viernes, 29 de octubre de 2021

Y Usted Cuantos Años Tiene Por Saúl Guevara

 

Para entender profundamente el sentido y el valor de la vejez, es preciso abrir la Biblia. Sólo la luz de la Palabra de Dios, en verdad, nos da la capacidad de sondear la plena dimensión espiritual, moral y teológica de esa época de la vida. Como estímulo para reexaminar el significado de la tercera y de la cuarta edad, sugerimos a continuación algunos puntos de referencia bíblicos, con observaciones y reflexiones sobre los retos que ellos representan en la sociedad contemporánea.

 En la vejez seguirán dando fruto (Salmo 92 [91], 15)

 La potencia de Dios se puede revelar en la edad senil, incluso cuando ésta se ve marcada por límites y dificultades. “Dios ha escogido lo que el mundo considera necio para confundir a los sabios; ha elegido lo que el mundo considera débil para confundir a los fuertes; ha escogido lo vil, lo despreciable, lo que no es nada a los ojos del mundo para anular a quienes creen que son algo. De este modo, nadie puede presumir delante de Dios” (1 Corintios 1:27…28).

 El designio de salvación de Dios se cumple también en la fragilidad de los cuerpos ya no jóvenes, débiles, estériles e impotentes. Así, del vientre estéril de Sara y del cuerpo centenario de Abrahán nace el Pueblo elegido (Romanos 4:18…20).

 Y del vientre estéril de Isabel y de un viejo cargado de años, Zacarías, nace Juan el Bautista, precursor de Cristo. Incluso cuando la vida se hace más débil, el anciano tiene motivo para sentirse instrumento de la historia de la salvación: “Le haré disfrutar de larga vida, y le mostraré mi salvación” (Salmo 91[90], 16), promete el Señor.

 En repetidas ocasiones he oído la pregunta o para ser sincero me la han hecho… ¿cuántos años tienes?... todo porque me han visto ya viejo, pero… qué es envejecer sino parte del proceso de crecer.

 Lo que vivimos, aprendemos y experimentamos con las lecciones en el paso del tiempo, seguramente nos van marcando en la vejez. Las cosas buenas de la vida por supuesto que nos benefician, pero las malas son las que pueden llegar a afectarnos la personalidad y crearnos una carga emocional muy difícil de deshacerse en muchos casos.

 Estas malas experiencias pueden dejar en nuestros mayores una vida oscura y aburrida, con pérdida del entusiasmo y cansados de vivir. Son ancianos que siempre están serios y no alcanzan a apreciar las cosas divertidas que la vida les puede ofrecer en cada momento.

 Los invito a una reflexión de la vida, luego que hayan leído el siguiente poema titulado ¿Qué cuántos años tengo? de José Saramago (1)

 

 ¿Qué cuántos años tengo?

¡Qué importa eso!

¡Tengo la edad que quiero y siento!

La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.

Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o lo desconocido…

Pues tengo la experiencia de los años vividos

y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo!

¡No quiero pensar en ello!

Pues unos dicen que ya soy viejo

otros «que estoy en el apogeo».

Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,

sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,

para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen por qué decir:

¡Estás muy joven, no lo lograrás!…

¡Estás muy viejo, ya no podrás!…

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,

pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños,

se empiezan a acariciar con los dedos,

las ilusiones se convierten en esperanza.

Tengo los años en que el amor,

a veces es una loca llamarada,

ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.

y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa... ¿Qué cuántos años tengo?

No necesito marcarlos con un número,

pues mis anhelos alcanzados,

mis triunfos obtenidos,

las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas… ¡Valen mucho más que eso!

¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!

Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero,

pues llevo conmigo la experiencia adquirida

y la fuerza de mis anhelos

¿Qué cuántos años tengo?

¡Eso!… ¿A quién le importa?

Tengo los años necesarios para perder ya el miedo

y hacer lo que quiero y siento!

Qué importa cuántos años tengo.

o cuántos espero, si con los años que tengo,

¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

 

(1)    José de Sousa Saramago (Azinhaga, 16 de noviembre de 1922-Tías, 18 de junio de 2010) fue un escritor, novelista, poeta, periodista y dramaturgo portugués. En 1998 se le otorgó el Premio Nobel de Literatura. La Academia Sueca. La novela El Evangelio según Jesucristo (1991) lo catapultó a la fama a causa de una polémica sin precedentes en Portugal —que se considera una república laica—, cuando el gobierno vetó su presentación al Premio Literario Europeo de ese año, alegando que «ofendía a los católicos». Como acto de protesta, Saramago abandonó Portugal y se instaló en la isla canaria de Lanzarote. Falleció a los ochenta y siete años de edad, el día 18 de junio de 2010, en su residencia de la localidad de Tías, a causa de una leucemia crónica que derivó en un fallo multiorgánico. Había hablado con su esposa y pasado una noche tranquila. Saramago escribió hasta el final de su vida.

 S.A.G. – 29 – OCT – 2021

 

 

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