viernes, 29 de agosto de 2014

La Sociedad Debe Enfrentar Su Realidad A Medida Que Sus Miembros Envejecen

La humanidad y la Iglesia de hoy necesitamos aprender a convivir con los ancianos. Quizás es ésta una de las experiencias nuevas de humanidad más importantes que tiene que hacer la sociedad de hoy.

Hay mucha gente que nos recuerda constantemente el dolor amargo e injusto de los niños que mueren prematuramente por falta de higiene en el Tercer Mundo, vemos carteles y lemas que nos recuerdan los estragos del hambre y de la sed en muchos países de África y Asia. Por otra parte en estos días vemos la aflicción mundial por el brote de ébola que amenaza diseminarse por bastas regiones del mundo.

Pero casi nadie nos habla de la necesidad de acercarnos a la larga agonía de nuestros propios ancianos que necesitan de nosotros para soportar la debilidad de sus cuerpos y la soledad de sus corazones en su lento camino hacia el viaje final que lo llevara a la presencia de Dios.

El alargamiento de la vida ha cambiado las proporciones de la sociedad, está modificando el equilibrio entre los miembros de nuestras familias y pone ante nosotros unas nuevas exigencias morales. Todo ello por la multiplicación de los ancianos. No contábamos con ellos y resulta que son casi una cuarta parte de nuestra sociedad. No contábamos con ellos y resulta que forman parte de nuestra familia.

Cuando la humanidad se dedica a explorar el espacio, resulta que tenemos mucho más cerca estos espacios inexplorados y desconocidos de la vida, las deficiencias, las necesidades y sufrimientos de los ancianos enfermos. Hay que tener el valor de entrar en estos espacios, recorrerlos, explorarlos e investigarlos, y sobre todo hay que tener el valor de acompañarlos en su larga caída hasta las inciertas experiencias de la desintegración psíquica y biológica.

Hoy los ancianos enfermos, los ancianos terminales, son la exigencia moral más fuerte que tienen ante sí muchas familias.

Tenemos necesidad de contar con ellos, hay que hacer sitio para el anciano. Hacerle sitio materialmente en nuestras casas, en nuestras ciudades, pero sobre todo en nuestro cariño, en nuestro corazón y amor, en nuestra atención, en la distribución de nuestro tiempo y de toda nuestra vida.

La realidad física de estas enfermedades, sus consecuencias psíquicas, sus procesos de deterioro, la forma de aliviarlos y acompañarlos en este itinerario sobrecogedor es un largo aprendizaje que tenemos todos delante, los investigadores y los médicos, los familiares y cuidadores, la Iglesia y las mismas instituciones públicas.

Pero, ¿cómo entenderlos, tratarlos y convivir con ellos, si no conocemos de sus enfermedades? Y ¿cuáles son?

Los problemas médicos en los ancianos pueden afectar a cualquier sistema del órgano en el cuerpo. La mayoría de las condiciones son el resultado de disminución de la función o la degeneración del órgano comprometido.

Lo más comúnmente encontrado condiciones médicas en las personas mayores basados en el sistema de órganos se enumeran a continuación:

  • Musculoesqueléticas: artrosis (inflamación de las articulaciones debido al desgaste), osteoporosis (pérdida de masa ósea), la gota , la pérdida de masa muscular, fracturas.
  • Hormonal: Diabetes (alteración de control de la sangre de la glucosa ), la menopausia , la disfunción de la tiroides, colesterol alto en sangre, el metabolismo en general más lento.
  • Neurológico: demencia (Alzheimer u otros tipos), la enfermedad de Parkinson , derrames cerebrales, problemas de visión, discapacidad auditiva, problemas de equilibrio.
  • Visual: la degeneración muscular, glaucoma, cataratas, diabetes e hipertensión relacionada con la enfermedad de los ojos.
  • Enfermedades cardiovasculares: infartos de miocardio, insuficiencia cardíaca congestiva , ritmo cardíaco irregular ( fibrilación auricular ), la presión arterial alta (hipertensión), la aterosclerosis (endurecimiento y estrechamiento de los vasos sanguíneos) andperipheral enfermedad vascular o enfermedad arterial periférica (flujo sanguíneo pobre como resultado de la estrecha vasos sanguíneos).
  • Pulmones: enfermedad pulmonar obstructiva crónica ( EPOC ), la pérdida de volumen pulmonar.
  • Riñones: mala función renal (del riñón o enfermedad renal).
  • Piel y pelo: pérdida de cabello , piel seca , picazón, infecciones.
  • Los cánceres: próstata, colon, pulmón, mama, piel, vejiga, ovario, cerebro, páncreas, sólo para nombrar unos pocos.
  • La médula ósea y el sistema inmunológico: la incapacidad de producir suficientes células sanguíneas ( anemia , mielodisplasia).
  • Gastrointestinales: úlceras de estómago, diverticulosis (pequeñas bolsas que se forman en la pared del colon), inflamación del colon orcolitis de infección o isquémico (flujo sanguíneo pobre), la dificultad para deglutir (disfagia), estreñimiento, incontinencia fecal , hemorroides .
  • Urinaria: incontinencia urinaria, urgencia urinaria, dificultad para orinar .
  • Enfermedad de las encías,: oral y dental sequedad de boca, pérdida de los dientes, mal ajustadas dentaduras .
  • Infecciones: infección del tracto urinario, neumonía , infecciones de la piel, herpes zoster , infección de colon ( diverticulitis , colitis ).
  • Psiquiatría: depresión , ansiedad , trastornos del sueño, insomnio .
  • Problemas generales: cansancio , falta de condición física en general, falta de memoria, efectos secundarios de la medicación, disminución del apetito, pérdida de peso, caídas.

Las anteriores enfermedades, son una muestra de los retos a los que una persona mayor debe de enfrentar, algunas pegaran, otras no, pero sea como sea, ya seas un anciano o un joven con ancianos en tu familia, no os dejéis abatir en ningún momento. No perdáis de vista los valores inmensos de vuestra tarea. Tratad de perfeccionar constantemente vuestros conocimientos y capacidades profesionales, pero no olvidéis nunca las dimensiones humanas, cristianas y casi místicas de vuestra vivencia humana y de vuestros esfuerzos de cada día.

Cada día, en los momentos agradables del descanso buscad el rostro del Señor y escucharéis su hermosa palabra: “Lo que habéis hecho a estos ancianos míos lo habéis hecho conmigo”; “haced el bien y dad sin esperar nada a cambio, y seréis hijos del Altísimo. Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. Dad y se os
dará, una medida apretada, rebosante, porque con la medida con que midáis a los demás se os medirá a vosotros” (parafraseado Lucas 6).

Vamos hombre, entendamos que este es solo un paso a la eternidad.

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