viernes, 22 de marzo de 2013

¿Dónde Está, Oh Muerte, Tu Victoria?


Particularmente trágico resulta en la vejez las separaciones que le imponen las circunstancias. La muerte de familiares y amigos, la vida independiente de los hijos, la dificultad para ser escuchado o tomado en cuenta, etc. vuelven imposible la realización de los planes para el anciano.

La muerte de un ser querido le obliga al anciano a dar un vuelco en sus costumbres, expectativas y necesidades afectivas. Es fácil que se sienta indefenso y derrotado. Algunos ancianos se prohíben a sí mismos el hacerse ningún tipo de ilusión, censurándose en sus pensamientos cuando deseen nuevas relaciones afectivas. La soledad envuelve al anciano con o sin consentimiento de él.

Comenzar nuevas amistades resulta una empresa que para ellos tiene dos filos: por una parte, se necesita invertir tiempo y esfuerzo, pero por otra, es la única alternativa de vida afectiva y social que queda. Esta dificultad hace que muchos se abandonen a una soledad más o menos asumida.

El anciano, también se ve rechazado por los demás por el mero hecho de ser viejos, como un negro es objeto de prejuicios raciales. Por ello, se las tiene que ingeniar para buscarse los ambientes adecuados y en los que pueda resurgir de las tragedias en una atmósfera de calidez.

Estudio aparte requeriría al aislamiento debido al deterioro físico o a las limitaciones de una postración por enfermedad, que viene a agravar el panorama que hemos delineado.

Algunos ancianos tienen una vivencia depresiva frente a las limitaciones que provoca una edad avanzada o la cercanía de la muerte; renuncian a la posible riqueza que podrían obtener rebelándose en lo posible, apostando por una especie de quietud en la que piensan que no sufrirán, aunque no suele dar el resultado perseguido sino que suele agravar la situación.

Los ancianos debemos saber enfrentar la muerte. Esto es cuestión de valentía y sabiduría.

A mediados del siglo 15 en Francia artesanos crearon monumentos funerarios para el duque de Borgoña, llamado Juan Sin Miedo y su esposa, Margarita de Baviera. En una losa de mármol negro, se colocaron dos realistas figuras de piedra que representan a los difuntos en toda su gloria, vestidos de ropas de colores, tallados. Aun hoy en día, todavía se encuentran lado a lado en el reposo eterno, en la exhibición para las edades. Se les ha llamado "la expresión más profunda de luto conocido en el arte, una marcha fúnebre en piedra." (New York Times, 13 de mayo de 2010).

Las figuras en si y ante la muerte, representan a los ricos y los pobres, los ancianos y los jóvenes, nobles y plebeyos por igual. La muerte no hace acepción de personas. Incluso "Juan Sin Miedo", anticipó su propia muerte en la puesta en marcha de su tumba.

Hoy, es una realidad que las personas hacen todo lo posible para evitar la muerte. Nos lo niegan. Tratamos de ignorarla. Como dijo alguien "No es que tenga miedo a morir, simplemente no quiero estar allí cuando suceda."

La muerte no se detendrá. Los escritores de las Escrituras lo saben. "Todas las personas son pasto", dice el profeta Isaías, "Su constancia es como la flor del campo. La hierba se seca, la flor se marchita... ciertamente hierba es el pueblo. "(Isaías 40:6..7)

Un día, los que ahora estamos leyendo este estudio nos uniremos a los que ahora caminan "a través del valle de sombra de muerte".

Comenzamos recordando nuestra propia mortalidad y preguntándonos: ¿qué los cristianos creen en la muerte?

En primer lugar, somos realistas al respecto.

Sabemos que nuestros días en la tierra están contados. Los cristianos no creemos en que nunca moriremos. Todos los seres humanos sabemos que enfrentaremos la muerte. Hace algunos años dirigí un servicio en memoria de una persona que murió. Muchas  personas estaban allí, hasta las que no eran parte de la iglesia. Después del servicio varios expresaron gratitud que yo había hablado abiertamente acerca de la muerte. Ellos se sintieron aliviados ante un hecho que no pretendía ni ocultarlo, porque muchos tratamos de evitar a la muerte como nunca llegara.

Es posible que tengamos preguntas sobre ella, podemos desear que no fuera así, pero la muerte ocurre todo el tiempo, a veces a gran escala como cuan se da una tragedia o catástrofe, a veces de una manera íntima y personal. A veces se aprende muy pronto que la vida nunca se debe dar por asegurada. La vida es frágil.

Como pastor he tenido conversaciones con personas que están cerca de la muerte y listo para ello y algunos después, han vivido una vida larga y plena.. Otros más jóvenes, pero en paz ya la enfrentaron. Pero en ambos casos ellos han estado reconciliados con su muerte inminente. Ellos no se amilanaron ante la visión de la misma.

Los cristianos ante la muerte, reconocemos su poder y la enfrentamos. Somos realistas. Todo porque creemos que no morimos solos.

Dios que viene entre nosotros en la persona de Jesús, la resurrección, es la más clara señal de que Dios está con nosotros toda la vida y sobre todo, en la muerte. Nosotros no morimos solos.

Los pastores y todos sabemos que vendrá un momento que debemos enfrentar y lidiar con el duelo y la muerte. Puede que no sea agradable o puede que no tengamos ni idea de qué decir, pero la Iglesia sabe que debe estar allí en la muerte. Somos los representantes de Jesucristo en la tierra.

Debemos ser conscientes nosotros no morimos solos. Dios está ahí, en los amigos que vienen, en la familia que espera, en la iglesia que ora.

Creemos que con la muerte no perdemos, para nosotros ella es un triunfo.

Todo el mundo quiere una explicación de lo que sucede después de la muerte. Pero a pesar de toda nuestra ciencia y tecnología y buscándolo en Google, solo conseguirá una conjetura. Estas son las cosas de la religión.

La imagen más popular de la escritura y entre los creyentes hoy en día es que cuando morimos cruzamos un umbral hacia una eternidad que es similar a ir a casa. "Un refugio de la ráfaga de tormenta, y nuestro hogar eterno

La imagen aparece en los salmos en hebreo: "...Y en la casa de Jehová moraré por largos días" (Salmo 23:6)

Jesús se hace eco del tema: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros" (Juan 14:2)

El apóstol Pablo ensambla adentro "Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos." (2 Corintios 5:1)

¿Qué creemos acerca de la muerte Todo se reduce a esto: la audaz afirmación de que el amor de Dios es más fuerte que la muerte el poder. Lo que esto significa para nosotros, para usted y para mí, es imposible decir. Cambiamos de un cuerpo el físico a uno espiritual. Pablo dice, "en un abrir y cerrar de ojos," cuando nuestro cuerpo físico muere. Eso es lo más cerca que la Biblia llega a definir la vida después de la muerte - y aún así, Pablo todavía lo llama "un misterio".

Toda nuestra pregunta sobre la muerte nos lleva de nuevo a ese punto, al amor que conocemos en esta vida. Al final, eso es lo que importa - cómo vivimos, cómo amar, cómo somos amados. Nos enfrentamos a la muerte confiando en que el amor de Dios no cesará cuando nuestra vida es así, y que la muerte no tiene la última palabra con nosotros.

"¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?"(1 Corintios 15:54)

Por ahora Demos Gracias A Dios.

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