por la calidad
de vida y por los modos de vida.
La calidad de vida es definida como el
bienestar físico, social, emocional, espiritual, intelectual y ocupacional que
le permite a la persona satisfacer sus necesidades individuales y
colectivas.
Los estudiosos de la calidad de vida dan
importancia a la valoración subjetiva. Sin embargo, usualmente a las personas
mayores se le evalúan por los efectos que producen sobre ellos medicamentos o
la enfermedad.
Según la OMS, la calidad de vida es:
"la percepción que un individuo tiene de su lugar en la existencia, en el
contexto de la cultura y del sistema de valores en los que vive y en relación
con sus objetivos, sus expectativas, sus normas, sus inquietudes. Se trata de
un concepto muy amplio que está influido de modo complejo por
la salud física del sujeto, su estado psicológico, su nivel de
independencia, sus relaciones sociales, así como su relación con los elementos
esenciales de su entorno".
El envejecimiento es un proceso cuya calidad
está directamente relacionada con la forma en como la persona satisface sus
necesidades a través de su ciclo vital.
El Bienestar se ha identificado con desarrollo
económico, con la riqueza familiar o individual, con el nivel de vida, con el
estado de salud, con la longevidad individual, con la calidad y cantidad de los
servicios médicos, con los ingresos o salarios, con la satisfacción de
necesidades y deseos y con la existencia de la llamada felicidad, elementos
todos que individual o conjuntamente se traducen en calidad de vida como expresión
del bienestar.
La calidad de vida en la vejez en sus
diferentes contextos, consolida toda la teorización general y específica
anterior. Actualmente los planes y programas de servicios sociales dirigidos a
los mayores, tienen como objetivo incrementar la calidad de vida para alcanzar
el estado de bienestar. Pero este estado de bienestar debe componerse por
la multidimensionalidad de factores personales tales como salud, habilidades
funcionales, relaciones sociales, actividades de ocio y factores socio
ambientales: apoyo social, condiciones económicas, servicios de
salud y sociales, calidad del ambiente y aspectos culturales.
La calidad de vida socialmente tiene
que ver con una capacidad adquisitiva que permita vivir con las necesidades
básicas cubiertas, además de disfrutar de una buena salud física y psíquica,
como de una relación social satisfactoria.
No hay duda que la variable salud es la de
mayor peso en la percepción de bienestar de los ancianos y, que las
deficiencias de salud son el primer problema para ellos".
Las sociedades envejecen a ritmo
creciente, lograr una calidad de vida en la vejez debe ser el reto inmediato de
las políticas sociales.
El creciente aumento de la esperanza de vida,
el descenso sin precedentes históricos de la tasa de natalidad, los cambios en
la estructura, en el tamaño, en las formas de la familia, los cambios en
el status de las mujeres, la reducción creciente de las tasas de
actividad laboral entre las personas de cincuenta y cinco y más años,
convierten al envejecimiento en una cuestión de máximo interés.
El cómo dar sentido a la vida tras una
jubilación llegada en muchas ocasiones de forma anticipada e imprevista, cómo
hacer frente al mantenimiento de un hogar con una pensión, cómo
enfrentarse a la enfermedad crónica y a la dependencia de uno o más miembros
ancianos de la familia. Son sólo algunos temas que necesitan un abordaje
teórico, práctico responsable y riguroso, de todos los entes sociales y entre
ellos la iglesia. La sociedad se encuentra ante nuevos retos para los que
necesita instrumentos nuevos. Se requiere un concepto nuevo
de solidaridad entre las generaciones y entre los
distintos grupos, en un mundo cada vez más complejo, más inseguro, más
indeterminado.
La calidad de vida en la vejez tiene que ver
con la seguridad económica y con la inclusión social asegurada por
las infraestructuras de apoyo y redes sociales. Promoviendo la
participación de las personas de edad como miembros activos de
la comunidad, una de cuyas funciones puede ser transmitir sus experiencias
a las generaciones más jóvenes, al tiempo que comprenden su estilo de vida y
los desafíos que les son propios. Todo ello en una sociedad inmersa en procesos
que la llevan también a ella a aprender a envejecer.
De una forma u otra, los factores sociales,
individuales relacionados con el nivel de vida son los que determinan la
calidad de vida de este segmento poblacional y mejorara en la medida que ellos
como un todo funcionen y se integren. La salud y la satisfacción son
primordiales para lograr una calidad de vida ajustada a la esperanza
de vida.
La satisfacción de las necesidades de la
especie humana, es lo que condiciona la llamada Calidad de Vida y ésta es, a su
vez, el fundamento concreto de bienestar social y estado de salud.
Finalmente, para ser feliz, hay que practicar
las virtudes. Es feliz el que florece, el que da flores y frutos. Si queremos
ser sabios tenemos que ejercitarnos en adquirir y mantener sabiduría. Si
queremos ser músicos, arquitectos o maestros, tenemos que hacer ejercicios
constantes que nos lleven a la maestría. Cuanto más nos acerquemos a la
perfección de lo que hacemos, más felices seremos.
Al fin y al cabo, no todo es guerra o amenaza
de conflicto, no todo es corrupción, violación o violencia. Son millones los
hombres y mujeres que, muy cerca de nosotros siguen pensando, produciendo y
amando con todas sus fuerzas y que siguen proyectando su espíritu, su alma, su
ánimo. Gracias a ellos podemos seguir creyendo que hay razones suficientes para
decir y desear mejorar las condiciones de la vejez.
Y para esto Dios nos ha dado los talentos y
habilidades necesarias para desarrollarnos conforme a la voluntad del Señor
cada día más. Es decir que, si hemos recibido talentos y habilidades para
desarrollarnos, debemos hacerlo conforme al llamado de Dios para nuestra vida,
sin dispersarnos tratando de ocupar muchos lugares, sino perseverando en lo
establecido para nosotros, de manera que ante todo debemos tener presente el
mantenernos firmes en eso.
Pero, tengamos bien claro esto: se puede tener
toda la calidad de vida que ofrece la sociedad moderna o nuestros recursos
económicos y no saber vivir.
No es nada raro ver a personas cuyo único
objetivo es llenar el vacío de sus vidas llenándolo de placeres, de
excitaciones, de dinero a raudales, de ambiciones, de poder, etcétera,
etcétera.
Jesús infunde un deseo de vivir con más verdad,
con más coherencia, con más amor, con más donación, con más generosidad. Con
verdadera calidad.
Hay una calidad de vida que muchos ignoran y
desconocen y que sólo la disfrutan aquellos y aquellas que saben y que quieren
vivir con la sencillez y la sobriedad de Jesús, vivir con su mirada atenta al
sufrimiento humano, vivir con su deseo de una vida digna para todos, vivir con
su confianza inquebrantable en Dios.
¿Somos de éstos, nosotros?
¿Qué calidad de vida valoramos, nosotros? –¿la
del dinero egoísta o la de la fraternidad generosa?
¿Qué
calidad de vida valoras, tu?
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