viernes, 15 de junio de 2012

Sacudamos Las Vacas Sagradas


Empecemos por entender que la expresión "vaca sagrada " tiene su origen en el politeísmo hinduista. Desde una larguísima tradición este animal que mantiene su posición erecta por el hecho de estar parado en cuatro patas, es un símbolo de la estabilidad del universo. Y además, por brindar ese alimento fundamental que es la leche, se considera un colaborador imprescindible de la vida y la salud. Por eso se interpreta a la vaca como un animal sagrado, que se pasea, hasta el día de hoy, por las calles de la India y se considera un pecado sacrificarlo.

Esta expresión se ha consagrado en la cultura global de la humanidad y hoy también se designa vaca sagrada a cualquier individuo o institución cuyas conclusiones y afirmaciones son irrebatibles y forman parte de una época, una comunidad o de una cultura.

Se suele designar con ese termino un personaje que ha logrado en su campo una alta jerarquía personal y cuyas afirmaciones son respetadas y veneradas por un grupo de fieles lo bastante ignorante como para consagrar a ese personaje de acuerdo al concepto de culto a la personalidad.

Vacas sagradas son también todos aquellos personajes que en el curso de la evolución de las religiones se han destacado de tal manera que sus ideas, creencias y enseñanzas han pasado a formar parte de los cánones y dogmas de las Iglesias, no importando en el caso del cristianismo si estas son apegadas o no a la Biblia.

Hace algún tiempo leí el caso de una persona que narraba:   "esperé por largas horas el desenlace de una operación quirúrgica. Carlos, mi hermano, había sufrido un derrame cerebral  y uno de los más connotados neurocirujanos lo estaba interviniendo.  Al cabo de aquellas siete horas de angustia empezaron a salir del quirófano varios de los médicos  que, la verdad de las cosas, nunca llegué a saber  qué  hacían dentro  y así uno le decía al otro ¡Qué éxito! ¡Qué operación maravillosa!, a lo que  agregaba, un tercero  ¡qué manos! ¡Qué precisión! Ante tanto entusiasmo, me animé a preguntar, ¿y mi hermano Carlos? Ah, Carlos, se tomó la molestia de responderme  uno de ellos, ¿se llamaba así?  Carlos, murió. Se hizo un breve silencio pero el coro médico continuó con sus alabanzas, de inmediato, con aquella alharaca poco menos que festiva. ¡Qué manos! ¡Qué precisión! ¡Qué éxito! Sumamente empavonado de sí mismo salió finalmente el cirujano y como buena vaca sagrada, se fue rumiando satisfecho. Y así, como el triunfo de una vaca sagrada, hubo de difundirse la muerte de Carlos.

Como esta vaca abundan tantas otras en distintas disciplinas. Se también de un abogado que, tras perder el caso, se presentó ante sus clientes con flamante factura y el "vaquífero" argumento: "¡Y agradezcan lo bien que lo llevé que, de no ser así,  habría sido muchísimo peor el resultado!" ¡Ah!, el maestro, habrán dicho también sus seguidores, ¡qué lógica contundente, qué retórica, que golpiza  propinó a sus contendientes! ¡Qué sapiencia! Pero... y ¿el caso?  ¡Ah, el caso! se perdió... ¡Qué éxito, que sapiencia, qué lógica, que retórica, qué precisión!

Así es como se van haciendo y como abundan las vacas sagradas que se dan entre nosotros. ¡Qué gran entrenador! Pero, la verdad, es que pierde todos los partidos. ¡Qué gran profesor! Pero, la verdad, es que apenas aprendió a escribir. ¡Qué gran pastor! Pero, la verdad, es que solamente habla bonito. 

Estas, las vacas sagradas, nos han hecho y nos seguirán haciendo mucho daño. Son éstas las que se han apoderado del espectro institucional entre nosotros, las que   pontifican y nos conducen a los mismos frustrantes resultados, las que en muchas ocasiones dirigen grupos de personas que terminan frustradas cuando cambian el entendimiento, pero lamentablemente, muchas personas son y morirán siendo amantes, defensores y seguidores de estas vacas sagradas.

Son estas mismas vacas sagradas que en muchísimas ocasiones hablan por nosotros lo viejos, como si ellos fuera lo ultimo en la materia, por ellos muchas de las políticas de asistencia a la tercera edad, están plagadas de asistencialismo momoficador de ancianos o sea de practicas que en ves de activar al anciano de acuerdo a su edad, lo recluyen como ser inservible en alguna institución e inclusive en su propia casa.

Y precisamente, mientras no renovemos nuestro entendimiento las vacas sagradas,  seguirán protegiéndose una a otras, rumiando satisfechas su insuperable estupidez, artífices de la realidad en que vivimos y lo que es más grave aún, de su previsible persistencia.

Cuando hablamos de vacas sagradas seguro que visualizas el papel de este animal en la India, ¿verdad?

Allí se consideran sagradas y no se las puede maltratar o perjudicar lo más mínimo, aunque eso signifique quedarte atascado indefinidamente si una vaca decide echarse en medio de la carretera. De igual forma nos quedamos atascados cuando en lugar de seguir a Jesucristo seguimos a míseros hombres y/o mujeres emulas de las vacas sagradas.

Ahora bien, es de mi interés que tengas en mente que todos nosotros, tú incluido, tenemos vacas sagradas en nuestra vida. Se pueden materializar de muy distintas formas: puede ser una persona, un lugar, una circunstancia, una creencia, un comportamiento, una costumbre...

Algo a lo que estamos aferrados y no queremos dejar marchar o abandonar, aunque no nos aporte nada o incluso aunque nos obstaculice o nos perjudique en nuestro crecimiento personal.

Me refiero a eso que realmente es un obstáculo para tu un desenvolvimiento acorde a tu edad y tu intelecto, pero que o no te das cuenta o no quieres prescindir de ello. Cosas que para ti son intocables, que no te las cuestionas y a lo mejor ya es hora de hacerlo... Que ¿como qué?

Bien te daré unos ejemplos:

·        Ciertas formas de hacer las cosas que no dan resultados pero que "siempre se ha hecho así", porque "es mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer". Como por ejemplo tener reuniones semanales de larga duración en la que la mayor parte de la gente pierde el tiempo o no escuchar la opinión de alguien nuevo porque tú ya lo sabes todo. Debes de entender que el hecho que seamos viejos no es base de erudición, tenemos mucho que aprender de nuestros niños y jóvenes.

·        Andar y convivir con personas que no te aportan lo que necesitas pero que siempre han estado ahí y nadie se plantea sustituirlas. Principalmente aquellas llenas de vicios o que solo sirven para hablar de calamidades, de enfermedades, de desgracias, tristezas, etc.

·        Creencias que no te benefician en nada, pero ni te planteas cambiarlas: "es que las cosas están muy mal", "a esta edad ya no se puede cambiar", etc.

·        Productos o servicios que te encantan pero que no te rinden buenos resultados y que te resistes a eliminar. Indudablemente que a igual que las diferentes edades de la vida, la nuestra también requiere de ciertas dietas y abstenciones.

·        Muletillas que usas para evadir ser sujeto real de tu vida como ese estribillo que te mete el diablo... “es que como ya estoy viejo” o ese estribillo con el que evitas a Jesucristo cuando dices “en esta religión vivieron mis padres, en ella nací y en ella seguiré”.

·        Es que yo nunca tuve una computadora no se si la podré usar... levántate, anímate en el nombre de Cristo y deja de estar vegetando.

Todo esto no es más que lastre que te impide abrir las puertas a nuevas posibilidades y a un mayor desarrollo. Así que tómate tu tiempo para descubrir a qué te estás resistiendo, cuál o cuales son tus vacas sagradas.

Y piensa qué precio estás pagando por mantenerlas allí y qué sería diferente si no estuvieran.

Hay momentos en los que hay que dejar marchar cosas, por tu bien y para abrir las puertas a otras opciones y a cambios.

No te quedes estancado(a) con algo que no te supone ningún beneficio, ¿qué ganas con ello?

DERRUMBEMOS LAS VACAS SAGRADAS

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