“Vos también serás viejo como yo” me decía mi madre,
con su voz seria, mirándome con sus ojos escudriñadores, compasivos y tan
llenos de sabiduría. Ella entendía las limitaciones que a sus más de 80 años
tenía, sin embargo, nunca le impidió ser una mujer emprendedora, independiente
y sobre todo critica.
En nuestro continente americano, como en la
mayoría de latitudes del mundo, en el transcurso de los años, el respeto, amor
y admiración hacia el adulto mayor, se ha cambiado por un sentimiento de
lástima, desprecio y marginación.
La tecnología, el consumismo y la
superficialidad han cambiado la concepción que tenía la sociedad de los viejitos.
No obstante, a pesar que la población mundial
está en un proceso de envejecimiento y a pesar de los esfuerzos por parte de
las organizaciones tanto gubernamentales como las asociaciones civiles, el
adulto mayor sigue desamparado y es invisible en una sociedad que ya no tolera a
los que se quedan en la zaga que dejan los años.
La problemática de este grupo vulnerable radica
en que se ha tratado de manera asistencial, cuando debería de abordarse desde
un plano integral. Se hace necesario sentar bases para crear un proyecto de una
nueva cultura del proceso de envejecimiento y al estado de la vejez, debemos
trabajar por una sociedad para todas las edades.
Los gobiernos deben abandonar esas políticas
baratas y propagandística desarrolladas en el famoso mes de la tercera edad
(enero). Se deben optimizar los recursos, los actuales funcionarios, los
legisladores y los organismos no gubernamentales, ya han firmado muchos
convenios, hay que aterrizarlos.
Los viejos del futuro ya viven en este mundo,
ellos no están por nacer, ya nacieron, son ahora nuestros adolescentes,
jóvenes, adultos jóvenes… recordemos… “Vos también serás viejo como yo” me
decía mi madre… En la mayor parte del mundo para el 2050, uno de cada cuatro ciudadanos
será de la tercera edad y existirán más adultos mayores y menos niños menores
de nueve años.
¿Cómo se debe de abordar el tema del adulto
mayor?
Necesitamos ponernos a trabajar en la
consecución de metas cualitativas. Se trata de vivir más años, pero con calidad
y más oportunidades. Hoy las crisis que se vive en el mundo, nos reclama
promover un envejecimiento activo, que sea un proceso que optimice las
oportunidades de bienestar físico, social y mental durante toda la vida, con el
objeto de ampliar la esperanza de vida saludable, hacerlos productivos y
mejorar la calidad de vida en una comunidad con valores. Hay muchas cosas que
no hemos explorado, estamos en pañales.
A pesar de que la esperanza de vida al nacer ha
aumentado, la calidad de vida se ha deteriorado, ahora los adultos mayores
mueren de enfermedades crónicas degenerativas y nuestros países carecen de
especialistas y de un sistema de salud óptimo. Sólo un 30 por ciento se
puede jubilar, el resto jamás porque trabajaron en la economía informal, en el
campo o fueron migrantes.
Antes las enfermedades eran infectocontagiosas,
hoy son crónicas degenerativas. Los problemas de hipertensión, del corazón y
diabetes cada día, cuesta más atender en el campo de la salud.
Años atrás, el adulto mayor era considerado
como la persona sabia, a quien se le pedía consejos, ahora, en muchas ocasiones
se les trata como un estorbo… si te quiero insultar te digo viejo, inclusive
entre nosotros decimos que viejos son los caminos, no uno.
Tenemos esa cultura de que el adulto mayor
representa la soledad, la marginación y la enfermedad. Tenemos una edad para
estudiar, después una edad para trabajar, para procrear, para jubilarte y para
marginarte. Las personas de la tercera edad tienen el derecho de tener acceso a
todos los recursos, educativos, culturales, espirituales y recreativos.
En los países latinoamericanos hay que
considerar que los últimos censos confirman que hay más mujeres, esto se debe a
problemas de adicciones, suicidios y migración. También la mujer vive más
que el hombre porque la mujer no se jubila, tiene un proyecto de vida, se podrá
jubilar del aspecto laboral pero no de su hogar, de sus hijos, ni de sus
nietos.
En la actualidad se habla de la matrifocalidad,
que es cuando el hombre se jubila y acude al hogar, pierde el poder y la
autoridad y lo gana la mujer. El hombre ya no puede disponer, comprar un televisor,
pintar la pared de la casa, etc., si no tiene la simpatía y la autorización de
la señora.
Como ya apunté, en nuestros países ya se han
firmado muchos convenios, hay que aterrizarlos. Se deben optimizar los
recursos, que en la agenda de los próximos funcionarios y de los legisladores y
de los organismos no gubernamentales se nos considere no como un elemento para
atraer fondos para programas asistencialistas.
En la última década del pasado siglo, la ONU, dio
a conocer la Carta del Adulto Mayor, de ahí en adelante casi todos los países
han dado una ley y de una u otra forma han creado alguna institución para el
Desarrollo y Atención del Adulto Mayor.
Lo anterior es bueno, pero lamentablemente se
quedan en el campo asistencial; cuando la respuesta que debemos de recibir es
integral.
¿Cómo pasar de un proyecto asistencial a uno
integral?
Los gobiernos locales son claves. Hay que crear
el Instituto Estatal o Municipal para el Desarrollo del Adulto Mayor, como está
el de la mujer, el de los jóvenes, que tenga su área de docencia, de
investigación y de extensión. Debemos formar cuadros especializados para el
desarrollo de este grupo emergente, no tenemos enfermeras especializadas, ni
trabajadores sociales. Pensemos en crear universidades para la tercera
edad; debemos promover un envejecimiento activo. Esto lo propone la OMS.
Debemos promover un envejecimiento activo. Ese
es un proceso que debe optimizar las oportunidades de bienestar físico, social
y mental durante toda la vida, con el objeto de ampliar la esperanza de vida
saludable, hacerlos productivos y mejorar la calidad de vida en una comunidad
con valores.
Estamos cristalizando el derecho de todos, para
aprender a lo largo de nuestra existencia en una sociedad para todas las
edades. La primera universidad para adultos mayores que se fundó en
América Latina fue en Montevideo, Uruguay, hace 34 a 35 años aproximadamente,
ahorita hay más de 20 universidades para pensionados y jubilados.
Es preocupante que haya instituciones como los
Congresos y gobiernos locales, que no están viendo su futuro. Necesitamos
fortalecer este tipo de instituciones.
En la actualidad, es difícil el es ser un adulto
mayor en América Latina, la mayoría no puede pensionarse o jubilarse, tiene que
seguir trabajando y entonces muchos no reciben los beneficios de los servicios
de salud y para los que tienen derechos a servicios de salud a veces no hay los
medicamentos.
Debe de haber algunas consideraciones para que
la vida de los viejos sea mejor. Debemos adecuar nuestras sociedades
intelectualmente para que se produzcan o existan en nuestras arquitecturas domésticas
y públicas, las puertas principales más anchas, rampa, pisos antideslizantes,
bardas de seguridad, el baño 10 centímetros más alto, la cama más alta, que
circule buen aire, paredes inteligentes, en el baño las regaderas de teléfono,
cosas sencillas que permitan disfrutar más la vida.
No se quiere caridad, ni lástima, ni compasión,
sino la oportunidad de ser útil y productivo, seguir aprendiendo a prender,
dejar mejor calidad de vida a los hijos, nietos y bisnietos.
Recuerden los políticos, los profesionales, los
curas, los pastores, los adolescentes, los jóvenes, los adultos jóvenes, en
fin, todos los que ahora no son del privilegiado segmento de la tercera edad,
que como me decía mi madre “Vos también serás viejo como yo”.
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