viernes, 22 de marzo de 2019

El Atractivo Del Envejecer


No nos engañemos, el llegar a adulto mayor con la capacidad de vivir sin los temores y prejuicios creados por nuestra cultura para esta etapa, es un reto para la sociedad actual.

Dentro del campo de la psicología encontramos muchos estudios que analizan el fenómeno del envejecimiento en función del bienestar de las generaciones más longevas y como garantía para el futuro de los jóvenes.

Y es que, a igual de las otras etapas de la vida, durante la tercera edad se producen cambios bioquímicos, fisiológicos, morfológicos, funcionales, psicológicos y sociales en las personas, como resultado del paso del tiempo; cambios que muchas veces son ignorados por el resto de la familia o la sociedad en general o que en las personas generan una ansiedad según los valores de quien va llegando a esa edad.

El adulto mayor se ve obligado a enfrentarse con situaciones tales como la jubilación, la pérdida de seres queridos (familiares o amigos) o la dificultad y en algunos casos la imposibilidad de realizar determinadas actividades que antes hacía con facilidad, lo cual junto con el rechazo y el maltrato puede generar situaciones de trauma psicosocial.

Es precisamente en esta etapa donde la persona necesita mayor atención y ¿por qué no? potenciación de las acciones que aún puede llevar a cabo sin demasiado esfuerzo físico, con el objetivo de recordarle el importante papel que aun desempeña.

Es contradictorio que en sociedades donde el envejecimiento poblacional se convierte cada día en una realidad, no cese la discriminación social del adulto mayor.

Este fenómeno golpea cada vez y con menos piedad al mundo entero, sobre todo en los países más industrializados con mayor avance tecnológico cuyas sociedades ven su potencial en los jóvenes, mientras reservan para los adultos mayores la jubilación unida al olvido y la inactividad.

La descrita actitud se ha enquistado como una forma natural en la cultura de algunos pueblos sin valorar cuánto afecta la situación social de desarrollo del adulto mayor, quien no solo se ve y es perjudicado por el tangible cambio que sufre su cuerpo, por las dificultades que expresa para realizar determinadas tareas o por la pérdida de personas contemporáneas a él;  sino que además se ve aislado o segregado de un mundo donde  parece imprescindible el dominio de las nuevas tecnologías y estas le roban su protagonismo en la familia.

Despreciarlo, mostrarse indiferente ante él y no valorar su esfuerzo solo contribuye a entorpecer su desarrollo en esta etapa de la vida que también requiere de atención y cuidados. Creer que el envejecimiento es una enfermedad, cuando realmente esta es también una parte del ciclo vital, es un error.

Aunque no es menos cierto que en esta edad disminuye la agilidad y muchas veces el adulto mayor se muestra reacio a los cambios manifestándolo mediante críticas, comparaciones o peleas, esto no significa que pierda sus habilidades o que esté enfermo.

Si bien es cierto que el paso del tiempo deja huellas también es cierto que el hecho de que la vejez sea la etapa precedente a la muerte, no significa que sea necesario comenzar a morir desde antes. El adulto mayor, como el niño de la edad temprana o el adolescente, aun puede disfrutar plenamente su vida, más allá de los cambios característicos de esta etapa.

No es cierto que llegar a viejo es llegar a ser inservible, no y no, por el contrario, debe de empezarse a reconocer que cada adulto mayor conlleva la sabiduría experimental de toda una vida, sabiduría que solo y únicamente se alcanza con el paso del vivir de los años.

La familia desempeña un papel fundamental en el bienestar del adulto mayor. Una familia disfuncional genera desequilibrio y tensiones, mientras en un hogar donde los hijos se preocupen por satisfacer las necesidades de los padres, los ayuden, los escuchen, los comprendan y los amen, puede brindarles nuevas fuerzas a estos últimos para enfrentar las dificultades propias de la edad y así prolongar su vida.

La aparición de las canas o la disminución de algunas facultades como la visión, el oído o el olfato, son solo algunas de las manifestaciones del envejecimiento que no se pueden ocultar, ni evitar. La llegada de la tercera edad, como sucede con el resto de las etapas del desarrollo humano, es inevitable; pero no debe verse como un verdugo capaz de despojarnos de la alegría y bienestar de años anteriores. 

Debemos de entender que es una etapa natural, que inevitablemente llega a pesar de los adelantos de cirugías estéticas, tarde o temprano, aun luchando por ocultarlo, tu cuerpo, tu voz, tu andar, tu mirada, etc. mostrara tu vejez; lo importante entonces es saber aceptarla y prepararse para ello.

Los cambios que se hacen visibles en el cuerpo, la actitud de la sociedad ante las limitaciones que acompañan a la edad, así como las situaciones de duelo e incomprensión, influyen considerablemente en la psiquis del individuo. Por ello contribuir a que arriben saludables a la tercera edad, con el pleno goce de sentirse útiles y queridos, muchas veces revierte los efectos del calendario y les proporciona nuevos deseos de vivir por encima de factores biológicos, psicológicos, socioculturales, mitos y prejuicios.

Después de haber leído estas líneas es valido hacer la pregunta: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Y tu sabrás que contestas, pero más sabio es aun si sabes que vas hacer.

La Palabra de Dios dice en Mateo 13:51: “Jesús les dijo: ¿Habéis entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: Sí, Señor.”  

Y tu… ¿Qué contestas?



No hay comentarios:

Publicar un comentario