viernes, 3 de septiembre de 2021

Incertidumbre En La Tercera Edad Por Saúl Guevara

 

1 Corintios 14:8 NVI "Y, si la trompeta no da un toque claro, ¿quién se va a preparar para la batalla?"

 La incertidumbre es una situación de la vida en donde es un hecho que esta situación inesperada e inevitable para una persona, plantea retos tanto en la salud física, la baja en la economía personal y familiar y el impacto emocional que conlleva.

 Lo más difícil de esta situación es vivir con la incertidumbre, no saber qué va a suceder y qué nos va a pasar.

 Incertidumbre es una expresión que manifiesta el grado de desconocimiento acerca de una condición futura, pudiendo implicar una imaginación imperfecta de los hechos, es decir, un acontecimiento en el que no se conoce la probabilidad de que ocurra con certeza una determinada situación.

 La incertidumbre puede ser originada por la ausencia de información o bien por no estar satisfecho con la información que se tiene; la incertidumbre conlleva cierto grado de desconocimiento.

 En un estado de incertidumbre el cerebro ocupa toda su energía en defenderse, nuestra atención se dispersa y tratamos de darle explicaciones que le ayuden. Algunas veces las buscamos en nuestras creencias o en consejos de personas no aptas para aconsejar que pueden llevarnos a una posición de soberbia o bien a una situación de desamparo. Ambas nos dejan sin capacidad de control.

 La incertidumbre es real, el peligro es real y nuestros sentimientos ante ella también.

 Una de las palabras que mejor describen el estado mental de nuestra era actual es la incertidumbre. Vivir todos los días sin saber que nos sucederá y con un entorno nada seguro es algo que ha estado afligiendo al ser humano en los últimos tiempos.

 Vivimos días de incertidumbre ante el Covid-19… Me pregunto: ¿Cómo podemos convivir con esta incertidumbre?

 Debemos tener información, pero información confiable, apegarnos a ella y seguir las indicaciones de protección como la higiene y la sana distancia. Vacunarnos es ineludible para protegernos y proteger a los demás.

 Hay información inútil, rumores y explicaciones mágicas o tendenciosas que nos devuelven a la impotencia y desesperanza. ¡No les hagas caso! Tu objetivo es mantenerte sano. Recuerda que vale la pena vivir y siempre hay un “para qué”.

 Ese “para qué”, constituye el primer paso para encontrar un sentido de vida. Es un proyecto personal y hay varios elementos que lo conforman. Existen muchos debates acerca de lo que es y no es, pero en lo que concuerdan es en que el sentido de vida es el soporte más importante en momentos como el que estamos viviendo.

Un reto importante es sobrellevar el “Quédate en Casa” necesario para evitar contagiar o ser contagiados. Para algunos, significa soledad y para otros un caos.

 Es entonces cuando el “para qué” cobra sentido. Si tu caso es el caos, tal vez buscar tu propio oasis te genere calma, regar tus plantas, meditar o simplemente poner una pausa te darán la tranquilidad que necesites. Si por el contrario necesitas compañía, organiza reuniones virtuales, toma un café con amigos o una comida familiar, etc. Utiliza tus recursos y ponlos en marcha. Y recuerda: Si la vida te da limones entones has limonada.

 La incertidumbre es estresante en sí misma y sin duda está generando problemas en la salud mental del ser humano.  La ansiedad y la depresión son causa de preocupación para todos. Cuando miramos la vida todos podemos percibir que no es nada fácil. La vida misma es corta, pasa muy rápido y cuando venimos a darnos cuenta de ello, la mejor parte ya se ha ido.

 El ser humano tiene plena conciencia de que es mortal y lucha buscando estabilidad, tranquilidad y paz y mientras pasan los años el temor y la inseguridad termina rodeando su entorno, debilitando así su vida.

 En Hebreos 11:1 está escrito “es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”.

 Usted espera tener un buen futuro, pero de seguro no tiene la certeza ni la convicción que lo que vendrá será mejor. Lamentablemente el ser humano ha despreciado una mejor visión de su propia vida y de su Creador.

 Pablo hablando de esta fe nos dice en 2 Corintios 4:16…18 "Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas."

 La fe nos capacita para vivir confiados sabiendo que nuestra vida no depende de nosotros, sino de aquel que nos creó. Dios siempre está dispuesto a ayudarnos a sobrellevar los temores y las incertidumbres, si le decimos nuestras preocupaciones, podemos contar con que Él “es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” Efesios 3:20.

 ¿Tenemos el hábito de orar a Dios? ¿Estamos convencidos de que oye nuestras oraciones?

“En estos momentos que escribo (lun/30/ago./2021), tengo a mi esposa, con quien camino desde hace más de 40 años, interna en emergencia de un centro hospitalario, presenta problemas cardiacos y no hallan su causa, seguirán haciendo exámenes, no se puede ver por los protocolos de prevención generados por la pandemia… ¿Me causa incertidumbre?... sí, ¿Qué puedo hacer?... Me aferro a Proverbios 18:10 entiendo que necesitamos la ayuda de Dios y que tenemos que orarle. El texto bíblico dice: “Torre fuerte es el nombre de Jehová; A él correrá el justo, y será levantado”.

 Ahora bien, ¿cómo va a aumentar nuestra confianza en Jehová si no cultivamos el hábito de hablarle? Para disfrutar de seguridad espiritual hemos de acostumbrarnos a orarle todos los días. Jesús aconsejó: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” Lucas 21:36.

 Entonces la clave es orar todos los días.

S.A.G. – 03 – SEP – 2021

NOTA: Al momento de la publicación la esposa del autor, ya está en su casa con tratamiento ambulatorio, Gracias a quienes oraron.

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