viernes, 7 de diciembre de 2012

Si Las Iglesias No Valoran Las Personas Mayores Frágiles, ¿Quién Lo Hará?



Siempre me ha preocupado el entender las grandes inversiones que realizan muchas iglesias y ministerios, en mega-obras físicas, máxime cuando hablamos de servicio al prójimo y estas están a pocos pasos de la triste y cruda realidad en que viven las clases menos favorecidas. Que realizan acciones... si que las realizan, pero lamentablemente son acciones asistencialistas, pareciera ser que son acciones para descargo de la conciencia.

Me encontré días atrás con un articulo titulado “Aging Well: If church doesn’t value frail seniors, who will? De fecha Mayo 27, 2012 Posted by Missy Buchanan, UMR Columnist”. Missy Buchanan La Sra. Buchanan, es miembro de FUMC Rockwall, Texas, es autora de varios libros, incluyendo el “Envejecimiento Fiel: 28 Días de Oración” (Libros Upper Room).

Y he querido en esta ocasión compartir ese articulo que creo es un buenísimo llamado a la reflexión y corrección de nuestros caminos; acción que debemos considerar de acuerdo a la Palabra de Dios: "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho Jehová" Hageo 1:7..8.

Leamos el articulo de la Señora Buchanan: (Traducción de un servidor)
“Cada semana visito amigos adultos mayores en tres comunidades diferentes de cuidado de ancianos.  No mucho tiempo atrás, cuando fui a visitar a uno de mis amigos, vi a una mujer frágil sentada en una silla de ruedas, mirando por la ventana hacia el estacionamiento.  Parecía vestida para una ocasión especial con rizos blancos que enmarcaban su rostro delgado y el lápiz labial de color rosa que hacía juego con su blusa perfectamente dispuesta.

Como me detuve para desearle un buen día, la anciana me miró y sonrió diciendo:  "Estoy esperando a mi iglesia que va a venir.  Vienen todos los martes a las diez, como un reloj.  Es mi día favorito de la semana. "

Sus comentarios despertó mi curiosidad.  Me arrodillé a su lado y rápidamente me entere de que ella pertenece a una iglesia bautista local.  La iglesia cuenta con varios equipos de visita y los pastores designan a un equipo diferente cada semana, así que cada uno puede estar en contacto con los miembros más antiguos.

La mujer también habló de sus compañeros en el centro de ancianos, especialmente aquellos cuya familias rara vez vienen a visitarlos.  "Me pone triste que las personas mayores como yo se les hace sentir que han sido puestos a vegetar", dijo.

La mujer habló con orgullo de su propia iglesia.  Mientras la veía llenarse de un pálido gris en sus ojos de la emoción, no podía dejar de estar impresionada por la fidelidad a su iglesia.  En ese momento sintió algo en el ambiente y miró hacia arriba encontrándose con caras conocidas penetrando a través de la puerta.  Ella gritaba de alegría y aplaudió.  Miré el reloj de la pared y sonrió.  Exactamente el reloj marcaba las diez horas.

El grupo de seis miembros de la iglesia y un pastor se reunieron alrededor de su anciana amiga.  Sólo de ver los abrazos y escuchar sus risas me calentó el corazón.  También me hizo pensar en algo que un hombre mayor me dijo una vez.  Su mayor temor era sobre envejecimiento de ser olvidado.

Antes de que pudiera escapar, la anciana insistió en que caminara a su lado, mientras se abrían camino a la biblioteca donde seguiría la visita.  Me di cuenta de que un laico celebró una soda de naranja en una botella en miniatura.  Otro me dijo que tenía un DVD del servicio de adoración del domingo para dar a la mujer mayor.  Cuando dejé de ir por el pasillo y me dirigí a visitar a mi amigo, el equipo de la visita estaba a punto de cantar algunos himnos acompañados por un guitarrista en el grupo.

Durante varios días después, me repetía la escena en mi mente.  No es difícil entender por qué los martes eran día favorito de la mujer mayor de la semana.  Pensé en su iglesia, así que atentos a la entrada como a los de los centros de atención.  Pero también pensaba en aquellos a los que la iglesia visita esporádica o no en absoluto.  No es de extrañar que se sienten alienados y olvidados.

El evento me recordó la importancia de las visitas regulares.  Ministrar para y con los que viven solos en casa o en centros de atención es más que el envío de una tarjeta de saludo ocasional o el boletín semanal de adoración.  Aunque se trata de un importante esfuerzo de ministerio, la iglesia puede y debe hacerlo mejor.  Los adultos mayores en declive físico necesita vivificante relaciones con personas compasivas que están dispuestos a invertir constantemente su tiempo.

La idea bíblica de la comunidad se basa en el amor de unos por otros.  ¿No es hora ya de dejar de poner excusas y dejar de empujar a los ancianos frágiles a los márgenes de la sociedad?  Los invito a hacer la pregunta difícil.  ¿Haga el recuento de personas de edad dependientes de usted y destine un día, para hacer de ellos su día favorito de la semana?”

Ser viejo no significa ser inútil. Ser anciano quiere decir recoger los recuerdos y experiencias de la vida para ofrecer sus mejores frutos a las generaciones posteriores.

Lo bien hecho permanece para siempre, aunque nadie lo haya visto y pasen millones de años. Además, no todo pasa con el correr de los años. El saber acumulado y el amor no pasan nunca. Por eso, cuando muere un anciano con mucha experiencia y que ha amado a manos llenas, es como si se incendiase una biblioteca o como si se incendiase una catedral. Por tanto, ante un anciano bueno y sabio, respeta sus canas y aprovecha tanta sabiduría y tanta belleza espiritual, ahora que todavía está a tu lado.

Los ancianos nos ayudan a ver los acontecimientos terrenos con más sabiduría, porque las vicisitudes de la vida los han hecho expertos y maduros.

Ellos son depositarios de la memoria colectiva y por eso, intérpretes privilegiados del conjunto de ideales y valores comunes que rigen y guían la convivencia social. Excluirlos es como rechazar el pasado, en el cual hunde sus raíces el presente.

La ancianidad es un tiempo para vivir con un sentido de confiado abandono en las manos de Dios. Es un período que se ha de utilizar de modo creativo con vistas a profundizar en la vida espiritual, mediante la intensificación de la oración y el compromiso de una dedicación a los hermanos servidores.

La tercera edad es muy hermosa. Nada hay en ella de inútil y si sólo podemos hacer pequeñas cosas, para Dios nada es pequeño, porque, cuando hay mucho amor, Dios está ahí para hacernos inmensamente felices. Y se pasea con nosotros por los caminos de la vida.

Qué hermoso es poder ser conscientes del gran valor de la vida y vivir con entusiasmo y amor hasta el instante final. Así vivía también su ancianidad el gran poeta hindú Tagore, que, en su Poema de despedida, dice:

"Es hora de partir, hermanos míos, hermanas mías. Ya he devuelto la llave de mi puerta. Hemos sido vecinos mucho tiempo y recibí de vosotros más de lo que puedo daros. Ya se va poniendo el día y se ha apagado la lámpara, que iluminaba mi rincón oscuro. Ya oigo la orden de partir y estoy pronto para emprender el camino. Adiós".

Mas ¿Cómo estarán partiendo nuestros ancianos? ¿Cómo fueron esos sus últimos años?

La verdad que un inmenso porcentaje nos contestaría que nada bien, nuestras sociedades e incluso muchas iglesias pareciera que han cauterizado de su corazón la asistencia y amor a los ancianos.

Por ello me preocupo cuando veo que se invierte en esas mega-obras, hay dinero, supuestamente de dado por la feligresía, pero... “Si Las Iglesias No Valoran Las Personas Mayores Frágiles, ¿Quién Lo Hará?”

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