viernes, 3 de agosto de 2018

Así Me Enfrento A La Tercera Edad


He recibido una variada cantidad de misivas sobre la tercera edad y en muchas de ellas me preguntan cómo en lo personal enfrento la tercera edad, la insistencia es tan repetitiva que me tome el tiempo para reflexionarlo y esto puedo expresar:

Primeramente, llego a la conclusión que la tercera edad, es un regalo enorme de Dios, bendición de Él que a muchos se las niega. En lo personal como humano, por primera vez en mi vida, soy la persona que siempre quise ser.

A igual que a cualquier otro viejo, a veces me desespera mi cuerpo, mi salud, esas cosas que se me olvidan como las famosas llaves que no donde las pongo; por los achaques de la edad me mandan a caminar y me pregunto porque no a leer, a pintar o a hacer cosas que me gustan; el cabello blanco para mí no es problema le aplico un buen tinte negro y a seguir como en los treinta; la piel arrugada tampoco es problema, todo viejo o vieja se aturra y tonto quien paga cirugías plásticas aun cuando me sorprende esa persona que veo reflejada en mi espejo, pero aunque me veo cada día más viejo, no me echo a llorar, al contrario me digo: “hay que hacerle frente, Dios mío ayúdame”.

Creo que la definición bíblica de que la fe "Es la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos" Hebreos 11:1...2, cobra vida como mi pensamiento positivista, que me permite trazarme metas consecuentes a mi edad, factibles de alcanzar en periodos de tiempo cortos, porque al fin y al cabo como todos en la vida incluido Jesús, llegara el momento de partir y a mi edad está más cerca el dia en que me marchare a mi nuevo vecindario celestial.  

Al reconocer mi envejecer me he vuelto más amable y menos crítico para conmigo concediéndome nuevos privilegios y abandonando los viejos que ya no vienen bien con mi edad, en relación con los demás me relaciono lo justo y necesario e igualmente hablo lo justo y necesario. Aun cuando deje la vida social de andar de un lado a otro, me he dado cuenta de que tengo más amigos, este invento de la internet, sus conexos y similares realmente votaron fronteras y trato de usarlo edificativamente, por lo tanto no tengo Facebook pero si mis blogs, que no me dan clics, no me importa me basta y sobra con el que Dios me da cada mañana al abrir mis ojos… clic… clic… un dia mas de vida… ¡Gracias Señor! 

Me ha tocado ver como varios amigos y seres queridos han partido de este mundo, en su mayoría sin entender la libertad que proporciona la vejez, se fueron preocupados por sus carros, sus tierras, sus novelas que veían a diario y tantas cosas tontas que realmente les quitaron la vida, cosas que cuidaron y hay quedaron… ¿será por eso que ahora me siento con derecho a comer de más y a ser un poco más desordenado y extravagante? No, tan solo trato de vivir mi vejez aceptándola como una etapa mas del ciclo vital del ser humano y como tal trato de entender, asimilar y practicar esa nueva etapa de la vida y lo comparto manteniendo este blog.

Tengo tres fabulosas hijas y una “wonder woman”, esas hijas son ahora para mi el mas sabroso y exquisito fruto de mis sacrificios de años pasados y me preguntaran ¿y la “wonder Woman”? ella sigue siendo la que manda en la casa, ja, ja, ja, ja.
           
Tenían que haber pasado en mí, ya casi setenta años para darme cuenta real que ¿A quién le importa si me dan ganas de escribir, leer o jugar en la computadora por horas y no dormir en el mediodía?… O si bailo como dice mi esposa todo tieso esas melodías de los años sesenta… O si recorro las plazas alegre a pesar de las miradas de los niños… Ellos también, si Dios se los permite, estarán algún día atravesando esta etapa de la vida, ellos también se arrugarán y se les olvidarán las cosas.

Acepto que me he vuelto olvidadizo y me doy cuenta de que en la vejez, es más lo que olvidamos que lo que recordamos, pero gracias a Dios me las arreglo para no olvidar lo verdaderamente importante, otras cosas las he solucionado como las llaves que ya no las pierdo simplemente compre un llavero de esos que van atados a tu vestimenta y aprendí a ponerlas ahí y ya no dejarlas en cualquier lado; es que amigos lectores debemos reconocer, y cuanto antes mejor, que llegamos a viejos y se sigue aprendiendo en cada momento.  

Me preguntan si guardo sentimientos dolorosos de mis años pasados, les diré que a través de los años mi corazón se ha partido muchas veces por la pérdida de un compañero de ideales o de un ser querido; por ver sufrir a una de mis hijas, por las actitudes mezquinas de quienes por su intelecto la toman contra mi esposa; porque pastores abusados y acogidos en la iglesia que Dios me tiene sirviendo que después se fueron robándose las ovejas y tantas y tantas cosas que pasan en setenta años dejando sus cicatrices.

Pero ahora las cicatrices del corazón son las que nos dan entereza, ánimo y fortaleza. He comprendido el “perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a nuestros ofensores”. Ahora realizo en mi racionalidad que estoy cerca a comparecer ante el Creador y que en mi imperfectabilidad tendré que pedir perdón de mis errores y entiendo que seremos perdonados como nosotros perdonamos aquí en la tierra, por ello, llegando al entendimiento de lo que es bueno para mi he perdonado.


Dios me ha bendecido con una vida lo suficientemente larga como para pintar mis canas mejor que mis cuadros y para darme cuenta de que llegar a esta etapa no es tan malo como quizás pensamos cuando somos jóvenes, pero también me doy cuenta de la trampa de creer en una juventud eterna.

Algún lector dirá: “que feliz parece no tener mayores enfermedades”, déjeme decir que soy hipertenso, tengo tinnitus, me tiemblan las manos y por mas de treinta años sufro de formar cálculos renales y para contrarrestar todo ello tomo varias pastillas a diario, aparte de las esporádicas gripes, tontos dolores de cabeza, etc., pero desde mi primer calculo renal aprendí que para sobrevivir hay que aprender a vivir con la enfermedad, a no darle lo que la haga fuerte por lo tanto a saber mantener un balance de alimentos y hábitos saludables.  

Nunca me creo más viejo y más enfermo de lo que en realidad estoy. Este tipo de pensamientos, sólo te hacen sentir vacío. Recuerda que, a nadie, y me incluyo en ellos, le gusta estar escuchando historias de achaques, enfermedades u hospitales. Si estás enfermo atiéndete y cuídate. No olvides que todo es cuestión de actitud. Llegar a la vejez no es sinónimo de que la vida ha llegado a su fin, por el contrario, es una etapa que se puede disfrutar como cualquier otra. Trato de ser útil a mí mismo y a los demás. Hago lo necesario. Realizo mis actividades por mi mismo hasta donde es posible y ayudo a otros. Ayudo con el ejemplo, con alegría, con una sonrisa, con un consejo, con un servicio o escribiendo para todos.


No he abandonado mis ideales, ciertamente siempre me ha molestado y he luchado contra la injusticia social, por ello llegue a conocer hasta el exilio y el llegar a viejo no ha eliminado ese ideal, tan solo cambie de trinchera, pero sigo en guerra. Aunque es cierto que conforme envejecemos subimos de peso y perdemos algunas de nuestras habilidades intelectuales, no hay razón para asumir los estereotipos que hay acerca de los adultos mayores.

Mitos como el que están desconectados de la realidad o que son irritables son perpetuados por los medios y por nuestra cultura. Los avances tecnológicos han extendido el estereotipo de que los viejos no pueden mantener el paso. Con demasiada frecuencia, los mitos crean barreras o límites que pueden interferir en la forma en que los adultos mayores nos mantengamos conectados con la realidad social.

Ciertamente hay hitos en la vida, como cumpleaños, cambios de trabajo y el fallecimiento de familiares y conocidos, que me recuerdan el paso del tiempo, pero no me distraen de mi objetivo de buscar el significado de la vida y de querer mejorar la calidad de la misma.

Reviento y me rebelo contra quien se me acerca y me trata de imponer sus creencias de lo que es o debe de hacer una persona de mi edad, vamos hombre, por favor no me venga a decir lo que es ser viejo si aun no es viejo y si es viejo que sea uno inteligente y combativo, que comprenda que los viejos debemos estar dando, enseñando y difundiendo lo que la vida nos ha dado.

Si sabemos aprovechar el poco tiempo que nos queda, cada día puede tener algo especial y además ya no tenemos esos compromisos rutinarios que nos impedían disfrutar de un amanecer o el canto de los pájaros.

“Por eso, mientras esté aquí, no voy a perder el tiempo lamentándome por quien pude haber sido o por lo que no pude hacer. Seguiré disfrutando, cada día y cada minuto, como si fueran los últimos, seguiré luchando por una sociedad más digna para los futuros viejos y por desalienizar a nuestros jóvenes de la creencia que la juventud es eterna. Vamos jóvenes hay que preparar el futuro de ustedes… un dia llegaran a ser como yo”  







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