viernes, 9 de agosto de 2019

La Edad Del Enfrentar Y Vencer


El ser humano necesita de los vínculos para crecer y desarrollarse. Si algunos de esos vínculos se rompen, surge un periodo de intensidad emocional que llamamos duelo. Si la pérdida es radical y definitiva, como en el caso de la muerte, todas las áreas de la persona se ven afectadas, física, emocional, cognitiva, conductual, social y espiritual, de tal forma que la persona se puede llegar a sentir incapaz de superarlo y requerirá la intervención profesional para recuperare. Muchos factores intervienen en el tipo de duelo, como circunstancias de la muerte, relación con el fallecido, personalidad, antecedentes del deudo y el contexto sociofamiliar.

Desde que nacemos nos enfrentamos a toda clase de pérdidas. Esta privación de lo que antes se poseía implica una renuncia. Por ejemplo, después de los nueve meses de gestación, renunciar al vientre materno marca el inicio de una vida a costa de perder un lugar placentero. Pero esta renuncia es necesaria para el crecimiento y la propia sobrevivencia. Si no fuéramos capaces de renunciar al vientre materno seguramente falleceríamos.

Así que las pérdidas implican también un crecimiento físico y psíquico. Aun cuando parezca absurdo, cada nuevo día es un día menos de vida. Y todos los días estamos lidiando con estas pérdidas y no es sino hasta la tercera edad que uno siente mayor temor a enfrentarlas. ¿A qué se debe este temor si todos los días hemos vivido con ellas? La respuesta no es sencilla, menos cuando uno se encuentra en esa etapa.

Por ello hablar de la tercera edad, como otra edad de la vida, es hablar de retos y miedos específicos que hay que enfrentar y vencer. Esto tienen que ver con un recuento de la propia historia de vida de cada persona, la cual está llena de triunfos y fracasos, así como de ganancias y pérdidas. En este proceso en que uno conoce, entiende y acomoda estas experiencias de pérdida, se llama duelo.

¿Cuáles son esos duelos a los que se tienen que enfrentar los adultos mayores? Sin duda alguna, los principales desafíos son los siguientes:

Cambios físicos

Los cambios a nivel físico se dan pausados pero constantes. Como la disminución de las facultades físicas, principalmente la sensorial, disminución de la agudeza visual y de la capacidad auditiva, seguida por enfermedades degenerativas. Cambios que pueden generar sentimientos de enojo y tristeza. Se presentan de manera distinta de acuerdo al estilo de vida de cada persona.

Retiro laboral

El retiro laboral (jubilación), es otro duelo que tienen que enfrentar las personas en la tercera edad. En esta circunstancia, es común que se experimenten sentimientos depresivos, momentos de ansiedad y sentimientos de culpa. La ansiedad se genera al instante de tener que dejar de trabajar y gozar de los bienes acumulados, tener que depender de los hijos o cualquier otro familiar, provocando, a su vez, cierto sentimiento de culpa por disfrutar los bienes que son generados por otros.

Las pérdidas

La pérdida de la pareja o de algún amigo es otro desafío importante. Esta situación puede tambalear, de manera significativa, el mundo de la persona. Estos cambios bruscos generan dolor porque se deteriora una fuente importante de amor y cariño y además, la persona se ve reflejada en la misma situación que el otro.

Reconocerse a sí mismo

El reconocimiento de sí mismo como la persona que ha sido durante tantos años, pero con cambios físicos y emocionales, es otro duelo. A veces es tal el nivel de angustia que se genera frente a estos cambios, que la persona niega lo que le está ocurriendo para ir graduando este dolor. Si no se acepta que el cuerpo no es el mismo y que necesita de mayores cuidados, la calidad de vida disminuirá de manera significativa.

En general, el duelo por este tipo de pérdidas y desafíos se puede manifestar a través del enojo frente a cualquier modificación en las costumbres. Las personas adultas mayores tienen más dificultad para modificar cualquier actividad, rutina o manera de pensar, ya que estos cambios se generan como un temor a perder la propia identidad. Algo que se ha hecho durante años le da sentido a la vida y le da forma a la personalidad.

Sin embargo, cuando se logran asimilar estas experiencias se convierten en una sabiduría de vida. Para que una persona logre reintegrar estas experiencias es necesario que recurra a la aceptación y al amor hacia sí mismo.

Otras veces, los adultos mayores no logran hacer esta asimilación y valoración de sus experiencias y recurren de manera repetitiva al relato constante de las anécdotas de vida, ya que existe el deseo profundo de quererse comprobar a sí mismos que no ha habido cambios en sus vidas que hayan alterado su personalidad. De esta forma, van recuperando el pasado a través de los recuerdos, y por lo tanto, las pérdidas son menos dolorosas.

En ocasiones, estos miedos y tristezas pueden ser manifestados a través de enojo e irritabilidad que se traducen en conductas que, para la mayoría de las personas que conviven con un adulto mayor, resultan incomprensibles. Estas conductas pretenden asegurar un sentimiento de pertenencia y existencia.

Las personas luchan y trabajan, la mayor parte de su vida, para consolidar sus sueños y la mayor parte de toda nuestra energía está enfocada a cubrir esas metas. Una vez que han sido alcanzadas, logramos encontrar nuevos sueños que nos abren otro panorama para seguir luchando y avanzando en la vida.

Cuando los sentimientos depresivos sobrepasan a una persona, ésta se siente sin fuerzas para seguir luchando y se ve invadida por sentimientos de impotencia y frustración. Por lo tanto, el reto principal a superar es la reconciliación y la reintegración de todas las experiencias que la misma vida le ha dado, tomando en cuenta los logros y los fracasos, las pérdidas y las ganancias, para reafirmar la propia identidad que, si bien ha cambiado a los largo de los años, no ha perdido la esencia de su ser.

Una persona que logra reconocer y aceptar los cambios que se dan a través de los años, tiene mayor capacidad de disfrutar sus triunfos y sus fracasos. Logra vencer la depresión y el enojo.

Mientras encuentre el espacio y las herramientas para enfrentar los desafíos de cada etapa de la vida, tendrá mayores posibilidades de enriquecerse a sí mismo como persona a un nivel físico, psicológico y espiritual. Estas herramientas son las que nos ayudan a conocernos como personas.

Tener la capacidad de reflexionar y retomar aquello que hicimos en la vida es una facultad que sólo tiene aquel que puede ver hacia atrás y reconocer una vida llena de experiencias. De ahí que llegar a esta edad no solamente implica la fortuna de poder reflexionar y disfrutar aquello que hicimos y construimos en el pasado, sino también de convertirnos en un ejemplo para quienes se encuentran en nuestro entorno.






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