La expectativa de vida mundial en sólo
medio siglo se prolongó diecisiete años y las personas pasaron a vivir casi el
triple de lo que vivieron durante toda la historia de la humanidad.
En menos de cuarenta años, haya por el dos
mil cincuenta, se dará otro nuevo salto: las mujeres llegarán a vivir en
promedio setenta y ocho años. En los países más ricos, la población bordeará
los noventa años.
Según el informe "Envejeciendo en el
siglo XXI: una celebración y un desafío", elaborado por el Fondo de
Población de las Naciones Unidas y la ONG HelpAge International, actualmente
las personas mayores de sesenta años representan el 11,5% de la población
mundial. Pero llegando a 2050, gracias a un ritmo de crecimiento cercano al
300%, pasarán a representar el 21,8% de la población mundial. Es decir que
duplicarán su peso relativo.
Como lo indica el nombre del informe, esto
significa dos cosas. Por un lado es motivo de alegría: a pesar de todas las
deficiencias de nuestros modelos de sociedad, no se puede negar que gracias al
avance de la medicina y del conocimiento del cuerpo humano, se esta logrando un
extraordinario aumento en la esperanza de vida.
Solo para dar sólo un ejemplo ilustrativo,
mientras que hoy hay en el planeta unas 316.000 personas de más de cien años,
en el año dos mil cincuenta se multiplicarán y pasarán a ser 3.224.400.
Pero, por otro lado, es también un
desafío: no sólo crecen en términos absolutos, sino que su peso relativo frente
al resto de las franjas generacionales no para de aumentar. Esto significa que,
como las parejas tienen cada vez menos hijos, nos encaminamos hacia poblaciones
crecientemente envejecidas.
Esto repercute sobre todos los ámbitos de
la sociedad. Un indicador son las economías envejecidas, definidas así,
aquellas en las que el consumo agregado de los mayores de 65 años supera al de
los menores de 19 años.
En 2010, sólo 23 países presentaban
economías envejecidas (22 europeos y Japón). En 2070, ya serán 155, casi todo
el mundo.
El gran problema es que en los países con
amplios derechos sociales casi todos los mayores de 65 son jubilados que cobran
un haber del Estado, que sale de las contribuciones de los trabajadores en
actividad. ¿Cómo podrá en el largo plazo un grupo cada vez más reducido de
personas sostener a uno que va en aumento?
"Las edades jubilatorias actuales se
fijaron hace muchas décadas, cuando había expectativa de que la gente se
muriera a los 70 años. Pero ahora una persona que se jubila a los 60 años puede
vivir hasta los 80, 90 o incluso 100. Son muchos años, en los que se puede
comprar y contribuir económicamente a la comunidad. Habría que darles la
posibilidad de seguir trabajando si ellos pueden y quieren", afirma Sylvia
Beales, directora de Alianzas Estratégicas de HelpAge International, en diálogo
con Infobae América durante una de las conferencias que está organizando en la
región para presentar los resultados del informe.
Ineludiblemente nos encaminamos a un
envejecimiento de la humanidad que derivará en la modificación de un mundo
diseñado para los jóvenes. Paradójicamente mientras la especie humana envejece
cada vez más, el lugar que ocupa lo joven en nuestra cultura es cada vez mayor.
En un mundo en el que el cambio permanente
es la norma, donde las modas, las costumbres y hasta los valores mutan
constantemente, es muy difícil ser viejo, porque cuantos más años tiene una
persona, más le cuesta adaptarse a lo nuevo.
"La mayoría de los adultos mayores
usa teléfono móvil, lo que es bueno. Pero un porcentaje bastante menor usa la
computadora e Internet. Por ejemplo, en Finlandia, el país de empresas como
Nokia, es solamente el 6 por ciento. Eso implica que puedan quedar un poco al
margen de la información y de la integración", explica Beales.
"Hay que promover que aprendan a
utilizar la tecnología, aunque sea difícil por los desafíos que trae la edad,
como los problemas en la vista y en habilidad para mover los dedos. Pero los
viejos no quieren estar al margen. Quieren participar", agrega.
Otro ejemplo son los medios de
comunicación, que al no darles lugar a los ancianos o al limitarse a reproducir
los estereotipos construidos en torno a él, terminan favoreciendo visiones de
la vejez que están muy alejadas de la realidad.
"En las películas, en la televisión y
en los anuncios publicitarios -dice Beales- no les damos lugar. Eso favorece la
confusión que hay en nuestras sociedades sobre lo que son los adultos
mayores".
Lo anterior genera una enorme cantidad de
prejuicios sobre la vejez
El envejecimiento presenta amenazas muy
claras, como el riesgo de un desbalance económico entre los aportantes a la
seguridad social y sus beneficiarios o un futuro en el que un número creciente
de personas sufrirá las enfermedades propias de la vejez, como las dificultades
para la vista, la demencia, la osteoporosis, las disfunciones cardíacas y la
depresión.
Pero es no impide que los riesgos
asociados a la tercera edad sean exagerados, son los prejuicios a este segmento
generacional, los que generan en muchas confusiones.
"Hay mitos sobre lo que es la vejez:
que significa dependencia, enfermedad y que es una carga para los otros",
cuenta Beales.
Para demostrarlo, los autores del informa
realizaron la Encuesta Global de Envejecimiento, un sondeo en la que hubo 1.300
participantes de 36 países distintos, todos mayores de 60 años.
El sondeo derrumbó algunos mitos. Por
ejemplo, que los ancianos sean altamente dependientes de sus familias para
sobrevivir, convirtiéndose en una carga para ellas: en los países desarrollados,
más del 70 por ciento de los mayores de 60 años vive y se cuida solo o con su
pareja.
Además, lejos de lo que podría esperarse,
sólo un 22 por ciento de los encuestados aseguró tener algún tipo de enfermedad
grave.
Pero si en algo coinciden casi todos es en
que las personas mayores son discriminadas en el mundo contemporáneo.
Más allá de la estigmatización que puedan
transmitir los medios de comunicación, lo más grave es la discriminación
laboral: el 66 por ciento de los que contestaron afirmó que desearía trabajar,
pero todos encuentran que es muy difícil que una empresa contrate a alguien
mayor de 50 años.
"El problema más grave con envejecer
es que a veces la gente siente que es una carga y que no sirve para nada. Se
esconden ellos y la sociedad los esconde también. Es necesario un cambio de
actitud y un reconocimiento de los derechos de las personas maduras", dice
Beales.
"Tenemos convenciones para niños,
mujeres, discapacitados e indígenas, pero no para los mayores. Con una
convención internacional se podría lograr la atención de los gobiernos. Hay que
crear una sociedad para todas las edades", concluye.
La prolongación de la vida laboral, ya no
será una exigencia impuesta únicamente por la viabilidad de los sistemas
públicos de pensiones. Habrá una vuelta de 180 grados. Será una exigencia de la
propia viabilidad y supervivencia de la sociedad en todo caso.
Se impondrá la flexibilidad de horarios y
la dedicación deberá hacerse compatible, con la no menos importante necesidad,
de aprovechar experiencias y capacidades que no estarán sometidas a las
inadecuadas circunstancias actuales, como ahora.
Son retos que deberían ocupar la atención
de nuestros políticos, cuya atención está ahora inmersa en revertir el estado
de Bienestar o en anular una ley del aborto, cambiar una de plazos por otra de
supuestos. Sin darse cuenta que esto, en un futuro muy próximo, casi a la
vuelta de la esquina, importará muy poco o nada a todos.
Nosotros gritamos ¿y Usted escucha? Y si
escucha ¿QUÉ ESTA HACIENDO?.
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