viernes, 13 de noviembre de 2020

Fortaleciendo A Nuestros Viejos Por Saúl Guevara


 

Isaías 46:4 NVI "Aun en la vejez, cuando ya peinen canas, yo seré el mismo, yo los sostendré. Yo los hice, y cuidaré de ustedes; los sostendré y los libraré."

  La humanidad está enfrentada a una pandemia que prácticamente ha paralizado al mundo, en la que los grandes líderes no han podido detenerla. La ciencia busca la solución incansablemente, mientras la comunidad debe tomar medidas extraordinarias y aislarse para no contagiarse de Covid-19 que no conoce ni respeta fronteras de ningún tipo; geográficas, políticas, sociales, ni de género y tampoco de edades.

 Es cierto que hoy la población de Adultos Mayores, aun cuando no es el objetivo exclusivo de esta enfermedad, es la que se encuentra con mayores riesgos de complicaciones en el contagio debido a las enfermedades de base o crónicas que se presentan en ellos, lo que muchas veces limita el tratamiento terapéutico en el uso de ventilación mecánica.

 Es verdad que las personas de la tercera edad son de mayor riesgo, porque su sistema inmunológico está más desgastado por edad y porque también se correlaciona con enfermedades al corazón y otras crónicas, pero si tienen los cuidados respectivos y no se exponen al contagio, todo estará bien; cualquier persona, jóvenes incluso niños, también están expuestos si no se toman los resguardos correspondientes”.

 En los adultos mayores además existe una curva entre el miedo, la inseguridad, la ansiedad y en el otro extremo, la incredulidad, el no creer: no si a mí no me va a pasar nada, no si eso es mentira, no si es toda una estrategia de un complot, etc. Eso los expone muchísimo porque, al no creer, salen a la calle y no tienen cuidado.

 Esto es lo que sucede con los jóvenes y con el adulto joven que no han tomado conciencia de la gravedad de esta crisis sanitaria, ni respetan reglas y piensan que están exentos de este contagio, pero no es así. El virus muestra una variante, en la cual ha muerto gente mayor, pero también gente joven; se aferran a esa sensación que tienen de que: a mí no me va a pasar nada y hay mucha probabilidad de que no le pase nada, pero a su abuelo, a su abuela le puede llegar el Coronavirus muy duramente, hasta la muerte.

 Toda esta realidad, se suma a la constante entrega de noticias en todos los medios de comunicación, además el tener que adecuarse a las medidas sanitarias dispuestas y la cuarentena impuesta especialmente a los adultos mayores.

 ¿A qué nivel de estrés están sometidos nuestros padres, nuestros abuelos? Y ¿Cómo repercute en ellos esta situación?

 Esto es tremendo para ellos. Les afecta en sus propias enfermedades. Si son hipertensos o diabéticos, el diagnóstico puede aumentar, aumentan las taquicardias, se sienten más angustiados, entonces se hace más compleja su situación. Ahí nos damos cuenta de que la mente repercute mucho en nuestro cuerpo y nuestro cuerpo en la mente porque es así como nos vamos moviendo.

 ¿Cómo infundirles seguridad en estos momentos?

 Llamándoles todos los días, y decirles que los hijos, los nietos, están bien. Porque esa es la preocupación que ellos tienen, necesitan mucho el apoyo de la familia. Si están cerca, ir y saludarlos, aunque sea por la ventana como lo muestran por la televisión, así por lo menos pueden ver a los suyos y eso los tranquiliza.

 Si están lejos, es mucho más complicado, porque hay muchos adultos mayores que manejan solo telefonía fija o un aparato celular solo para llamadas, porque no saben utilizar las redes sociales. En esos casos, queda llamarlos y estar muy pendientes, hay que buscar darles contención, porque es complejo que ellos la busquen.

¿Cómo darles un poco más de seguridad en una llamada telefónica?

Necesitan escuchar y sentir el cariño de los hijos, de los nietos, de la familia. Decirles lo mucho que los quieren, que los extrañan, manifestarles afecto, preguntarles siempre en tono de contención ¿Cómo amaneció? ¿qué hizo hoy?, y decirles que se cuiden. Hay que contenerlos con frases cariñosas, es como volver a ser niños.

Explicarles con paciencia lo que pregunten y escucharlos es fundamental. A veces ellos tienen ganas de contar lo que vieron en las noticias y nuestra reacción es: ah para qué está escuchando eso, no ve que llena la cabeza de cosas... mejor es escuchar lo que ellos quieren contar y decirles: ve, se da cuenta que está pasando eso y usted se tiene que cuidar para que no le ocurra. Hay que contener la situación, más que decirles que no lo hagan, porque al final lo siguen haciendo.

 En caso de que sea necesario, también hacer redes de apoyo, porque si yo no puedo ir por el momento de la cuarentena a verlos, si conozco a la vecina o si un familiar vive cerca de ellos, pedirle que desde afuera le pregunte cómo están y que pueda estar también un poco más pendientes de ellos.

 Y ¿A qué actividades podemos animarlos para que realicen en este tiempo?

 Aconsejarles que hagan cosas que les gusten, regar las plantas, tejer, que escuchen música y sugerirles llamen por teléfono y si dentro de la casa tienen patio, que den una vuelta, que caminen, que salgan a ver sus arbolitos, que puedan hacer un poco de ejercicio. Si aprendieron a bailar, que bailen; quien pueda leer, que lo haga; que jueguen dominó, a las cartas, en fin. Que puedan hacer cosas que los distraigan de lo que está ocurriendo, para que la angustia y la ansiedad no se eleven.

 La gran mayoría de los adultos mayores son creyentes, ¿cómo podemos, desde el fortalecer la parte espiritual y la experiencia personal del encuentro con Dios, que apoya, que está con sus hijos cuando lo están pasando mal con esta pandemia?

 El nivel de espiritualidad de los adultos mayores es mucho más arraigado que la de las otras generaciones, y son personas muy “reflexivas”. Les gusta orar, entonces ahí hay una herramienta fundamental, o sea, un adulto mayor católico, cristiano, creyente en Dios, puede fortalecer su fe, su mente a partir del encuentro con Dios, en la oración de la mañana, agradeciendo el nuevo día que recibe, el alimento que tiene, o el bendecir la mesa. Todo eso lo va a mantener en un estado de unión con este Padre amoroso que no deja solos a sus hijos.

 Necesitamos comunicarnos con el Señor, esta pandemia nos ha aislado y con Dios podemos hablar en cualquier lugar, entonces ahí le podemos dar esa garantía al adulto mayor y a cualquier persona porque, estemos donde estemos, podemos recurrir a la oración liberadora como: Señor te doy gracias por este nuevo día, Señor Ilumíname, Señor protégeme, Señor conduce mis pasos, bendice mi casa.

 Pensar y orar con Dios, es muy importante, porque el que esté conectado con lo espiritual lo fortalece y centra su mente en algo que lo tranquiliza, focaliza su atención, en esa dimensión más interna con Dios y con él mismo, lo que permite mayor sosiego, más confianza, menos estrés, porque el adulto mayor es una persona que ya, por la edad, por la experiencia de vida, sabe de su experiencia de vida con Dios. Por eso es tan difícil para un adolescente o para un adulto joven tener que creer en Dios, porque no ha tenido la experiencia con Él, en cambio el adulto mayor, recurre a esa vivencia, que al final es su encuentro personal con el Creador.

 También es fundamental, especialmente en estos momentos, recurrir a esa experiencia y que recorra en su mente todas las veces que ha vivido cosas felices. Si tiene ganas de recordar cosas que busque fotos, que recuerde momentos agradables de su vida, para poner la atención en esos instantes hermosos que pudo experimentar, eso le hará sentir más seguro y así no le dará tanto espacio al miedo, a la angustia, sino que, a recuerdos más positivos y su mente se fortalece.

 ¿Al leer la Biblia, hay algún texto especialmente recomendado para que los adultos mayores lean?

 

Bueno, Jesús sanó a tantas personas. Él siempre escucha, pero hay que pedirle y estar en comunicación con Él, como sugerencia yo recomendaría, por ejemplo, leer los milagros de Jesús: la tempestad calmada, la multiplicación de los panes, cuando convierte el agua en vino… Así, lo que a veces creemos que es una tragedia, el Señor lo convierte y nos devuelve la alegría, la confianza de que no nos va a abandonar, que Él está ahí, que va a responder a nuestro llamado.

Lucas 2:36...38 NVI "36 Había también una profetisa, Ana, hija de Penuel, de la tribu de Aser. Era muy anciana; casada de joven, había vivido con su esposo siete años, y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones. Llegando en ese mismo momento, Ana dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén."

S.A.G. 13 – NOV – 2020

 

 

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