viernes, 3 de diciembre de 2021

Edad De Oro, Ya Estoy Aquí Por Saúl Guevara

 

Edad de Oro… ya estoy aquí.

 También se la ha llamado vejez, senectud, adulto mayor, tercera edad y ancianidad. Se trata de un grupo de la población convencionalmente definida como de 65 años de edad o más. Algunos la definen como la séptima y última etapa de la vida, al dividirla: edad prenatal, de bebé, de niñez, de adolescencia, de juventud, de adultez y de ancianidad.

 Hoy en día, las condiciones de vida para las personas de la Edad de Oro son difíciles, pues tienen menos oportunidades de trabajo, su actividad social es más limitada y en muchos casos son abandonadas o simplemente excluidas, no obstante, los avances sociales en materia de pensiones y otros beneficios.

 Es común desacreditarlos mentalmente, tratarlos como inútiles y cosas parecidas. Hoy más que nunca es válido el mandato bíblico: “No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre.” 1 Timoteo 5:1 NVI.

 A estas circunstancias, sumémosle enfermedades tales como el alzhéimer, diabetes, cataratas, osteoporosis y otras más, que son frecuentes en esta Edad de Oro. Por ello conviene obedecer al Señor: "Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies" Proverbios 23:22

 Se gastan millones de dólares en comprar cremas, cirugías y tratamientos para parecer más jóvenes. Por supuesto, que nada malo hay en tratar de lucir bien, lo malo está en quedarse uno varado en tratar de no perder las delicias de la juventud y perder de vista el valor de la vejez, en virtud de la experiencia y sabiduría que tienen para compartir con las siguientes generaciones. La Biblia nos habla de la vejez de otro modo. Proverbios 20:29 (NVI) nos dice: “La gloria de los jóvenes radica en su fuerza; la honra de los ancianos, en sus canas.”

 Aunque existen tales inconvenientes, también es cierto que es la etapa de la vida cuando se acepta mejor que no somos inmortales, que hay cosas que no merecen importancia, que todo pasa. Aprendemos, además, que nada ocurre por no haberse cumplido metas que se veían importantísimas. Nos damos cuenta que todos nuestros bienes realmente no son nuestros y que tarde o temprano pasarán a manos de otras personas.

 Nacimos para servir al Señor y esto deberá ser toda la vida. Por ello, cuando se llega a la vejez debemos clamar como el salmista: "Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, Hasta que anuncie tu poder a la posteridad, Y tu potencia a todos los que han de venir" Salmos 71:18

 Como se nota, la calidad de “oro” no corresponde exactamente a la edad de mayor intensidad y disfrute físico, sino a la de saber vivir. Con frecuencia me he preguntado ¿cuál es la verdadera edad de oro? ¿Después de los 65 años? ¿La edad del éxito profesional, empresarial o simplemente personal propia de la edad adulta? ¿La edad dorada de la juventud? ¿La niñez en donde todo parece hermoso? Y encontré que todas las edades son de “oro”, según como hallamos vivido.

Así las cosas, nuestra vida será siempre plena y de oro, si vivimos conforme a la Palabra de Dios. Por ello, es necesario ver la edad que tenemos según la Biblia. En mi caso, ya en la plenitud de la Edad de Oro, veo cómo se nombra a la vejez como un valor. La Biblia menciona a la vejez, sin prejuicios ni sesgos, ahí ella, es una de las etapas de la vida humana, que se valora por su sabiduría: "En los ancianos está la ciencia, Y en la larga edad la inteligencia" Job 12:12

 A mi Edad de Oro, en el atardecer de la vida, cuando las fuerzas se acaban por más que cuide mi cuerpo, me doy cuenta que lo importante es tener un corazón sabio, tal y como la Biblia nos lo dice: "Los días de nuestra edad son setenta años; Y si en los más robustos son ochenta años, Con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, Porque pronto pasan, y volamos ... Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, Que traigamos al corazón sabiduría" Salmo 90:10 y 12

 Es obvio que conforme pasa el tiempo, debemos irnos jubilando y dar campo a las nuevas generaciones. El caso de Moisés nos muestra un ejemplo de ello: “Ya tengo ciento veinte años de edad, y no puedo seguir siendo su líder. Además, el SEÑOR me ha dicho que no voy a cruzar el Jordán” (Deuteronomio 31:2 NVI). También tenemos el caso de Josué: “Cuando Josué era ya muy anciano, el Señor le dijo: Tú estás ya entrado en años, y todavía queda mucha tierra por conquistar.” (Josué 13:1 DHH)

 Es cierto que la vida se va esfumando poco a poco conforme pasan los años. Sin embargo, la fe deberá ser cada vez más fuerte contra toda desesperanza: “Cuando ya no había esperanza, Abraham creyó y tuvo esperanza, y así vino a ser “padre de muchas naciones”, conforme a lo que Dios le había dicho.

 Que nos queda. Disfrutar la vida con pleno vigor que Dios nos da con todas sus bendiciones. El Señor nos dice: "Llegarás al sepulcro anciano pero vigoroso, como las gavillas que se recogen a tiempo" Job 5:26. Y si de paso tenemos hijos con descendencia, podremos tomar este regalo de Dios: “La corona de los ancianos son sus nietos; el orgullo de los hijos son sus padres.” Proverbios 17:6.

 Si nuestra vida ha guardado fidelidad al Señor, al final de nuestros días será la Edad de Oro en plenitud: "Corona de honra es la vejez Que se halla en el camino de justicia" Proverbios 16:31. Y al morir, moriremos como Job: “"Disfrutó de una larga vida y murió en plena ancianidad" Job 42:17 NVI.

 David vivió sus últimos días sin fuerzas: “El rey David era ya tan anciano y tan entrado en años que, por más que lo abrigaban, no conseguía entrar en calor.” (1 Reyes 1:1 NVI). Sin embargo, murió tranquilo y rico: "Y murió muy anciano y entrado en años, en medio de grandes honores y riquezas..." 1 Crónicas 29:28

 Y hoy amigo lector, la Biblia te dice: "Tú, en cambio, te reunirás en paz con tus antepasados, y te enterrarán cuando ya seas muy anciano" Génesis 15:15

S.A.G. – 03 – DIC – 2021

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