viernes, 26 de enero de 2018

¿Por Qué A Veces Los Ancianos Ya No Quieren Vivir?



La sociedad actual aún mantiene el debate sobre si las personas mayores de setenta años que están cansadas de la vida y que consideran que su vida debe completarse, deberían tener opciones legales para solicitar la muerte asistida y esto porque a veces los ancianos ya no quieren vivir.

Hasta ahora ha habido poca investigación sobre las experiencias de estas personas mayores, pero por algunos estudios en grupos de ancianos se ha logrado tener una perspectiva del mundo de la vida, tal como la viven y experimentan las personas mayores.

En la recopilación y análisis de datos se utilizó un diseño de investigación reflexivo sobre el mundo de la vida, basado en la tradición fenomenológica. El significado esencial del fenómeno se entiende como "una maraña de incapacidad y falta de voluntad para conectarse con la vida real", caracterizada por una tensión permanente: las experiencias cotidianas parecen incompatibles con las expectativas de la gente sobre la vida y su idea de quiénes son. Mientras se siente cada vez más desconectado de la vida, se fortalece el anhelo de un deseo de terminar con la vida.

La experiencia se explica con mayor detalle en sus cinco componentes: 1) una sensación de dolorosa soledad; 2) el dolor de no importar; 3) la incapacidad de expresarse; 4) cansancio multidimensional; y 5) un sentido de aversión hacia la dependencia temida.

1) Una sensación de dolorosa soledad. La soledad ha sido denominada como el problema emocional más común del mundo. Se supone que es una de las principales razones de sufrimiento humano. Además de esto, es una condición permanente de millares de personas. La soledad es una experiencia que se acrecienta según llegamos a nuestras últimas etapas de la vida y que se agudiza ante la actitud de ignorar al anciano social y familiarmente; es un dolor interno, un vacío, un sentimiento de insatisfacción. Sentir soledad no es pecaminoso, por lo que no hay necesidad de agregar un sentimiento más de culpa al problema. Nuestro Señor no tuvo pecado, sin embargo, también se sintió solo. La realidad es que, si esta emoción no es confrontada en forma realista y adecuada, entonces pueden desarrollarse actitudes dañinas, las cuales ocultaran el gozo en su vida. Filipenses 4:6…7 “No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”

2) El dolor de no importar.  Quien mira el mundo con ojos monetarios o en una sociedad de consumo donde tanto tienes tanto vale, es fácil que un anciano deje de importar pues es considerado una carga económicamente pasiva. Jesús nunca menospreció a otros, y eso le dio la habilidad de verlos como personas. No fueron usuarios, consumidores o clientes. Eran personas con necesidad de relacionarse con Él, no con una religión de haz esto y no hagas aquello. Igual son nuestros ancianos, son personas que no necesitan se les este recriminando constantemente. Una vez que entendemos nuestra identidad en Cristo, vamos a comenzar a ver a las personas de la misma manera. Entonces veremos que nuestros ancianos son seres eternos, creados a la imagen de Dios. Ya no utilizaremos sus circunstancias o su edad para definir quiénes son. “Hermanos, consideren su propio llamamiento: No muchos de ustedes son sabios, según criterios meramente humanos; ni son muchos los poderosos ni muchos los de noble cuna.” 1 Corintios 1:26 NVI)

3) La incapacidad de expresarse.  La libertad es el poder, radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello, de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en la verdad y la bondad. Hasta que no llega a encontrarse definitivamente con su bien último que es Dios (acción inmediata a la muerte), la libertad implica la posibilidad de elegir entre el bien y el mal, y por tanto, de crecer en perfección o de flaquear y pecar. La libertad caracteriza los actos propiamente humanos. Se convierte en fuente de alabanza o de reproche, de mérito o de demérito. Entonces si todos tenemos esa libertad de expresarnos, ¿Quiénes somos nosotros para callar a los ancianos y negar el expresarse? Eclesiastés 9:10 “Y todo lo que te venga a la mano, hazlo con todo empeño; porque en el sepulcro, adonde te diriges, no hay trabajo ni planes ni conocimiento ni sabiduría”

4) Cansancio multidimensional. Cuando se platica con personas mayores, suele escucharse la misma frase: “Estoy cansado. Me resulta difícil levantarme de la cama. Me he sentido un poco triste, pero sé que me estoy poniendo viejo, así que tengo que vivir con eso”. Esta postura fatalista se basa en suposiciones ampliamente aceptadas pero erróneas acerca de lo que constituye el envejecimiento normal. De hecho, la fatiga, la debilidad y la depresión, entre muchas otras preocupaciones comunes, no son consecuencias inevitables de volverse viejo, generalmente son una señal de que algo está mal y de que hace falta una evaluación médica. Las personas tienen una percepción, promovida por nuestra cultura, de que el envejecimiento equivale a deterioro, y eso es algo equivocado. Muchos adultos mayores permanecen con buena salud por largo tiempo y “somos afortunados de vivir en una época en la que hay muchos medicamentos disponibles. Por supuesto, los cuerpos de las personas sí cambian a medida que avanzan los años. Pero se trata de un proceso gradual. Salmo 92:14 “Aun en su vejez, darán fruto; siempre estarán vigorosos y lozanos”

5) Un sentido de aversión hacia la dependencia temida. El mundo en general se encuentra inmerso en un proceso de crecimiento acelerado de su población adulta mayor. Definitivamente, los cambios asociados a este proceso en el envejecimiento poblacional y los retos que conlleva son inéditos en la historia de cada uno de los países y sin duda deben ser vistos y enfrentados en un plazo relativamente, como parte activa de la sociedad aun los viejos estamos obligados a propiciar un envejecimiento y una vejez con calidad, ante todo. La vida de las personas adultas mayores no tiene por qué ser pasiva o carente de participación en distintos ámbitos de la sociedad. Más aún, debe ser una preocupación de todos, donde el conjunto de cambios individuales, asociados al envejecimiento no impliquen una pérdida de oportunidades y mucho menos de sus derechos. Por lo tanto, toda sociedad debe contar con un conjunto de instrumentos de protección e instituciones que la garanticen. Si bien es cierto existen múltiples condiciones asociadas al envejecimiento, también es cierto que nadie, absolutamente nadie, debe invalidar a los ancianos, ellos dentro de sus capacidades aún son productivos y lo que es más bello, es que nadie mejor que ellos pueden cultivar, educar y amoldar el espíritu de nuestras generaciones futuras.

Nuestros ancianos no son dependientes, desarrollemos una nueva cultura dentro de una concepción humana y digna, para asegurar una vida deseable a quienes llegan a esa edad y pidan a Dios los que aún no llegan que les permitan llegar.

SER ANCIANO, ES VIVIR.







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