viernes, 15 de febrero de 2019

Jóvenes Entienden Los Cambios Mentales Y De Pensamiento En La Vejez


La forma despectiva y excluyente que las sociedades de consumo han enseñado sobre la vejez a nuestras generaciones jóvenes, ha traído como consecuencia que estas mismas generaciones de jóvenes, han perdido de vista la inexorable realidad de que ellos llegaran a ser también viejos, realidad que nos les permite proyectar cambios socio económicos rápidos para el futuro de ellos mismos.

El perfil psicológico del anciano ha sido descrito siempre desde una perspectiva negativa. El declive físico que el adulto comienza a padecer cuando se acerca a la edad senil, parece corresponderse también con su deterioro psicológico. La melancolía, el egoísmo, la falta de memoria para los hechos recientes, la testarudez, el autoritarismo, la desconfianza, son rasgos que aparecen comúnmente en muchos de nuestros ancianos, pero no todos ellos pueden atribuirse únicamente a la edad.

Es cierto que con la edad algunos de los rasgos que nos han caracterizado durante toda nuestra vida parecen salir a relucir con más fuerza, porque de hecho cada uno tiene la vejez que le corresponde conforme ha sido su vida. En otras palabras cada uno en su momento tiene como fruto lo que sembró tiempo atrás, es la realidad tangible de la ley de la siembra y cosecha.

Eclesiastés 1:9 NVI “Lo que ya ha acontecido volverá a acontecer; lo que ya se ha hecho se volverá a hacer ¡y no hay nada nuevo bajo el sol!”

Nada se improvisa.

El viejo huraño ha sido sin duda un joven desconfiado y poco sociable. El viejo egoísta lo ha sido también en mayor o menor grado de joven.

No podemos ocultar el declive físico tiene una gran relación con esa evolución de las personalidades en la vejez.

Las modificaciones físicas, intelectuales y sociales que comportamos, modifican así mismo la percepción que cada uno tiene de sí mismo. “Las fuerzas ya no me acompañan como antes.” “Hacer cualquier cosa me cuesta cada vez más”. “No contéis conmigo ya para eso. No estoy para esos trotes”. El problema se genera en la visión que nos inculcaron desde pequeños sobre la vejez y claro esta cuando llegamos a ella reaccionamos según fuimos acomodados por las enseñanzas de años anteriores.

Esto incide a una mayor inseguridad de la persona y que se produzca una cierta ansiedad en su personalidad si ve con angustia ese cambio.

Algunos de los rasgos comunes que acompañan a muchos de los ancianos es la rigidez en sus conductas cada vez más incapaces a adaptarse a los cambios y la consiguiente introversión que esto produce.

La sociedad y su instrucción educativa basada en esa visión excluyente, hace que el anciano se desconecta del presente, se refugie en el pasado donde fue feliz y renuncia si quiera a ejercitar su memoria más reciente. No presta atención, no le interesa.  

Tantos años de venir inculcando que los viejos son inservibles, cobran su factura a esa edad.

A la mayoría de los ancianos solo les preocupan algunos temas concretos como son los religiosos, la muerte, el paso del tiempo, la salud y el dinero.

Es conocido el amor de los ancianos por el dinero. Es comprensible. Ante una sociedad percibida cada vez como más agresiva por ellos y paralelamente una debilidad física más patente, el dinero da al anciano seguridad.

El que no tiene dinero vive con angustia una interrogante: “¿Qué será de mí el día de mañana?” y el que tiene un poco, lo guarda con avaricia como un seguro de vida.

El que tiene mucho juega con él, para conservar su poder sobre los demás. La literatura está llena de viejas ricas que juegan con su dinero haciendo y deshaciendo testamentos, legando sus bienes a instituciones religiosas y desheredando sobrinos o dejando toda su fortuna a sus mascotas.

En general, el sexo femenino es consciente más pronto de su envejecimiento que el masculino. Muchas mujeres viven con angustia los cambios físicos y estéticos que el envejecimiento produce en su organismo. Estos mismos cambios son percibidos, en general, más tarde por el sexo masculino.

De todas maneras, todo esto no son sino generalizaciones que poco tienen que ver con la vejez en cada persona concreta. Cada cual es de una manera distinta y vive su envejecimiento de una manera diferente.

Tan solo se necesita que aprendamos, que enseñemos a nuestros niños, jóvenes y adultos jóvenes a romper los clichés socio educativos actuales y este es parte del trabajo de nosotros los viejos, para eso hemos llegado primero, para que cundo generaciones venideras lleguen encuentren una vejez mas justa y equitativa, que los acoja con regocijo y los coloque en su verdadera posición social de patriarcas como en las culturas pasadas.

Dice el dicho: “ a buen entendedor pocas palabras” así que a las generaciones jóvenes que ahora se ríen de los viejos, permítanme hablarles con esta anécdota:

“Durante una conferencia sobre las grandes diferencias entre generaciones, un presumido estudiante se tomó la molestia de explicarle a un señor mayor sentado cerca de él, por qué le es imposible a la vieja generación comprender a su generación:

"Usted creció en un mundo diferente, realmente casi primitivo", dijo en voz lo suficientemente alta para que lo escucharan alrededor.

"Los jóvenes de hoy crecimos con televisión, internet, teléfonos móviles, aviones jet, viajes al espacio. Nuestras sondas espaciales han visitado Marte. Tenemos naves con energía nuclear y autos eléctricos y de hidrógeno. Computadoras con procesos de velocidad de la luz…y más".

Luego de un breve silencio el señor mayor respondió:

"Tienes razón, hijo mío; nosotros no tuvimos esas cosas cuando éramos jóvenes...
¡ASÍ QUE LAS INVENTAMOS!

Ahora, dime arrogante, ¿qué estás haciendo TÚ PARA LA PROXIMA GENERACION?"

¡El aplauso fue ensordecedor!”

¿Entendiste?


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