viernes, 8 de julio de 2016

La Vejez Es Una Bendición De Dios

En su gran sabiduría, Dios tuvo a bien permitir que los seres humanos pasásemos por ciertos años asignados a etapas pre-establecidas. Después del nacimiento nos movemos a través de los años de la infancia "inocentes", seguido de los "turbulentos" y "rebeldes” años de la llamada adolescencia, después de los cuales pasamos mucho tiempo en los llamados años "productivos" de la edad adulta, hasta que finalmente entramos en los años “dorados” para algunos y para otros de la "extinción". A menos que haya desafortunadamente una muerte temprana, todos los seres humanos pasan por estas etapas y la experiencia que se adquiere en superar sus desafíos, dan el crecimiento en sabiduría que se deriva de ellos.

Para algunas de las personas mayores en el mundo, los años dorados son un momento de estancamiento y desánimo. Las personas que una vez estuvieron involucrados en un trabajo desafiante y productivo se sienten incapaces de utilizar sus mentes y talentos, que una vez tuvieron. Esto puede ser debido a problemas de salud graves o una lesión inesperada y se les deja hacer sentirse menos útiles siendo menos valorados. 

Esto no tiene que ser así. Hay un inmenso valor en la vejez.

Para los cristianos convertidos, la vejez no es un momento de estancamiento, ni tampoco es un momento de desánimo crónico. Estos años son, para muchos cristianos de edad avanzada, un momento de crecimiento espiritual acelerado que viven con gran alegría y satisfacción. De hecho y en muchos sentidos, los ancianos cristianos pueden ser especialmente benditos, mientras que muchas otras personas de edad avanzada en el mundo pueden sentirse vacías y sin esperanza. 

Desde pequeño y hasta ahora ya de 67 años, por alguna razón, Dios me permitió alternar siempre con personas mayores a mí, ahora reconozco esa bendición, después haberlos conocido y de haber aprendido de sus vidas, he llegado a la conclusión de que existen varias áreas en las que son bendecidos espiritualmente. Entre ellas:

SABIDURÍA: Se puede definir como el conocimiento profundo que se adquiere a través del estudio o de la experiencia: sus principales frutos son la prudencia, cuidado en el comportamiento y modo de conducirse en la vida: La sabiduría le llevará muy lejos. No se puede comprar. La verdadera sabiduría no se aprende en las facultades y universidades. La sabiduría requiere tiempo y experiencia. Es el resultado de años de ser moldeado y templado por la vida y ser iluminado por un Dios misericordioso. La mayoría de los cristianos de más de 60 años, poseen sabiduría en cantidades. Ellos son bendecidos.

PACIENCIA: Las personas mayores han visto el resultado de ser impetuoso e impulsivo. Han pagado caro cuando han hecho irreflexivamente las cosas a toda prisa. Ahora están en calma, reflexivos y con gran paciencia cuando los más jóvenes no lo son. Ellos están dispuestos a esperar mucho tiempo y tienen mucha paciencia. La paciencia es un rasgo que anhelan muchos jóvenes; cuando se llega a anciano, la paciencia se ha aprendido. Ellos son bendecidos.

BONDAD: El ser amables y dulces, son a menudo características de las personas de edad avanzada. Sus formas son suaves y su enfoque es tierno. Esa es una de las razones por las que a sus nietos les gusta tanto. Ellos han visto y quizás vivido el cómo las palabras poco amables duelen. Evitan la agresividad y la mezquindad y hacen uso de un toque suave. Ellos son bendecidos.

HUMILDAD: La mayoría de las personas mayores son humildes. Ellos han arrojado el orgullo de la juventud y que están viviendo la comprobación de que, en efecto, como enseña Salomón, “todo es vanidad " (Eclesiastés 1:2). Muchos miran a los logros de su vida como una importancia relativa. Pueden ver ahora que lo que los humanos valoran es perecedero y en última instancia, sólo lo que Dios valora en ellos tiene algún valor duradero. Ellos son bendecidos.

ADIOS A LO SUPERFLUO: Hubo un tiempo en que las personas mayores eran jóvenes y ellos también persiguieron ilusiones. Hicieron dinero algunos. Algunos viajaron a lo largo y ancho. Otros tenían el poder, el prestigio y el respeto basado en la posición o la riqueza. Ellos se sentían quienes impulsaban a la humanidad y ahora al ver atrás comprenden aquel valor como temporal y fugaz. Ellos ya no están interesados en las ilusiones. Ahora ya no se sienten atraídos por el poder y el prestigio. La gran riqueza no tiene ninguna importancia para ellos. Ellos hoy valoran su familia, sus amigos y sobre todo, su creador. Ellos son bendecidos.

TIENEN TIEMPO: Nuestros ancianos tienen tiempo para las cosas que no podían hacer antes, debido a la tensión de trabajo y responsabilidades. Pueden visitar tranquilamente con las personas de la misma mentalidad, sin ninguna prisa. Pueden visitar a sus familias y pasar mucho tiempo con sus hijos y en especial, sus nietos. Pueden pasar tiempo con su Padre en el cielo sin prisa o prisa. Ellos son bendecidos.

DAR: Aun cuando algunos ancianos cristianos pueden estar limitados por las finanzas y la salud, tienen el poder de contribuir con todo lo que tienen. La mayoría de nosotros que hemos estado en la Iglesia desde hace algún tiempo, hemos llegado a reconocer la sabiduría de nuestros ancianos y pedirles que se unan a nosotros con sus oraciones en momentos de necesidad. Las Escrituras nos aseguran, "La oración eficaz del justo puede mucho" (Santiago 5:16). La mayoría de nuestros ancianos son justos y sus oraciones son sinceros, ferviente y eficaz. Sus intercesiones ante Dios hacen "mucho provecho" y los que les han podido asociarse con ellos en caso de necesidad conocen la diferencia que sus oraciones han hecho. Dios ama a los ancianos en su Iglesia. Sus oraciones son como dulce incienso que sube delante de su trono. Él valora sus solicitudes, cosecha los frutos de su rectitud y la intercesión. Ellos son bendecidos.

En muchos hogares como en las iglesias de Dios hay personas de edad avanzada maravillosas y muy especiales que añaden y pueden dar mucho si se les sabe apreciar. Los queremos porque sabemos que nos aman. Los admiramos, ya que, en muchos aspectos, son lo que deseamos ser. Los valoramos porque sabemos que tienen mucho valor delante de Dios. Saboreamos nuestros momentos con ellos, porque nos ofrecen tanta ternura, bondad y dulzura. Nos sentimos honrados con su presencia, porque sabemos que tenemos entre nosotros seres de los más amados por Dios.


Si reflexionamos y tenemos en la casa un anciano o ayudamos a uno de ellos en la iglesia con alegría, tenga la seguridad que de Dios… ¡Somos bendecidos!

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