viernes, 1 de enero de 2016

Tiempo De Nacer Y Tiempo De Morir


Eclesiastés 3:1..8: Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.  Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar; tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar; tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar; tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz. 

Al finalizar un año e iniciar otro, necesariamente la mayoría reflexionamos sobre el uso que hicimos del mismo. Sólo tuvimos 365 días. Si el ocio prevaleció en lugar del esfuerzo laborioso, no nos quejemos si las cosas nos son adversas. Pero si la constancia hizo posible el logro de nuestros sueños, podremos decirnos "bien hecho".

Del tiempo aprendemos que somos peregrinos cuyo destino final será el de alguna eternidad. Aprendemos que la vida es tan fugaz, que pronto llegamos al atardecer. Sobre esto se ha dicho que lo importante no es añadir años a la vida sino vida a los años. Pero... solo pasamos una vez por esta vida. Nadie sabe en qué momento su luz se apagará para entrar a un mundo desconocido, donde solo se nos dice que en uno hay un resplandor glorioso y en el otro oscuridad perpetua.

El sabio Salomón, en Eclesiastés 3:1..8, nos da la visión de que en la vida no hay excusas para ser malgastada. Nos quejamos con frecuencia que no tenemos tiempo para nada. Nos admiramos de cómo se nos va el tiempo. Pero lo cierto es que tenemos el tiempo exacto para cada cosa. Ni más ni menos. El asunto más tiene que ver sobre cómo administramos el tiempo. Veamos, pues, el tiempo de nacer y de morir en dos momentos.

Un Año Ha Muerto
¿Cuál debería ser nuestra actitud frente a este tiempo? ¿Cuáles son las lecciones que nos suministra el tiempo? ¿Por qué debemos hacer un balance?

1. Debe dolernos el tiempo perdido. Es algo que no podemos recuperar. El tiempo se va y no vuelve. Va dejando en cada uno las marcas del desgaste y el deterioro del hombre externo. En cada tiempo perdido, dejamos de aprender, de crecer, de madurar. Con el tiempo perdido, se pierden muchas metas, los anhelos y muchas esperanzas. Se pudiera haber perdido alguna  prosperidad. Y aun  más doloroso, con el tiempo perdido se pudieron haber perdido la salvación de muchas vidas. Son notorias las quejas que tenemos contra nosotros mismos sobre el desperdicio del tiempo. El tiempo perdido tiene un valor supremo.

2. Debemos aprender del tiempo que se ha ido. El tiempo que se ha ido es una escuela que nos revela un mundo de aprendizaje. Aprendemos de las cosas que debimos hacer y no la hicimos. Aprendemos de las cosas que no debimos decir y las dijimos. Aprendemos que las faltas cometidas llegan a ser una ofensa contra Dios, el prójimo y nosotros mismos. Aprendemos que no es suficiente haber tenido buenos deseos si los mismos no pudimos plasmarlos en realidades. Aprendimos que la desobediencia sigue siendo un mal consejero. Aprendemos que hay serias consecuencias cuando nos dejamos dominar por los placeres de la carne y no bajo la influencia del Espíritu. Aprendemos que las oportunidades llegan a ser únicas y que al no las aprovechamos vemos con tristeza lo que pudo ser distinto para nuestra vida. Aprendemos que no debemos repetir los mismos errores que le dieron dolor y tristeza a nuestro corazón.

3. Debemos olvidar el tiempo que nos causó tristeza. El fin de un año nos evoca muy gratos recuerdos, pero también puede revivir aquellos días y horas que afligieron nuestras almas. Quizás hubo actos en nuestras vidas de los que hoy nos avergonzamos. Una palabra ofensiva. Una acción que hirió profundamente los sentimientos de otro. Una actitud que cuestiono nuestro testimonio cristiano. Para esto, hay dos palabras en la vida del creyente: perdonar y olvidar. La Biblia, nos dice: "Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviera queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13). ¿Cuál debiera ser la medida del perdón y el olvido? La que ha tenido Cristo para con nosotros.

Un Año Está Naciendo
¿Cuáles son los retos que se nos abren en este nuevo tiempo? ¿Cuáles metas tengo? ¿Cuáles son las promesas que le ofrendo al Señor en este nuevo año?


1. El nuevo año es  una cita para caminar hacia lo que está delante. ¿Qué viene para el nuevo año?. No lo sabemos. ¿Qué sorpresas o nuevas noticias aparecerán en nuestras vidas? Tampoco lo sabemos. El futuro siempre es incierto. El único que sabe qué acontecerá es Dios. La llegada de un nuevo año es para extenderse. Eso es, no quedarse en el mismo sitio que estuvimos este año. Es abrirse a los nuevos tiempos, con nuevas actitudes y con una nueva voluntad. Todos debemos vivir para un propósito. Esto tiene que ver con las preguntas sobre quién soy y qué quiero hacer en esta vida. Para ello ejercitaré mis pies, mis manos, mi cuerpo, mi mente, mi espíritu, todo mi ser. Los hombres y mujeres de éxito son los que permanecen en movimiento. Jamás se quedan en el mismo sitio que comenzaron.

2. Un nuevo año es otra oportunidad para que demos frutos.  Jesús hizo referencia  a la higuera que no daba fruto (Lucas 13:6-9). Según el relato, el dueño hizo de todo y dio tiempo para que la higuera diera fruto. Si después de esto no pasaba nada, entonces había que cortar la higuera. ¿Qué nos muestra esto? Que el Señor (el dueño de la higuera) espera frutos en cada uno de nosotros. Cada año es una oportunidad para darlo. Es cierto que en la vida cristiana debemos dar muchos frutos, pero el más importante es producir otro creyente. Un nuevo año es una nueva oportunidad para producir frutos. El Señor se acerca al final de este año para preguntarnos qué tipo de frutos hemos dado. ¿Qué balance presentaremos para el nuevo año?

3. Un nuevo año es  un desafío para proseguir a la meta. Pablo tenía muchas cosas para gloriarse y a lo mejor para jubilarse, sin embargo lo que hay en su mente es la idea de proseguir. Y es que esto es la esencia de la vida cristiana. Hay una meta, hay un premio, hay un galardón por delante y la única manera de lograrlo es prosiguiendo. En la vida siempre habrá victorias, habrá fracasos, habrá alegrías y habrá tristezas. Sin embargo, no debemos olvidar que lo mejor está por venir. Debemos de proseguir poniendo los ojos en Jesús, buscando siempre alcanzar la meta. ¿Cuál es nuestra meta? ¿Hacia qué le apuntamos?... ¿Qué es lo que se nos ha ofrecido? Bueno, se nos habla del "premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús". ¿Cuál es el premio que nos aguarda? El premio no es otra cosa sino el Señor mismo. Pudiera haber muchos tesoros en el cielo. La ciudad pudiera estar acabada en oro puro y piedras preciosas, pero el premio por excelencia, al que debemos alcanzar, es Jesucristo mismo. La meta del creyente no es solo alcanzar una profesión, un buen trabajo, mejorar su condición de vida, alcanzar los aplausos y trofeos que son comunes para el mundo. La meta para cada creyente es Cristo mismo.

Para Concluir: De acuerdo a la visión que nos ofrece Salomón en el  capítulo 3 de su Eclesiastés, la vida no tiene excusas para  ser malgastada. Nos quejamos con frecuencia que no tenemos tiempo para nada. Lo cierto es que tenemos el tiempo exacto para cada cosa. Ni un segundo más ni un segundo menos. El asunto tiene que ver cómo nos administramos el tiempo. Los años que pasamos no los podemos volver, sencillamente van haciendo su  trabajo de desgaste y sin que quererlo, sus huellas van surcando la vida hasta ir mostrándonos el ocaso. De allí que es tan urgente como necesario aplicar el aviso bíblico que exhorta: "Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios, sino como sabios, aprovechando bien el tiempo porque los días son malos (Efesios 5:15).

Cuando a todo le damos su tiempo habrá tiempo para todo. Recordemos que "todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora". 

¿Cómo desempeñara usted los próximos 365 días del año?





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