En su gran sabiduría, Dios tuvo a bien permitir
que los seres humanos pasásemos por ciertos años asignados a etapas
pre-establecidas. Después del nacimiento nos movemos a través de los años
de la infancia "inocentes", seguido de los "turbulentos" y
"rebeldes” años de la llamada adolescencia, después de los cuales pasamos
mucho tiempo en los llamados años "productivos" de la edad adulta,
hasta que finalmente entramos en los años “dorados” para algunos y para otros
de la "extinción". A menos que haya desafortunadamente una
muerte temprana, todos los seres humanos pasan por estas etapas y la
experiencia que se adquiere en superar sus desafíos, dan el crecimiento en
sabiduría que se deriva de ellos.
Para algunas de las personas mayores en el
mundo, los años dorados son un momento de estancamiento y desánimo. Las
personas que una vez estuvieron involucrados en un trabajo desafiante y
productivo se sienten incapaces de utilizar sus mentes y talentos, que una vez
tuvieron. Esto puede ser debido a problemas de salud graves o una lesión
inesperada y se les deja hacer sentirse menos útiles siendo menos valorados.
Esto no tiene que ser así. Hay un inmenso valor
en la vejez.
Para los cristianos convertidos, la vejez no es
un momento de estancamiento, ni tampoco es un momento de desánimo crónico. Estos
años son, para muchos cristianos de edad avanzada, un momento de crecimiento
espiritual acelerado que viven con gran alegría y satisfacción. De hecho y
en muchos sentidos, los ancianos cristianos pueden ser especialmente benditos,
mientras que muchas otras personas de edad avanzada en el mundo pueden sentirse
vacías y sin esperanza.
Desde pequeño y hasta ahora ya de 67 años, por
alguna razón, Dios me permitió alternar siempre con personas mayores a mí,
ahora reconozco esa bendición, después haberlos conocido y de haber aprendido
de sus vidas, he llegado a la conclusión de que existen varias áreas en las que
son bendecidos espiritualmente. Entre ellas:
SABIDURÍA: Se puede definir como el conocimiento profundo
que se adquiere a través del estudio o de la experiencia: sus principales
frutos son la prudencia, cuidado en el comportamiento y modo de conducirse en
la vida: La sabiduría le llevará muy lejos. No se puede comprar. La verdadera
sabiduría no se aprende en las facultades y universidades. La sabiduría
requiere tiempo y experiencia. Es el resultado de años de ser moldeado y
templado por la vida y ser iluminado por un Dios misericordioso. La
mayoría de los cristianos de más de 60 años, poseen sabiduría en cantidades. Ellos
son bendecidos.
PACIENCIA: Las personas mayores han visto
el resultado de ser impetuoso e impulsivo. Han pagado caro cuando han hecho
irreflexivamente las cosas a toda prisa. Ahora están en calma, reflexivos
y con gran paciencia cuando los más jóvenes no lo son. Ellos están
dispuestos a esperar mucho tiempo y tienen mucha paciencia. La paciencia
es un rasgo que anhelan muchos jóvenes; cuando se llega a anciano, la
paciencia se ha aprendido. Ellos son bendecidos.
BONDAD: El ser amables y dulces, son a
menudo características de las personas de edad avanzada. Sus formas son
suaves y su enfoque es tierno. Esa es una de las razones por las que a sus
nietos les gusta tanto. Ellos han visto y quizás vivido el cómo las
palabras poco amables duelen. Evitan la agresividad y la mezquindad y hacen
uso de un toque suave. Ellos son bendecidos.
HUMILDAD: La mayoría de las personas
mayores son humildes. Ellos han arrojado el orgullo de la juventud y que
están viviendo la comprobación de que, en efecto, como enseña Salomón, “todo es
vanidad " (Eclesiastés 1:2). Muchos miran a los logros de su vida
como una importancia relativa. Pueden ver ahora que lo que los humanos
valoran es perecedero y en última instancia, sólo lo que Dios valora en ellos
tiene algún valor duradero. Ellos son bendecidos.
ADIOS A LO SUPERFLUO: Hubo un tiempo en
que las personas mayores eran jóvenes y ellos también persiguieron
ilusiones. Hicieron dinero algunos. Algunos viajaron a lo largo y
ancho. Otros tenían el poder, el prestigio y el respeto basado en la
posición o la riqueza. Ellos se sentían quienes impulsaban a la humanidad
y ahora al ver atrás comprenden aquel valor como temporal y fugaz. Ellos ya
no están interesados en las ilusiones. Ahora ya no se sienten atraídos por
el poder y el prestigio. La gran riqueza no tiene ninguna importancia para
ellos. Ellos hoy valoran su familia, sus amigos y sobre todo, su
creador. Ellos son bendecidos.
TIENEN TIEMPO: Nuestros ancianos tienen
tiempo para las cosas que no podían hacer antes, debido a la tensión de trabajo
y responsabilidades. Pueden visitar tranquilamente con las personas de la
misma mentalidad, sin ninguna prisa. Pueden visitar a sus familias y pasar
mucho tiempo con sus hijos y en especial, sus nietos. Pueden pasar tiempo con
su Padre en el cielo sin prisa o prisa. Ellos son bendecidos.
DAR: Aun cuando algunos ancianos cristianos
pueden estar limitados por las finanzas y la salud, tienen el poder de
contribuir con todo lo que tienen. La mayoría de nosotros que hemos estado
en la Iglesia desde hace algún tiempo, hemos llegado a reconocer la sabiduría
de nuestros ancianos y pedirles que se unan a nosotros con sus oraciones en
momentos de necesidad. Las Escrituras nos aseguran, "La oración
eficaz del justo puede mucho" (Santiago 5:16). La mayoría de nuestros
ancianos son justos y sus oraciones son sinceros, ferviente y eficaz. Sus
intercesiones ante Dios hacen "mucho provecho" y los que les han podido
asociarse con ellos en caso de necesidad conocen la diferencia que sus
oraciones han hecho. Dios ama a los ancianos en su Iglesia. Sus
oraciones son como dulce incienso que sube delante de su trono. Él valora
sus solicitudes, cosecha los frutos de su rectitud y la intercesión. Ellos
son bendecidos.
En muchos hogares como en las iglesias de Dios hay
personas de edad avanzada maravillosas y muy especiales que añaden y pueden dar
mucho si se les sabe apreciar. Los queremos porque sabemos que nos
aman. Los admiramos, ya que, en muchos aspectos, son lo que deseamos
ser. Los valoramos porque sabemos que tienen mucho valor delante de
Dios. Saboreamos nuestros momentos con ellos, porque nos ofrecen tanta
ternura, bondad y dulzura. Nos sentimos honrados con su presencia, porque
sabemos que tenemos entre nosotros seres de los más amados por Dios.
Si reflexionamos y tenemos en la casa un
anciano o ayudamos a uno de ellos en la iglesia con alegría, tenga la seguridad
que de Dios… ¡Somos bendecidos!
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